«No existía ningún indicio que hiciera presagiar el trágico suceso. Fue un suceso escasamente previsible«. Es la conclusión de la investigación interna abierta por Instituciones Penitenciarias tras el cuarto crimen perpetrado por Dilawar Hussain Fazal.
El pakistaní llevaba solo 22 días en la prisión de Estremera (Madrid), acusado de asesinar y quemar los cadáveres de tres hermanos ancianos en la localidad madrileña de Morata de Tajuña, cuando la madrugada del 15 de febrero de 2024 volvió a matar. Su última víctima, un búlgaro llamado Ángel Asenov, no tuvo ninguna posibilidad de defenderse o de pedir ayuda. Dilawar lo atacó, golpeándole en la cabeza con una pesa de dos kilos y medio que había sido robada del gimnasio de la cárcel, en la celda número 1, de apenas 10 metros cuadrados, que ambos compartían dentro del módulo 12 del Centro Penitenciario Madrid VII.
La Guardia Civil encontró el disco de la pesa del gimnasio con la que habría cometido el crimen encima del escritorio, sin restos de sangre. / SUCESOS
«Le pedí que se duchara»
Fue el propio asesino quien con «sorprendente tranquilidad», avisó a los funcionarios de la cárcel, a través del interfono, de que había matado a su compañero. Más tarde, interrogado por la Jefa de Servicio de la prisión, Dilawar añadió: «Hemos tenido una discusión de limpieza porque Asenov no se duchaba y estaba hablando mal del gobierno búlgaro. Le pedí que se duchara y relajara, pero él sacó la pesa y me quiso golpear con ella, así que desde la litera de arriba se la quité y le golpeé en la cabeza. Luego, bajé de la cama y le golpeé cuatro o cinco veces más».

Tras el crimen, el asesino confeso hizo «una limpieza concienzuda» de la celda, según el sumario. / SUCESOS
Diecisiete meses después, el juzgado de instrucción 8 de Arganda del Rey (Madrid) sigue investigando el crimen. Las pesquisas han revelado carencias de seguridad en la prisión e incluso la ausencia de un protocolo que obligue a los funcionarios a controlar el material del gimnasio.
Su «actuación fue correcta»
Además, Instituciones Penitenciarias no ha logrado averiguar quién, cuándo y cómo robó del gimnasio el disco con el que Dilawar mató a su compañero de celda. Pese a ello, el informe realizado por una inspectora designada por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias para esclarecer el crimen, al que ha accedido el canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica, concluye que «la actuación de los funcionarios y la Jefa de Servicios aquella noche fue correcta» y propone archivar el caso.
«Ante los funcionarios no existía apariencia de malas relaciones entre el interno Dilawar Hussain Fazal y su compañero Ángel Asenov, de modo que les hubiese permitido predecir el trágico y lamentable suceso«, concluye la inspectora penitenciaria en su escrito.
«El mataviejas»
Como ya publicó este medio, varios presos declararon ante el juez que, antes del crimen, la víctima se había quejado «a una funcionaria» de tener que compartir celda con Dilawar, al que llamaba ‘el mataviejas’, y había pedido que los separaran, pero «no le hicieron caso»: «El búlgaro se quería cambiar de celda porque no estaba bien con el pakistaní, que le decía que era un guarro. El pakistaní decía que le miraba cuando se duchaba», aseguró uno de los reclusos más veteranos ante el juez.
Otro de los internos declaró ante el magitrado que para muchos presos «era obvio que una persona que ha asesinado a tres ancianos en la calle, no puede estar acompañado de un compañero de celda».
Un objeto pesado y grande
El informe de Instituciones Penitenciarias no explica cómo es posible que desapareciera una pesa del gimnasio de la cárcel sin que ningún funcionario se percatara de ello. Ni qué pudo fallar para que un preso lograra trasladar el disco, pesado y de grandes dimensiones, desde la planta baja del centro penitenciario hasta su celda, en la planta superior, y ocultarla allí sin que nadie lo viera.

El gimnasio de la prisión, de donde se robó la pesa con la que se mató a Asenov. / SUCESOS
Solo seis horas antes del crimen, a las 19:52 horas del del 14 de febrero de 2023, las cámaras de vigilancia de la prisión grabaron a la víctima, Asenov, «entregando un objeto, envuelto en una bolsa de color blanco» al asesino, Dilawar, justo antes de que ambos entraran en su celda. Según el informe de Prisiones, en el momento de la entrega, «Dilawar agarra el objeto con su mano derecha e incluso se puede precisa en la imagen que al cogerlo se le vence la mano izquierda y tiene que sujetarlo con la derecha».
A cambio de tabaco y café
La inspectora penitenciaria recoge en su informe sus «sospechas» de que fue en ese momento cuando los internos introdujeron el disco en la celda. Pero ni Dilawar ni Asenov eran usuarios del gimnasio. Otro recluso, amigo de ambos, declaró entonces que cualquier interno «pudo darle la pesa al búlgaro para que se la guardara. Esto es algo que se hace siempre aquí. El búlgaro guardaba cosas en su chabolo a otros presos para conseguir algo a cambio: tabaco, café…«.
La funcionaria que firma el informe dio credibilidad a su testimonio, sobre todo después de comprobar que tanto Dilawar como Asenov no tenían dinero en su peculio cuando sucedieron los hechos. A juicio de la inspectora ese hecho explicaría «que ambos guardaran objetos de otros internos a cambio de algo».
«Meras sospechas»
Durante su investigación interrogó incluso a un interno, asiduo al gimnasio de la prisión, al que Dilawar acababa de pedir el favor de que llamara a su madre. Con todos esos datos, la inspectora concluye en su escrito que «aunque pudiera existir alguna sospecha de que ese interno pudo ser quien aquella tarde entró al gimnasio y entregó algo a Asenov, no puede acreditarse que este sustrajera el disco del gimnasio. Esta afirmación se basa en meras sospechas«.
La familia del preso asesinado apunta a la responsabilidad de la prisión en su muerte: «Se han constatado fallos de seguridad importantes dentro de la cárcel. Tanto es así que a partir de los hechos ocurridos han cambiado la organización y el procedimiento de control en el gimnasio», explica el abogado de la víctima
Añade que tampoco se puede «deteminar si efectivamente se trataba de la pesa/ disco con la que Dilawar agredió a Asenov ni se puede concluir el tiempo que ese elemento llevaba en la celda, así como la persona que en su caso pudo sustraerla del gimnasio ni tampoco quién pudo depositarla en la celda número 1″.
Material sin control
El crimen de Asenov ha destapado dos graves deficiencias de seguridad en el centro penitenciario de Estremera. Por un lado, como se refleja en el informe de Instituciones Penitenciarias, «cualquier persona podía entrar en el gimnasio», del que además estaba a cargo un preso, que ejercía como ordenanza de la instalación deportiva y a quien habían encomendado la función de «controlar el material» que allí hubiese.
«Cualquiera podía entrar, incluso aunque no fuera hacer deporte. Y el propio interno encargado del gimnasio manifiesta que no puede estar todo el día vigilando«, señala la inspectora en su escrito.
Un preso a cargo del gimnasio
La funcionaria encargada del módulo supervisaba al preso encargado del gimnasio, pero según las conclusiones del informe su labor se limitaba a hacer «una comprobación visual de las zonas comunes, en las que se incluye el gimnasio» al inicio y al final de su jornada laboral.
La propia funcionaria reconoce en sus declaraciones: «Yo no hago un recuento de las pesas o discos que hay en el gimnasio, eso le corresponde al interno que se encarga de ello». La mujer añadió que, además, la dirección de la prisión ni siquiera les había facilitado un listado actualizado del material deportivo.
Un listado desactualizado
La inspectora penitenciaria comprobó que lo que decía la funcionaria era cierto: «consultada la lista que está a disposición de los empleados del módulo 12, se observa que data de la fecha 27 de marzo de 2018 y que en la misma aparecen elementos que actualmente no se encuentran en el gimnasio, y no aparece ningún disco de 2’5 kilos (como el usado para cometer el crimen)».
La segunda deficiencia en materia de seguridad de la prisión tiene que ver con la ausencia de un protocolo específico para controlar el material del gimnasio por parte de los funcionarios. La inspectora refleja en su informe ese hecho y propone a la dirección de la prisión que «regule un procedimiento detallado y minucioso de control y supervisión del material deportivo por parte de los profesionales penitenciarios, en aras a evitar la sustracción de elementos que por sus características puedan comprometer la seguridad del centro«.
Advierte de que «esos elementos pueden ser utilizados por la población penitenciaria para atentar contra la integridad física y la vida de las personas», como en el caso de Asenov. «Puede ser que la noche de los hechos los funcionarios siguieran el procedimiento correcto, pero eso no quita que el centro penitenciario tenga responsabilidad en lo ocurrido. En el extenso informe se constatan fallos de seguridad y descontrol dentro de la prisión importantes. Tanto es así que a partir de los hechos ocurridos han cambiado la organización y el procedimiento de control en el gimnasio», explica Rodrigo López del Cerro, el abogado de la familia de Asenov.
El letrado concluye: «Que el informe concluya proponiendo a la dirección del centro que se regule todo lo relativo al material del gimnasio dice mucho de las deficiencias existentes y de la responsabilidad de Instituciones Penitenciaras, por lo que entendemos que el informe apoya aún más nuestra tesis de que la Adminsitración tiene responsabilidad subsidiaria en lo ocurrido».