En pleno corazón de Vegueta, una de las zonas más emblemáticas y concurridas de Las Palmas de Gran Canaria, la convivencia entre peatones y vehículos de dos ruedas se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza. La calle Mendizábal, que arranca en el mercado de Vegueta, se ha transformado en un escenario donde patinetes eléctricos, bicicletas y otros vehículos similares circulan a velocidades extremas, poniendo en riesgo la seguridad de los viandantes que transitan por esta vía peatonal y los clientes de los restaurantes.
Lo que debería ser un espacio de tranquilidad y disfrute para residentes, turistas y comerciantes, se ha convertido en un peligro constante. Los usuarios irresponsables de estos vehículos ignoran las normas básicas de convivencia, invadiendo aceras y zonas reservadas exclusivamente a los peatones con una impunidad alarmante. El riesgo no es sólo teórico: los vecinos y comerciantes de Mendizábal alertan sobre la inminencia de accidentes graves que podrían derivarse de estas prácticas temerarias.
Las quejas no cesan y los afectados reclaman la intervención urgente de las autoridades municipales para establecer controles efectivos, imponer sanciones duras y, sobre todo, prohibir el tránsito de patinetes y vehículos similares en estas vías peatonales. La falta de regulación o la permisividad existente hasta ahora ha dejado desprotegidos a los peatones, que ven cómo su espacio se reduce y su seguridad se ve comprometida diariamente.
Un problema que afecta a otras calles
La calle Mendizábal no es un caso aislado. Este fenómeno refleja un problema global que afecta a muchas calles de la urbe, donde el auge de la movilidad sostenible choca con la necesidad de garantizar la seguridad y el respeto mutuo entre todos los usuarios de la vía pública. Sin embargo, en la capital grancanaria, la situación requiere medidas urgentes y contundentes que eviten que esta invasión sin control derive en tragedias evitables.
Ejemplos en Europa demuestran que la prohibición o la estricta regulación del uso de patinetes en vías peatonales puede ser una solución eficaz. Ciudades como París, Madrid y Londres han establecido normativas que limitan o directamente prohíben la circulación de estos vehículos en ciertas zonas peatonales, imponiendo sanciones significativas a los infractores. En Amsterdam, por ejemplo, se han creado áreas exclusivas para peatones donde está terminantemente prohibido el paso de patinetes eléctricos. De igual forma, ciudades como Berlín y Barcelona han implementado campañas de concienciación y multas para controlar el uso irresponsable.
Es imprescindible que el Ayuntamiento tome cartas en el asunto, estableciendo zonas claras de circulación para vehículos de dos ruedas y restringiendo su paso por áreas peatonales densamente transitadas. Solo así se podrá recuperar la armonía en calles como Mendizábal, donde vecinos y comerciantes desean seguir disfrutando de un espacio seguro, accesible y respetuoso para todos