La cogida

Siempre con la muerte por testigo, la verdad existe en los toros. Es la que practica Morante, un torero de época, de amor propio y de impulsos que busca la perfección en cada muletazo, desplegando su conocido toreo de arte, lento y profundo. Bueno, pues a veces esa verdad tiene un alto precio y se paga cara, como ha recordado Zabala de la Serna a propósito de la inoportuna cogida de Pontevedra, que no solo fue un accidente, sino la consecuencia del delicado equilibrio entre el control absoluto de la lidia y la naturaleza salvaje del toro. O entre la fragilidad y el coraje. La cogida es un instante donde la muerte y la vida se rozan; en el que el miedo se enfrenta a la dignidad. En ese momento el público que aprecia la tauromaquia no solo ve al artista, sino al hombre que arriesga su cuerpo para transformar ese miedo en belleza.

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