Hay una auténtica joya escondida de Gaudí y no está en Barcelona. Concretamente, está a 750 kilómetros de la capital catalana, a siete hotas y media en coche. La distancia que separa la Ciudad Condal de Comillas. La localidad de Cantabria alberga un singular edificio del arquitecto español. Y se puede visitar.
Antonio Gaudí ha dejado todo un legado patrimonial que supone, sin duda, uno de los grandes motores turísticos de Barcelona, que recibe millones de visitantes al año. La Sagrada Familia y el Park Güell, así como edificios como la Casa Batlló, constituyen grandes polos de atracción de la Ciudad Condal. Pero hay Gaudí fuera de Barcelona y de Cataluña.
También afamadas son las construcciones que dejó el arquitecto catalán en León. Dos edificios singulares como la Casa Botines y el Palacio Episcopal de Astorga, que se pueden visitar en territorio leonés. Pero en esta ocasión nos referimos a otra joya escondida del genio español de la arquitectura.
Para conocerlo hay que viajar a Comillas, histórica localidad cántabra. Se trata de Villa Quijano, conocido popularmente como El Capricho. Y ciertamente se trata de un capricho de alto valor. Toda una exquisitez arquitectónica plagada de singularidades.
La historia de El Capricho
El Capricho, cuyo nombre original es Villa Quijano, fue proyectado por Antonio Gaudí y construido entre 1883 y 1885 bajo la dirección de su colaborador Cristóbal Cascante, a petición del indiano Máximo Díaz de Quijano en Comillas (Cantabria). Pertenece a su etapa orientalista (1883–1888), inspirada en el arte islámico hispánico, mudéjar y nazarí, destacando el uso de cerámica vidriada, ladrillo visto y arcos mitrales. Después de periodos de abandono, transformación en restaurante y diversos propietarios, se convirtió en museo y abrió al público en julio de 2010, con lo que ahora se puede visitar.
El edificio destaca por su exuberante decoración modernista: incorpora un torreón cilíndrico, revestido de cerámica, evocador de un minarete, y está decorado con motivos de girasol, reflejo de interés por la música y la naturaleza . Su diseño incluye acero forjado, madera noble, azulejos vidriados, techos artesonados y ventanas con sistema de poleas que emiten sonidos musicales. El edificio gira en torno a un invernadero central que organiza las estancias según la trayectoria solar. Otro de esos detalles de valor incalculable que incluye la obra de Gaudí.
Visitas a El Capricho
Durante el verano y en temporada alta, El Capricho abre todos los días de 10:00 a 21:00, con último acceso a las 20:30. En primavera y otoño (marzo a junio y septiembre a octubre), el horario es generalmente de 10:30 a 20:00 o 20:30 horas, mientras que en invierno (noviembre a febrero) suele ser de 10:30 a 17:30, según explican en páginas web oficiales. El Capricho tiene, de hecho, su propia web para información y reservas.
El coste de las entradas es el siguiente:
- Entrada general (visita libre): 7 €.
- Tarifa reducida (estudiantes, mayores de 65 años, familias numerosas, personas con discapacidad acreditada, desempleados, docentes): 5 €
- Entrada familiar infantil (niños de 7 a 12 años): 3 €; menores de 7 años: gratis
- Visita guiada (45 minutos de duración): 10 €; tarifa reducida: 8 €. Niños (7–12 años): 6 €; menores de 7 años: gratuidad.
Se recomienda reservar con antelación, especialmente para visitas guiadas o temporadas de alta afluencia. Además, se dispone de audioguías en cinco idiomas. Igualmente, en El Capricho se organizan experiencias especiales como festivales nocturnos (“Capricho Nights”) con visitas autoguiadas acompañadas de música o teatro. Todo un lujo gracias a esta joya escondida de Gaudí.