Entre los meses de abril y el 6 de agosto de 2025, 21 menores de edad han perdido la vida por ahogamiento en España. La mayoría de estos casos ocurrieron en piscinas, especialmente en aquellas situadas en viviendas particulares, según un estudio de la asociación ‘Canarias, 1500 Km de Costa’, especializada en la prevención de accidentes acuáticos.
De los 21 fallecimientos registrados, 16 ocurrieron en piscinas (lo que representa el 76% del total), y de esos, 11 fueron en piscinas privadas ubicadas en chalets, casas de campo o viviendas unifamiliares. El resto se produjo en piscinas comunitarias, de hoteles, instalaciones municipales, parques acuáticos, balsas domésticas, pozas y pantanos. Tres menores murieron en playas y uno permanece desaparecido en el océano Atlántico. Las edades de las víctimas iban desde los 18 meses hasta los 17 años, siendo los más pequeños (de 0 a 5 años) los más afectados, con 10 fallecidos.
Horarios de mayor riesgo: la hora de la comida y la sobremesa
El análisis por franjas horarias muestra que el mayor número de muertes se produce entre las 12:00 y las 16:00 horas, con nueve casos. Esta franja coincide con las horas del almuerzo y la sobremesa, momentos en los que la atención de los adultos puede relajarse. Le siguen las franjas de 16:00 a 20:00 y de 20:00 a 22:00, con cuatro muertes cada una. Por la mañana (de 9:00 a 12:00) se registraron dos casos, y uno más entre las 22:00 y las 00:00, el de un niño de tres años fallecido en una piscina familiar en Córdoba, cuyo aviso se dio a las 23:50 del 6 de agosto.
Andalucía lidera en número de muertes infantiles por ahogamiento
En cuanto a la distribución geográfica, Andalucía es la comunidad que más muertes de menores por ahogamiento ha registrado durante el periodo analizado, con ocho casos. Le sigue la Comunidad Valenciana con cuatro, Cataluña con cinco (todos en playas), Canarias con dos y Baleares y Castilla-La Mancha con uno cada una.
El informe también señala que el 81% de los menores fallecidos eran niños (17 de los 21 casos), un patrón similar al que se observa en los ahogamientos de adultos.
Falta de vigilancia y prevención en el entorno doméstico
La asociación advierte de que la mayoría de estos accidentes se producen por un descuido o una falta de supervisión adecuada. Según su análisis, en nueve de cada diez casos hubo una ausencia clara de vigilancia por parte del adulto responsable. Recuerdan que el ahogamiento en menores suele ser rápido y silencioso. Un bebé de un año puede morir en menos de medio minuto y un niño de entre 4 y 7 años en tan solo tres minutos.
Aunque algunos especialistas recomiendan aplicar la «Norma 10/20» (vigilar al menor cada 10 segundos y poder alcanzarlo en 20 segundos), desde la organización apuntan que lo más efectivo sigue siendo acompañar al niño dentro del agua siempre que sea posible.
Medidas de seguridad: vallas, cierres automáticos y vaciado de piscinas
Entre las medidas preventivas más recomendadas, destacan la instalación de vallas de al menos 1,20 metros de altura en piscinas privadas, con puertas de acceso con cierre automático y pestillo que no puedan abrir los menores. En cuanto a los cobertores de piscina hechos con materiales como tela o plástico, avisan de que no siempre son seguros: algunos pueden atrapar al menor bajo el agua si pisan sobre ellos.
También llaman la atención sobre las piscinas portátiles y las hinchables, muy presentes en los hogares durante el verano. En el primer caso, se recomienda cubrirlas con tapas rígidas y seguras. En el segundo, se aconseja vaciarlas completamente después de cada uso, ya que dejarlas llenas representa un riesgo constante para los niños pequeños.
El fenómeno del “ahogado invisible”
El informe también menciona un fenómeno cada vez más frecuente en este tipo de accidentes: el llamado «ahogado invisible». Según la asociación, alrededor del 30% de los casos de ahogamiento infantil se producen en entornos con mucha gente, donde el menor pasa desapercibido. Puede que esté sumergido mientras los demás, incluso adultos, lo observan pensando que está jugando o buceando, cuando en realidad ha perdido la conciencia bajo el agua.