Safía trabajaba en una cafetería. Era una buena trabajadora y se desenvolvía bien en su puesto, era feliz en su trabajo y aspiraba a mejorar. Esto era una buena noticia. Implicaba un sueldo mayor y, por tanto, una mejor manera de ayudar a su familia que vive en los campamentos saharahuis de Tinduf. Sin embargo, la vida de esta joven de 28 años lleva en pausa más de un año y medio, en contra de su voluntad, en un país que no es el suyo.
Safía llegó a Dos Hermanas, Sevilla, la que ha sido su casa los últimos años, gracias al proyecto Vacaciones en Paz. Desde hace décadas, el objetivo de esta plataforma es traer a España niños y niñas saharauis para que, durante los meses de julio y agosto, estén alejados de la extrema dureza de las altas temperaturas del verano en el desierto, se realicen una revisión sanitaria y tengan una alimentación adecuada. Fue en una de estas visitas al médico durante el primer verano de Safía, como integrante de Vacaciones en Paz, que la pequeña saharaui fue diagnosticada con epilepsia y con un grave problema auditivo que requería intervención quirúrgica. Fue por recomendación de los médicos que ambas familias, la de acogida, y la biológica, firmaron un acuerdo, ante notario, por el cual Marisol y Luis serían los tutores legales en España de Safía y de su hermana hasta su mayoría de edad.
Marisol y Luis, familia de acogida de ambas hermanas, se han esforzado durante los últimos veinte años en que la relación a distancia con sus padres que permanecían en Tinduf, territorio saharaui en Argelia, fuera lo más cercana posible. Así lo cuentan con profunda tristeza desde el salón de su casa, en uno de los barrios más antiguos de Dos Hermanas. «Ellas se vinieron para seguir los estudios, luego se pusieron a trabajar y todo lo que podían se lo mandaban a su familia, nosotros siempre les hemos incentivado a que llamen a sus padres cada día». Luis insiste en esta idea: «Nosotros siempre que hemos ido a su casa en el Sáhara nos han tratado maravillosamente, el padre me dijo una de las veces, delante de ella, que sus hijas eran muy afortunadas porque tenían dos padres en el Sáhara y dos padres en España, y yo siempre lo he entendido así», por eso, dicen, no entienden esta decisión.
Safía está al otro lado de la pantalla del móvil. Atiende a El Correo de Andalucía desde la habitación de una casa de Argel donde vive escondida. Después de unos meses donde el miedo le dominaba, ahora se muestra fuerte y segura de conseguir su objetivo: volver a España. La de Safía es la historia de un laberinto diplomático.
Desde que Safía obtuvo la mayoría de edad viajaba frecuentemente «de vacaciones al Sáhara, como el que baja al pueblo a ver a los abuelos. En el momento en el que tuve los papeles bajaba cada vez que podía». Los papeles a los que se refiere acreditan su condición de apátrida. Safía renunció a su pasporte argelino, (que es el estado que controla los territorios del Sáhara frente a Marruecos), porque quería obtener la nacionalidad española. Para poder tener la nacionalidad antes debía permanecer cinco años sin salir de España, un esfuerzo al que Safía, por el momento, había rechazado ya que no estaba dispuesta a dejar de visitar a su familia biológica. Sin embargo, su último viaje que comenzó el 1 de febrero de 2024 aún no ha terminado. Cuando la joven se disponía desde los campamentos de Tinduf a regresar a su vida en Dos Hermanas, descubrió que su documentación había sido sustraída.
Han pasado 19 meses de este incidente y ni Safía ni su familia en Sevilla consiguen encontrar un motivo para este cambio de actitud de su familia biológica. La única respuesta que recibió fue la de su madre: «Ya le has dado mucho a los españoles».
Durante los dos meses que su familia la retuvo, sufrió maltrato psicológico y amenazas de muerte, relata con la tristeza que supone recibir un trato así de alguien que aprecias tanto. Por suerte, Safía se las ingenió para poder conservar su teléfono móvil y pedir ayuda a Luis y Marisol: «Al ver que le habían retenido su pasaporte, nos llamó pidiendo ayuda. Necesitaba que la sacaramos de allí, que su vida está aquí».
En esa llamada que le hizo a sus padres de acogida, Safía repetía que ella no vivía en el Sáhara, que quiere a su familia y que espera poder hablar con ellos una vez esté definitivamente a salvo pero que se niega a vivir una vida que no le pertenece. Después de veinte años en Sevilla, ella tenía aquí su trabajo, sus amistades, aspiraciones y proyectos de futuro, resumen Luis y Marisol.
Cuando esa llamada llegó Marisol no pudo llegar a imaginarse que esta historia se alargaría tanto. Hace 19 meses que no la ven. «Se intentó por todos los medios que la familia entrara en razón», explica. Con el corazón en un puño, y con la ayuda de terceras personas, que piden que se mantengan en el anonimato, pudieron gestionar la salida de Safía de los campamentos hacia Argel. Aunque su fuga fue un éxito, no estuvo exenta de complicaciones: sufrió un intento de secuestro por alguien que se hizo pasar por la persona que iba a recogerla y se tiró del coche en marcha al descubrir la encerrona que le habían jugado. Aquellos días son el relato del afán de supervivencia de una chica de 28 años.
Ahora, aunque está muy asustada, está parcialmente a salvo pero lleva más de un año confinada en una habitación, sin apenas contacto el exterior y en las pocas ocasiones que lo hace siempre acompañada. En una de estas salidas, ha podido acudir al consulado español en Argel. Pudo explicarles la situación y consiguió que le facilitaran un salvoconducto con el que poder viajar a España. Lo que intentó hasta en dos ocasiones, la primera vez el 1 de julio de 2024 y de nuevo el 9 de febrero de 2025, gracias a un segundo salvoconducto que le proporcionó el consulado español.
Nota administrativa de restruicción de movimiento: denuncia extraofical emitida por el Frente Polisario / .
A punto de subirse al avión, se le impidió embarcar. ¿El motivo? En contra de lo que se refleja en el arículo 49 de la Constitución de Argelia (2020), «Todo ciudadano tiene derecho a la libre circulación y al derecho de entrar y salir del territorio nacional, sin disitinción de género. Cualquier restricción a este derecho solo podrá ser ordenada por un período específico mediante una decisión motivada de la autoridad judicial.» Según las autoridades argelinas, Safía necesitaba la autorización del Frente Polisario saharaui para poder abandonar el país.