Donald Trump y Vladímir Putin se reunirán el próximo viernes en Alaska para discutir los términos bajo los cuales Rusia estaría dispuesta a firmar un alto el fuego con Ucrania. Una premisa que arrastra dos problemas. El primero es lo que ha declarado el mandatario estadounidense en sus redes sociales: que el “intercambio” de territorios podría ser parte del acuerdo. Y el segundo es que Volodímir Zelenski, el líder ucraniano, no ha sido invitado a una reunión donde –citando la declaración del propio Trump– posiblemente se discuta la partición territorial de su país.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, y teniendo en cuenta que ésta será la primera visita de Putin a Estados Unidos en diez años, el encuentro entre ambos presidentes ha generado un aluvión de titulares y, sobre todo, un buen puñado de preguntas.
¿Qué territorios se pueden «intercambiar»?
Una de las preguntas que más se está haciendo la gente tiene que ver con ese “intercambio” de territorios sugerido por Trump. ¿Cuáles puede ofrecer Ucrania a cambio de que Rusia se retire del que está ocupando?
Territorios controlados por Rusia.
Hasta hace unos meses la respuesta a esa pregunta habría sido: “Kursk”. O, mejor dicho, la parte de Kursk que las tropas ucranianas ocuparon durante más de medio año. El problema es que dichas tropas tuvieron que retirarse de allí el pasado mes de marzo.
Algunas de las especulaciones más repetidas hablan de una doble cesión: Rusia podría retirarse de las partes de Jersón y Zaporiyia que controla y Ucrania podría hacer lo propio de las poblaciones de Donetsk que todavía mantiene (la otra provincia del Donbás, Lugansk, cayó finalmente en manos rusas hace unas semanas). Una ecuación que, según ha podido saber EL ESPAÑOL, ha sido contemplada en alguna ocasión por altos funcionarios ucranianos durante los últimos meses.
Dos posturas opuestas
Zelenski, sin embargo, ya ha declarado que no piensa “intercambiar” ningún territorio ucraniano. “Desde que comenzó este proceso de negociación, hace unos seis meses, siempre hemos dicho lo mismo: estamos comprometidos con la paz, somos el país que más la quiere porque somos el que más sufre la guerra, pero no la podemos aceptar a cambio de que se viole la integridad territorial de Ucrania”, ha declarado Yuriy Sak, un destacado asesor del Gobierno ucraniano, a la BBC.
“Incluso si llegara el día en el que un Zelenski fuera de sí quisiese firmar la propuesta no podría hacerlo porque no tiene el poder para ello; será el pueblo ucraniano a través de sus representantes el que decida lo que es admisible y lo que no”, ha añadido.
Además, Putin tampoco ha ofrecido nada que se parezca a una cesión territorial por parte de Rusia. Lo que ha exigido es que Ucrania se retire por completo de Donetsk. Y solo si lo hace –ha dicho– aceptará congelar la línea del frente. Es decir: aceptará dejar de seguir intentando avanzar. Pero en ningún momento ha hablado de retirar las tropas rusas de ningún sitio.
Con todo, el planteamiento de Putin sí cruza una de las líneas rojas que él mismo trazó en su momento: la renuncia a hacerse con la totalidad de Jersón y Zaporiyia. Tampoco ha pedido, en esta ocasión, el desarme de Ucrania (otra de sus exigencias desde que comenzaron los tanteos entre ambas partes).
La gran incógnita: Trump
En cualquier caso, y al margen de las posturas de los contendientes, la mayoría de las preguntas en el aire tienen que ver con el propio Trump. Y es que nadie sabe muy bien qué esperar de él. ¿Terminará encarándose con Putin tal y como se enfrentó con Zelenski cuando éste visitó la Casa Blanca o, por el contrario, cundirá la sintonía y el entendimiento?
Lo que sí se sabe es que Trump considera a Zelenski una persona poco flexible –lo cual hizo que hace unos meses detuviese los envíos de ayuda militar a Ucrania– y a Putin un interlocutor poco fiable –lo cual hizo que hace unas semanas amenazara a Rusia con una batería de sanciones económicas–.
De hecho, muchos analistas creen que por ahí viene la reunión de Alaska: Putin estaría buscando seducir a Trump para, así, esquivar las sanciones y, de paso, devolverle la ‘patata caliente’ –tener que lidiar con la poca paciencia del estadounidense– a los ucranianos.
En otras palabras: estaría buscando desviar la frustración del inquilino de la Casa Blanca –‘quitárselo de encima’, como se diría coloquialmente– para poder seguir como hasta ahora: tratando de avanzar en el frente mientras bombardea las ciudades ucranianas por las noches.
Europa: la baza diplomática de Zelenski
Luego está, en penúltimo lugar, el rol que los europeos juegan en todo esto. Desde el punto de vista ucraniano tanto la Unión Europea como el Reino Unido importan. Y mucho.
Primero porque en el viejo continente el apoyo a Kiev en su resistencia a las cesiones territoriales es casi unánime. Y, en segundo lugar, porque Zelenski ve en sus aliados europeos –aunque más en Londres que en Bruselas– una vía diplomática efectiva a través de la cual pronunciarse ante la Casa Blanca. El problema es que, una vez más, los europeos han sido dados de lado por Estados Unidos en lo que al encuentro de Alaska se refiere.
La excepción –pero solo hasta cierto punto– la representa el Reino Unido, donde este sábado el vicepresidente JD Vance se ha reunido con el ministro de Exteriores británico, David Lammy, para discutir la cuestión.
Entre el hartazgo y las garantías
Finalmente está el sentir del pueblo ucraniano. Basta pasear por las ciudades del país para percibir el cansancio, el agotamiento y la frustración que siente la gente tras más de tres años de guerra.
Lo cual coincide con lo que sugiere una encuesta realizada recientemente por Gallup. A saber: que ahora mismo la mayoría de los ucranianos estaría de acuerdo con un proceso de negociación que desemboque en un acuerdo de paz.
Por ejemplo: a la pregunta de si “Ucrania debería continuar la lucha hasta conseguir la victoria” solo el 24% de los encuestados respondió afirmativamente (frente al 73% que lo hizo en 2022). En paralelo, la pregunta “Ucrania debería intentar negociar el fin de la guerra lo antes posible” cosechó un 69% de respuestas afirmativas (frente al 22% registrado en 2022).
Ahora bien: una cosa es estar a favor de negociar la paz y otra muy distinta aceptar la que plantea Rusia. Lo demuestra bien otra encuesta, también reciente, llevada a cabo por el Instituto Internacional de Sociología de Kiev. En ella solo el 17% de los encuestados parece dispuesto a dar el ‘sí’ a los términos rusos, mientras que el 76% dice estar “categóricamente en contra”.
La alternativa preferida, al parecer, es la paz que se plantea desde Europa. Una que incluya la adhesión de Ucrania a organismos supranacionales como la Unión Europea o la OTAN. Que incluya, en fin, la garantía de que el Kremlin no volverá pronto a las andadas.