Un nuevo estudio sugiere que las cacatúas no bailan para nosotros, sino porque el ritmo corre por sus venas, manifestándose como juego, creatividad y una pura expresión de vida.
Un nuevo estudio publicado en la revista PLOS One ha combinado el análisis de decenas de videos caseros de cacatúas bailando, compartidos en redes sociales, con un pequeño experimento en zoológico centrado en la reacción de estas aves ante la música.
El resultado revela un fenómeno más complejo y extendido de lo que se pensaba, y sugiere que este tipo de comportamientos podría tener implicaciones importantes tanto para la ciencia del comportamiento animal como para el bienestar de las aves en cautiverio.
¿Bailan las cacatúas por gusto y creatividad?
Diversos estudios previos ya habían observado que ciertas aves, como los loros grises africanos y en particular la famosa cacatúa Snowball, no solo imitan movimientos, sino que parecen sincronizarse espontáneamente con el ritmo musical. Sin embargo, la pregunta de si este fenómeno es general en los psitácidos (el grupo de aves al que pertenecen loros y cacatúas) aún no ha tenido una respuesta clara. Además, no se comprende del todo si se trata de simples movimientos aleatorios o de “bailes” complejos y variados, similar en algo a los que se observan en cortes de aves en libertad durante el cortejo.
Ejemplo de la capacidad bailarina de las cacatúas.
El equipo liderado por Natasha (Tash) Lubke, de la Universidad Charles Sturt (Australia) llevó a cabo un análisis exhaustivo de videos subidos por particulares a YouTube, Facebook, Instagram y TikTok, seleccionando aquellos en los que el sonido había sido efectivamente reproducido en el entorno del ave y no agregado con posterioridad. De más de un centenar de videos, filtraron 45 que cumplieron criterios estrictos de visibilidad, especie y variedad de movimientos, abarcando a cinco especies principales de cacatúas (alba, goffiniana, galerita, sanguinea y moluccensis).
Sorprendentemente, identificó hasta 30 movimientos diferentes asociados al “baile”, de los cuales 17 no habían sido descritos previamente en la literatura científica. Los movimientos comunes incluyen no solo el clásico balanceo de cabeza (headbang), sino también desplazamientos laterales, levantamiento de patas, giros de cabeza y combinaciones complejas de varios de estos elementos. Además, casi la mitad de los movimientos observados parecían raros o únicos de un solo animal, sugiriendo posibles diferencias individuales y elementos de improvisación o creatividad.
El hecho de que varias especies –incluso poco emparentadas entre sí– exhiban repertorios de movimientos similares, pero no idénticos, sugiere que “bailar” podría ser un fenómeno relativamente extendido y no necesariamente dependiente del parentesco genético, sino tal vez del entorno social, la personalidad individual y —posiblemente— del contacto con humanos.
Los investigadores incluso señalan que algunos movimientos recuerdan a los rituales de cortejo de cacatúas y otras aves observadas en su hábitat natural, como cuando los machos realizan complejas exhibiciones motoras para atraer a una pareja.
¿La música induce el baile o el baile surge espontáneamente?
Para explorar si la música puede provocar o “desencadenar” de manera confiable el comportamiento de baile y si se asocia a estados mentales positivos, el equipo organizó una pequeña prueba experimental con seis cacatúas de tres especies (galah, cacatúa galerita y Major Mitchell), alojadas en parejas macho-hembra en un zoológico australiano. A las aves se les presentó música (el tema “The Nights” de Avicii, con ritmo bailable), una grabación de podcast sin música como control, y silencio absoluto en diferentes días, registrando todos sus movimientos en video.
El resultado fue sorprendente: aunque absolutamente todas las aves realizaron conductas clasificadas como “baile” al menos una vez en todas las condiciones, no se observaron diferencias significativas entre la música, el podcast o el silencio. Es decir, las cacatúas bailaron tanto con música como sin ella, lo que sugiere que el impulso no depende únicamente del estímulo musical. Esto llevó al equipo a barajar varias hipótesis: tal vez el baile sea un comportamiento auto-recompensante (algo así como jugar por el simple placer de hacerlo), o tal vez esté influenciado por la interacción social entre aves, las rutinas de la especie o incluso la expectativa generada por la presencia repetida de humanos.
Referencia
Dance behaviour in cockatoos: Implications for cognitive processes and welfare. Natasha Lubke et al. PLOS One, August 6, 2025. DOI:https://doi.org/10.1371/journal.pone.0328487
¿Por qué importa el baile en las cacatúas?
El estudio plantea que la capacidad de bailar en cacatúas podría estar enlazada con sus extraordinarias habilidades de aprendizaje vocal, imitación y sincronización motora —habilidades que en la naturaleza se asocian al cortejo, pero que en cautiverio podrían expandirse a contextos lúdicos o sociales. Además, los patrones variados e incluso “creativos” de algunos movimientos sugieren procesos cognitivos complejos, posiblemente análogos (en escala animal) a la creatividad.
El baile, entendido como una forma de juego que reúne espontaneidad, repetición y placer, encajaría en nuevas definiciones de bienestar animal que no solo valoran la ausencia de sufrimiento, sino también la presencia activa de experiencias positivas. Así, ver a una cacatúa bailar podría ser un indicador de que está experimentando bienestar (aunque los autores advierten que los movimientos repetitivos sin variedad podrían confundirse erróneamente con estereotipos por aburrimiento o estrés). Por eso es fundamental estudiar en profundidad la diversidad y contexto de estos bailes.
Además, la investigación desliza la posibilidad de que estos “bailes” podrían volverse una herramienta práctica para enriquecer la vida de aves en cautiverio, mejorando su bienestar aportando estimulación mental y permitiendo expresar comportamientos propios de la especie.