Hace seis días, el presidente de EEUU, Donald Trump, anunciaba el envío de dos submarinos nucleares a aguas próximas a la Federación Rusa, tras una, en apariencia, grave escalada verbal con el expresidente ruso Dmitri Medvédev, a lo que Moscú respondía anunciando que no se sentía ya vinculada por la moratoria del despliegue de misiles nucleares de corto y medio alcance. Este miércoles, esta breve crisis entre las dos principales potencias atómicas del planeta parecía haberse disuelto como un azucarillo en un vaso de agua, después de que el Kremlin diera a conocer la celebración «en cuestión de días» de una cumbre entre los presidentes de ambos países, que muy probablemente se celebrará en los Emiratos Árabes Unidos (EUA), país que salió a colación también a propuesta de la parte rusa. Dados los escasos preparativos y la celeridad con la que se ha convocado la reunión, los analistas conceden escasas posibilidades a la consecución del ansiado pacto para un alto el fuego en Ucrania.
Ha sido precisamente Moscú, apoyándose en que la diferencia horaria le beneficiaba, donde se ha iniciado el torrente de filtraciones sobre la inminente cumbre, dando su celebración por cerrada cuando aún quedaban importantes flecos por decidir, en particular la posible participación en la cita del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. EEUU y Rusia han pactado la celebración de un encuentro durante «la próxima semana» en un lugar que será revelado más tarde, ha declarado con plena seguridad durante la mañana Yuri Ushakov, ayudante del presidente Vladímir Putin. Posteriormente, ha sido el propio Putin, quien ha dado a conocer el probable escenario del encuentro durante una reunión en el Kremlin con el presidente de los Emiratos Árabes Unidos, Mohamed bin Zayed Al Nahyan. «Tenemos muchos amigos dispuestos a ayudarnos a organizar un evento de este tipo; uno de ellos es el presidente de los EUA», ha proclamado el presidente ruso. El anuncio se ha realizado durante una amistosa reunión en la que el propio mandatario emiratí había expresado su deseo de incrementar sustancialmente su comercio con Rusia, multiplicándolo por dos.
Así las cosas, cuando ha amanecido en la capital norteamericana, los portavoces estadounidenses se han visto obligados a la ardua tarea de matizar los anuncios realizados desde Moscú y ponerlos en sordina. Un funcionario de la Casa Blanca ha afirmado a la prensa bajo el anonimato que Trump no se reuniría con Putin a menos que también aceptara encontrarse con el presidente Volodímir Zelenski, el jefe del Estado de un país cuya propia existencia ni siquiera reconoce. De momento, Putin da largas a la reclamación, asegurando que su disposición a celebrar semejante encuentro existe, pero dando a entender que aún queda mucho trabajo para que ello se materialice. «No tengo nada en contra, pero se tienen que dar ciertas condiciones para ello; desafortunadamente, todavía estamos lejos», ha declarado en un encuentro con reporteros.
Las noticias de una inminente cumbre han activado también una oleada de consultas telefónicas entre Zelenski y sus aliados europeos, en particular con el canciller de Alemania, Friederich Merz, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para coordinar una posición común. Al respecto, el mandatario ucraniano ha manifestado que Ucrania y Alemania compartían la percepción de que la guerra debía acabar «lo antes posible con una paz digna«. «Los parámetros para acabar esta guerra delimitarán el panorama de seguridad en Europa en las décadas a venir», ha recordado Zelenski.
Premura de tiempo
Los analistas coinciden en destacar en que la premura del tiempo y la ausencia de actores clave en el conflicto harán muy difícil la consecución de resultados tangibles tras el encuentro, en particular un acuerdo de alto el fuego. «Europa no estará allí; rusos y estadounidenses tomarán decisiones importantes sobre la arquitectura de seguridad en el continente europeo sin Europa», asegura a EL PERIÓDICO Charles Hecker, experto en temas referidos a Rusia y autor del libro ‘Suma Cero: el arco de los negocios internacionales en Rusia’ (C Hurst & Co Publishers Ltd). Este analista afincado en Londres, que ha pasado cuatro décadas viajando por la exURSS y ha trabajado en una importante consultora de riesgos geopolíticos, recuerda que «semejantes cumbres se preparan con mucha mayor antelación«, por lo que descarta que pueda producir efectos prácticos sobre el terreno. Como mucho, considera este experto, «esto es el arranque muy incipiente de un largo proceso» y lo mejor que podría emerger es un pacto para «seguir reuniéndose, por ejemplo entre Marco Rubio y Serguéi Lavrov», ambos al frente de las carteras de asuntos exteriores.
Sobre la eventualidad de que Zelenski acabe por unirse a las discusiones en los Emiratos Árabes Unidos, tal y como ha sido evocado durante el día, Hecker prácticamente la descarta. «No veo a ambos líderes en una misma habitación; mantienen grandes diferencias en temas fundamentales de importancia estratégica», concluye
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