Hubo un tiempo en el que la Ciudad del Artista Fallero de València se quiso convertir en un espacio lúdico y recreativo. Que se pensara en él como un sitio donde poder celebrar actividades aprovechando que es un lugar apartado, donde se molesta poco, cerca de la ciudad y, sobre todo, que fuera un punto de encuentro, un lugar al que ir para visibilizar que allí es donde se crean las Fallas. Se organizaron actos del mundo festivo con esa intención, como algunos aniversarios de la proclamación de la fiesta como Patrimonio de la Humanidad. Incluso hay comisiones cercanas que utilizan sus calles para ensayar bailes regionales. Pero ahí se quedó. Lo que no se quería, no se buscaba, y no remite, es que esa nocturnidad y ese aislamiento sea el escenario perfecto para la proliferación del botellón. Cada vez mayor, cada vez peor y cada vez más peligroso. Es normal que las fiestas nocturnas descontroladas busquen lugares aislados o muy acotados. Y que, en caso de ser desalojados, se muevan en busca de un nuevo escenario.
Las calles de la Ciudad del Artista Fallero han sido tradicionalmente punto de encuentro, pero cada vez mayor. Y lo sucedido en los últimos días no hace más que acrecentar su alarma. «El problema no es que haya botellón, es que además, ahora, ocurre cualquier día de la semana. Como estamos de vacaciones, ya no es una cuestión del sábado o el domingo«, asegura José Ramón Devís. Y una muestra fehaciente es el deplorable estado en el que amanecieron las calles este martes después de una noche muy larga. «Las calles llenas de suciedad, los contenedores los utilizan para hacer batallas, los mueven, derraman su contenido, orinan en nuestras puertas…». Lo único pasable es que la limpieza suele pasar con cierta regularidad y este martes, por ejemplo, por la mañana ya se había reordenado el particular campo de batalla con el que se encontraron al iniciar su jornada de labor.
Otro de los artistas que aún mantienen taller, Ximo Esteve, vive en las viviendas de la Ciudad Fallera «y se les escucha, claro. No como si estuvieras debajo, pero sabes cuando están haciendo de todo», incluyendo carreras de motos, partidos de fútbol «con nuestras puertas haciendo de porterías». Y el problema del descontrol, además, es el riesgo por el lugar donde se realiza. «En los talleres se hacen fallas. Es decir, material que puede encenderse» y recuerdan, en ese sentido, que la noche anterior, la del domingo al lunes, ardió un contenedor en la calle de Foc, muy cerca de otro taller con material fallero.
Así amaneció la Ciudad del Artista Fallero este martes / JRD
Almacén de coches hechos chatarra
Y si no es falla son más cosas, como los talleres que tienen artesanía, los que hacen de espacio deportivo o empresas de todo tipo, «que todas tienen material inflamable». Y por si fuera poco, una queja eternizada: las calles están llenas de coches convertidos en chatarra, con vertido de aceites y combustibles. «Esto puede convertirse en un escenario de guerra».
Cuando los propios artistas celebran su fiesta de Navidad plantan una falla, el «Pí de Nadal», hecho por los jóvenes aspirantes del Ciclo Formativo. Y, para poder prenderle fuego tienen que contar con un destacamento de bomberos para controlar cualquier posible incendio.
Los afectados tienen además localizado el modo de actuar «porque encontramos restos de bolsas de hamburgueserías y muy cerca tenemos las dos franquicias habituales, con lo que el plan lo tienen hecho: van allí, se traen la comida y rematan el botellón».
La Ciudad del Artista Fallero vive un proceso imparable de desintegración profesional. Desde hace años, las naves han sido vendida y alquiladas para actividades no relacionadas ni con la fiesta ni con los oficios artesanos, convertido de esta manera en un parque empresarial variado, en el que la elaboración de arte efímero (fallas, carrozas o decoración) es cada vez menor, con la paulatina venta o alquiler de las naves, habida cuenta de que las mismas no tienen ningún tipo de protección como actividad económica. En la actualidad se está construyendo, en una de las tres grandes parcelas que quedan por urbanizar, un complejo deportivo.
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