En menos de un día, el incendio declarado en los alrededores de la localidad francesa de Ribaute, en el distrito de Carcassone, ha quemado 15.000 hectáreas, el equivalente a toda la ciudad de París, y sigue propagándose con una velocidad hasta ahora inusitada. Los expertos afirman que la intensidad de las llamas está muy relacionada con, por un lado, factores climáticos como la sequedad del terreno, las altas temperaturas y el impacto del viento de tramontana y, por otro lado, por cuestiones logísticas como la escasez de recursos técnicos y humanos para extinguir las llamas. La suma de todos estos elementos se ha convertido en el combustible perfecto que alimenta el que ya ha sido definido como el mayor incendio de Francia del año.
En menos de un día, según reportan los bomberos locales, el fuego ha invadido ya 15.000 hectáreas, el equivalente a quemar toda la ciudad de París en tan solo unas horas
Todavía no se ha confirmado la causa del incendio –el alcalde de Ribaute, Alain Coste, apunta a una colilla–. Más allá de las causas concretas sobre el inicio de este fuego, lo que más sorprende es la rapidez y la voracidad con la que se están propagando las llamas por el territorio, donde ya se cuentan al menos una quincena de municipios afectados, unos 25 hogares dañados por el fuego, una vecina fallecida y una decena de heridos de gravedad.
Estos son algunos de los principales factores que están alimentando las llamas:
Desde hace meses, el sur de Francia arrastra una sequía severa que ha dejado el paisaje convertido en un polvorín. En departamentos como Aude y buena parte de los Pirineos Orientales, el déficit de lluvias ha superado el 55 % en invierno y ha llegado hasta el 69 % en junio, según datos recogidos por ‘Le Monde’. En este contexto, en toda la región se observan suelos áridos y una vegetación deshidratada y marchita. «Hay tal sequía en la región que las coníferas arden como antorchas. Esto provoca incluso que algunos árboles expulsen bolas de fuego a decenas de metros de distancia», explica Jacques Piraud, alcalde del pueblo de Jonquières, al diario francés.
Otro factor que está alimentando las llamas es el calor. Y es que, de la misma manera que ocurre en España, Francia también está atravesando un episodio de calor extremo que está dejando registros de entre 30ºC y 40ºC en gran parte de la región de Occitania, según reporta la plataforma Météo-France. Todo esto agrava las condiciones de base en las que se extienden las llamas, ya que, como explican los expertos, el calor contribuye deshidratar aún más la vegetación, reduce la humedad del suelo y eleva la temperatura de los materiales combustibles, lo que los vuelve mucho más inflamables. Además, favorece la formación de corrientes de aire caliente que oxigenan las llamas y pueden transportar brasas a otros puntos, acelerando la propagación. Son muchos los estudios que demuestran que las condiciones de calor extremo reducen el umbral necesario para que se inicie un fuego y, sobre todo, multiplican su intensidad y velocidad.
El calor reduce aún más la humedad del suelo y eleva la temperatura de los materiales combustibles, lo que los vuelve mucho más inflamables
Un tercer factor clave para explicar la voracidad de este incendio es el viento. De hecho, las zonas más afectadas por las llamas, como Narbona y los macizos de los Corbières, también están expuestas a la tramontana, viento frío y muy seco que sopla con fuerza a través de los valles y colinas. En las últimas horas se están reportando rachas de entre 75 a 90 km/h, lo que está acelerando de forma clara la propagación del fuego. Según explicó el comandante Servicio Departemental de Incendios y Socorro (SDIS) de l’Aude, Christophe Magny, la intensidad del viento está «incrementando considerablemente el riesgo de expansión de las llamas» y anticipando una «labor difícil» para los equipos de extinción.
En las últimas horas se estima que se han movilizado un total de 1.820 bomberos y al menos 500 vehículos terrestres para las labores de extinción. También se han desplegado cuatro hidroaviones Canadairs, dos Dashes y un helicóptero bombardero de agua. Pese a esto, son muchos los expertos que denuncian que estos recursos son insuficientes para abordar la intensidad fuego y que, de hecho, reflejan las carencias estructurales del sistema francés. Según reporta la Fédération Nationale des Sapeurs-pompiers en declaraciones al portal ‘France 24’, el país galo ha perdido más de 30.000 bomberos voluntarios en las últimas décadas. Este déficit afecta especialmente a zonas rurales del sur, donde muchas estaciones cuentan con personal muy limitado.
La principal flota francesa de hidroaviones contra incendios de gran magnitud, los Canadairs, han quedado obsoleta y, según reporta ‘Le Monde’, hay muchos dispositivos fuera de servicio
El diario ‘Le Monde’, por su parte, reporta que la principal flota francesa de hidroaviones contra incendios de gran magnitud, los Canadairs, han quedado obsoletos, pues se sabe que sus doce bombarderos de agua tienen una edad promedio de 30 años, muchos están frecuentemente en mantenimiento fuera de servicio.
Más allá de todos estos factores, los expertos también señalan el cambio climático como un «amplificador silencioso» de los grandes incendios. Se sabe que este fenómeno no enciende la primera chispa, pero crea las condiciones ideales para que las llamas se conviertan en un desastre. Según el climatólogo Roland Séférian, del centro de investigación climático francés CNRM, el calentamiento global ya está incrementando la frecuencia y la intensidad de las olas de calor y las sequías, dos factores que, como él mismo resume, «preparan el terreno para el fuego», afirma en declaraciones a ‘La Dépêche’.
En Francia, el índice que mide el riesgo de incendios forestales ha aumentado ya un 18 % desde los años sesenta
En Francia, de hecho, se estima que el índice de inflamabilidad de los bosques (IFM), que mide el riesgo de incendios forestales, ha aumentado ya un 18 % desde los años 60. Y si las emisiones de gases de efecto invernadero no se reducen de forma drástica, se proyecta que para el año 2100, las superficies quemadas podrían triplicarse, tal y como reporta un análisis de Météo-France.
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