Antes de regresar por segunda vez a la Casa Blanca, uno de los análisis más repetidos sobre la futura presidencia de Donald Trump es que se iba a caracterizar por su carácter transaccional, igual que lo fue la primera. Es la forma en que el magnate inmobiliario neoyorquino entiende las relaciones, ya sean de negocios, políticas o personales. Y así se está confirmando cada día que pasa desde que el pasado 20 de enero realizara el juramento de la toma de posesión, tanto en su gestión de los conflictos bélicos mundiales –Gaza o Ucrania– como en su política comercial, en la que está blandiendo la amenaza de aranceles estratosféricos para obtener concesiones del resto de países que poco o nada tienen que ver con el intercambio de bienes y servicios.
En la mayoría de los casos, esta ruleta arancelaria se está traduciendo por dinero para inversiones multimillonarias, pero también con medidas para frenar la inmigración ilegal o el tráfico de fentanilo, la droga que ha causado una epidemia sanitaria en EEUU.
Estos son algunos de los réditos que está logrando –o busca conseguir– Trump con su estrategia negociadora, más cercana al Rod Tidwell (Cuba Gooding, Jr.) de ‘Jerry Maguire’ cuando le espetó al representante de deportistas interpretado por Tom Cruise aquel famoso «show me the money!» («¡enséñame el dinero!») que a las tácticas habituales de la diplomacia internacional:
Tras la reunión celebrada a finales de julio en Escocia entre Trump y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, Washington y Bruselas acordaron un arancel máximo del 15% para las exportaciones europeas, con algunas excepciones que todavía deben concretarse y que se espera que incluyan al sector de la aviación o productos como las nueces, algunos lácteos, soja, comida para mascotas, maquinaria, productos químicos o fertilizantes. Esto implicará que si antes de la guerra comercial EEUU recaudaba entre 6.000 y 8.000 millones de dólares por la tasa media del 1,47%, cuando entren en vigor las nuevas tarifas la cifra se multiplicará por 10, hasta los 80.000 millones.
El aumento de las recaudaciones no es lo único que Trump se llevó de regreso a la Casa Blanca. El acuerdo marco con la UE incluye también compromisos para aumentar las compras de gas natural licuado, petróleo y productos nucleares por valor de 750.000 millones de dólares, así como inversiones por 600.000 millones. La primera cifra responde las necesidades actuales de los Veintisiete si reduce la dependencia energética de Rusia, mientras que la segunda se obtiene del cálculo realizado tras una consulta al sector privado sobre sus planes de inversión en suelo estadounidense. El magnate ya ha amenazado con subir los aranceles al 35% si la UE no cumple con esta promesa de inversión.
Tras meses de alta tensión entre China y EEUU, que llegaron a elevar hasta el 145% los posibles aranceles, ambas potencias firmaron a finales de junio un acuerdo según el cual Pekín se comprometió a reducir al 10% las tarifas sobre los productos estadounidenses y Washington hasta el 55% para los bienes chinos.
Pero quizá la parte más notoria de la entente fue la decisión de China de relajar las restricciones impuestas en abril a las exportaciones de tierras raras, minerales claves para sectores estratégicos como la defensa o el motor y cuya producción controla el gigante asiático.
México logró el pasado 31 de julio una nueva prórroga de 90 días para negociar un acuerdo comercial que evitó la entrada en vigor de los aranceles del 30% adicionales que Trump planeaba imponer a todas las exportaciones mexicanas a partir del 1 de agosto. Por el momento, se mantienen pues las tarifas del 25% para todos aquellos productos que no cumplan con los requisitos del T-MEC, el tratado que regula las relaciones comerciales entre los tres vecinos de Norteamérica. También rigen los gravámenes del 25% a los automóviles y del 50% al acero, el aluminio y el cobre.
Trump ha incluido en la negociación comercial con México temas relacionados con la seguridad, la inmigración y el narcotráfico.
Peor suerte ha tenido Canadá, hasta hace pocos meses un socio económico fiable. Trump ha elevado al 35% los aranceles de los bienes que no estén protegidos por el T-MEC, que según los expertos son el 6% de los productos que exporta Canadá. Sin embargo, el acero y los automóviles, cruciales para la economía de Ottawa, sufrirán con los gravámenes específicos.
Durante el anuncio de los nuevos aranceles, Trump reprochó la decisión del primer ministro Mark Carney de reconocer el Estado palestino y la «continua inacción y represalias de Canadá» en el marco comercial.
En la negociación comercial con la India, por su parte, han pesado las compras de petróleo ruso de Nueva Delhi y su reventa a otros países logrando «grandes beneficios». Por ello, Trump ha anunciado un aumento «sustancial» de los aranceles, aunque no ha detallado la cifra final. Hasta ahora, estaba situada en el 25%.
También tiene en su punto de mira la potente industria farmacéutica india. Según dijo el presidente de EEUU en una entrevista con la CNBC, su intención es repatriar la producción a territorio estadounidense. Para conseguirlo, inicialmente impondrá «un pequeño arancel» que «en un año, año y medio como máximo, subirá al 150% y luego al 250%».
El caso de Brasil es quizá el que contiene un contenido político más claro. En la orden ejecutiva firmada el pasado 31 de julio, Trump justificó la imposición de aranceles del 50% a los productos del país sudamericano en la amenaza que, a su juicio, plantean «las políticas, prácticas y acciones del Gobierno» de Luiz Inacio Lula da Silva para la «seguridad nacional, la política exterior y la economía de EEUU». Asimismo, el texto acusa a miembros del Ejecutivo de Brasilia de «infringir» la libertad de expresión y «violar los derechos humanos».
Unos días antes, el magnate neoyorquino ya había anunciado su intención de elevar las tarifas y vinculó su decisión directamente con lo que calificó de «caza de brujas» contra el expresidente Jair Bolsonaro, quien está siendo investigado por su supuesta implicación en la intentona golpista que quería evitar el regreso de Lula al poder.
Trump también ha conseguido concesiones de Corea del Sur. El 31 de julio, Seúl firmó in extremis un acuerdo comercial según el cual pagará aranceles del 15% (frente al 25% inicial planteado) por los bienes que exporte a EEUU, mientras que Washington no deberá abonar ni un dólar por los productos que entren en Corea del Sur.
Como en el caso de Bruselas, el pacto también prevé que Seúl invierta 350.000 millones de dólares en Estados Unidos y el compromiso de adquirir gas natural licuado y otros productos energéticos estadounidenses por valor de 100.000 millones de dólares.
Además, según explicó el presidente de EEUU, Corea del Sur será proactiva en materia comercial y facilitará la compra de automóviles y productos agrícolas del país norteamericano.
Tras más de tres meses y siete rondas arancelarias, Japón logró llegar a un acuerdo en materia comercial con la Administración Trump. Del gravamen inicial del 25% se pasó al 15%, mientras que se reducirá al 12,5% el que se aplicará a las exportaciones de automóviles y recambios, una excepción al arancel del 25% que Trump ha impuesto a este sector.
Para rubricar el pacto, Tokio tuvo que plegarse a las demandas de Wahington de abrir sus mercados a más importaciones de vehículos y arroz estadounidenses, así como a invertir 550.000 millones de dólares en EEUU.
El acuerdo comercial firmado entre Estados Unidos y Pakistán incluye permisos para que Washington pueda ayudar a desarrollar las «enormes» reservas de petróleo en gran parte inexploradas del país asiático. El comunicado difundido no especifica dónde se llevaría a cabo la exploración, pero según la agencia Associated Press la mayoría de reservas se encuentran en Baluchistán, una provincia separatista azotada por la insurgencia.
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