vacaciones privadas tras un curso político agitado

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha emprendido un viaje privado a Miami acompañada de su pareja, Alberto González Amador, y la familia de este. El destino elegido, uno de los más exclusivos del Estado de Florida, no es ajeno a la agenda de la dirigente del Partido Popular madrileño, que ya ha visitado la ciudad en diversas ocasiones con fines institucionales. Sin embargo, esta vez el viaje no está ligado a ningún acto oficial, sino a unas vacaciones que se prolongarán hasta mediados de agosto, según ha adelantado el periodista David Fernández en Infobae este martes.

Ayuso ha despejado por completo su agenda para disfrutar de unos días de descanso, tal y como reflejan sus redes sociales. Antes de aterrizar en Estados Unidos, la presidenta también se dejó ver en Ibiza, otra de sus escapadas veraniegas habituales. Está previsto que regrese para presidir la tradicional misa de la Virgen de la Paloma, el 15 de agosto. Pero lo que podía haber sido una pausa discreta en el calendario de la presidenta adquiere otro matiz al observar el contexto: junto a ella viaja su pareja, imputado por delitos económicos, en medio de un proceso judicial que, inevitablemente, se proyecta sobre la figura pública de Ayuso.

Aunque en anteriores ocasiones la presidenta ha intentado separar su vida política de la personal, la situación judicial de González Amador ha hecho que esa frontera se difumine. El empresario está procesado por fraude fiscal y falsedad documental, con una petición de hasta cuatro años de cárcel por parte de la Fiscalía, además del pago de una importante multa. Los hechos investigados se remontan a los ejercicios fiscales de 2020 y 2021, periodo en el que ya mantenía una relación sentimental con Ayuso.

La pareja ha optado desde el principio por la discreción. No hay fotos conjuntas en redes, ni menciones explícitas. Sin embargo, en marzo de este año, salió a la luz sobre la complejidad del caso: González Amador habría defraudado 350.000 euros utilizando facturas falsas. Además, ambos comparten domicilio en una vivienda compuesta por dos pisos en Chamberí, uno propiedad de él y otro alquilado a su asesor fiscal. La noticia desencadenó una oleada de reacciones en la Puerta del Sol, donde el equipo de Ayuso activó todos los resortes institucionales y mediáticos para ofrecer una versión alternativa de los hechos, llegando incluso a acusar a Hacienda de deberle dinero a González Amador.

Mientras, Ayuso intenta preservar su imagen y agenda institucional, los movimientos de su pareja continúan generando titulares. Además de los procedimientos ya abiertos, un juzgado madrileño investiga sus vínculos con empresas del sector sanitario privado, lo que añade más sombras a un perfil que la presidenta intenta mantener en segundo plano. No obstante, su defensa cerrada y el uso de recursos públicos para justificarlo han sido duramente cuestionados incluso dentro del entorno político conservador.

El destino elegido para estas vacaciones tampoco es casual. Miami se ha convertido en una de las plazas predilectas de Ayuso. Desde que asumió la presidencia de la Comunidad, ha viajado en cuatro ocasiones a Estados Unidos, en visitas que han combinado reuniones institucionales con declaraciones de marcado tinte político. En junio de este mismo año estuvo allí con rectores universitarios para promover Madrid como destino académico e inversor. Curiosamente, González Amador también tiene vínculos empresariales en la zona: en 2022 constituyó en Boca Ratón, una lujosa localidad cercana a Miami, una sociedad llamada Burnet & Brown Investments, cuya actividad no consta registrada oficialmente.

La pareja ya fue noticia hace unas semanas por haber pernoctado en un edificio adquirido recientemente por la Comunidad de Madrid en Rascafría, cuyo uso debería estar destinado a fines públicos. Aquel episodio levantó ampollas, aunque desde el entorno de la presidenta se restó importancia al asunto. Sin embargo, la concatenación de episodios que mezclan lo público y lo privado comienza a erosionar esa imagen de liderazgo fuerte y sin fisuras que Ayuso ha cultivado durante años.

En el horizonte inmediato no hay previsión de que la presidenta se pronuncie sobre el caso judicial de su pareja. El silencio se ha convertido en estrategia, y el sol de Miami, en telón de fondo. Mientras tanto, las causas judiciales siguen su curso y la oposición observa, no sin cierta incredulidad, cómo la jefa del Ejecutivo madrileño encaja lo inencajable sin asumir responsabilidades ni ofrecer explicaciones convincentes. La sombra de González Amador acompaña cada vez más de cerca a la presidenta, incluso a miles de kilómetros de Madrid.

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