Paco Núñez se abraza a Vox y da por hecho un pacto si suma mayoría en Castilla-La Mancha

Paco Núñez ha confirmado lo que muchos ya intuían: el Partido Popular de Castilla-La Mancha considera a Vox su socio natural de gobierno, y así lo ha reconocido abiertamente en una entrevista en la que ha defendido la necesidad de un «cambio» político en la región que implique desalojar al actual gobierno socialista de Emiliano García-Page.

Lejos de marcar distancias con la formación de extrema derecha, Núñez ha asegurado que mantiene una buena relación con la dirección de Vox, tanto a nivel regional como nacional. Ha mencionado específicamente a David Moreno, líder de la formación en la región, y ha señalado que se esfuerza por «cultivar» relaciones personales con dirigentes de otros partidos, incluyendo expresamente a Vox.

En un gesto que normaliza la presencia de la ultraderecha en las instituciones, ha lamentado que Vox ataque al PP y ha llegado a decir que eso supone «equivocarse de enemigo». Una expresión que revela cómo el líder del PP regional considera que ambas formaciones deben colaborar para lograr el poder en la región, incluso si eso implica compartir gobierno con un partido que ha negado derechos fundamentales, cuestionado la memoria democrática y atacado las políticas de igualdad.

Da por hecho que solo podrá gobernar con Vox

El líder del PP de Castilla-La Mancha ha insistido en que la evolución demoscópica es «muy favorable» para su partido y para Vox, al tiempo que ha despreciado las encuestas que atribuye al PSOE, a las que tacha de «dudosa procedencia».

Pese a su discurso de optimismo, sus declaraciones revelan que Núñez asume que Emiliano García-Page volverá a ganar las elecciones y que la única vía posible para el PP será construir un gobierno alternativo con el respaldo de Vox.

Un escenario que da por válido sin cuestionar las implicaciones democráticas de incluir a la ultraderecha en el Ejecutivo autonómico. Además, ha sugerido que no se fía de la palabra de Page respecto a la reforma del Estatuto y la posibilidad de aumentar el número de diputados, insinuando que el presidente socialista podría hacerlo por puro cálculo electoral.

Una visión preocupante sobre inmigración

Núñez también ha abordado su visión sobre inmigración, en un terreno abonado por los discursos más radicales. Ha insistido en que el PP no defiende ni el rechazo generalizado ni una apertura sin control, pero ha señalado que quien «viene a delinquir» debe ser expulsado. Un marco argumental que entronca con la retórica de Vox, criminalizando sin matices a colectivos vulnerables sin aportar datos reales.

Sobre los menores no acompañados, ha sostenido que deben tener un «itinerario» de integración y ha afirmado que también se debe contemplar que puedan «volver a su país». Un planteamiento que ignora la legislación vigente en materia de protección de la infancia y los compromisos internacionales en derechos humanos.

Silencio ante los escándalos del PP

Mientras ha exigido explicaciones al Gobierno de Castilla-La Mancha por supuestas contrataciones con empresas investigadas en el caso Koldo, Núñez ha sido mucho más laxo al hablar de las conexiones de su propio partido con tramas similares. Preguntado por los pagos de Codere al despacho del exministro del PP Cristóbal Montoro o por la relación de Rafael Catalá con la misma empresa, se ha limitado a una defensa genérica de la ejemplaridad.

Ninguna mención a expedientes internos, ni una sola petición de responsabilidades concretas. Solo generalidades como que «la corrupción hay que perseguirla venga de donde venga», mientras se desvía el foco hacia el PSOE sin asumir el coste político de los escándalos que salpican al PP.

Un ejemplo de esa doble vara de medir ha sido su valoración sobre el concejal del PP de Villarrobledo que se postuló a una oposición pública de su propio Ayuntamiento. Aunque ha admitido que no es ejemplarizante, Núñez ha dado por zanjado el asunto con la renuncia del edil al proceso, sin plantear ninguna reflexión sobre los límites éticos que deberían respetar los cargos públicos.

PP y Vox, una alianza cada vez más clara

Con este posicionamiento, el líder del PP en Castilla-La Mancha ha consolidado un mensaje político que asume como inevitable un futuro acuerdo de gobierno con Vox. La estrategia pasa por erosionar al PSOE mientras se normaliza el papel de la ultraderecha como actor clave en las instituciones.

Nada dice Núñez sobre las consecuencias sociales de ese acercamiento ni sobre las políticas regresivas que implica, en especial en materia de derechos civiles, igualdad o memoria democrática. Su prioridad es una: arrebatar el poder a García-Page, y para ello está dispuesto a compartirlo con quienes niegan los consensos básicos de la democracia

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