Los científicos identificaron «reguladores» clave que ayudan a controlar el metabolismo de los animales que hibernan, y dicen que los mismos genes podrían tener beneficios sin explotar para los humanos.
Durante meses, los animales hibernantes sobreviven sin alimento ni agua, con su temperatura corporal al borde de la congelación y un metabolismo casi detenido. Al despertar, revierten sin secuelas afecciones similares a la diabetes tipo 2, enfermedades neurodegenerativas y daños por accidentes cerebrovasculares. Este fenómeno fascinó a un equipo de la Universidad de Utah, en Estados Unidos, que ahora sugiere que esos “superpoderes” podrían esconderse en nuestro propio genoma, esperando para ser activados algún día.
Directores de orquesta
En el centro de esta investigación figura el gen locus FTO, reconocido como el mayor factor de riesgo genético de obesidad en humanos. En animales hibernadores, sin embargo, estas mismas secuencias cercanas al FTO parecen regular de manera inteligente el almacenamiento y la quema de grasa según las estaciones. Antes del ayuno prolongado, los animales acumulan reservas: durante la hibernación, las consumen de modo gradual, manteniendo músculo y función cerebral intactos.
Según una nota de prensa, los científicos identificaron regiones de ADN no codificantes que interactúan con genes vecinos para modular su expresión. Estas secuencias actúan como «directores de orquesta», subiendo o bajando el volumen de centenares de genes al mismo tiempo. Cuando los investigadores “desactivaron” algunas de estas secuencias en roedores, observaron cambios drásticos en el peso, la tasa metabólica y la recuperación de la temperatura tras un estado análogo a la hibernación.
Para lograr aislar estos reguladores, el equipo combinó diferentes enfoques genómicos, que se describen en dos nuevos estudios publicados en la revista Science. Por un lado, rastrearon regiones conservadas en todos los mamíferos pero enriquecidas en mutaciones de hibernadores. Luego midieron la actividad génica inducida por el ayuno en ratones y, por último, identificaron miles de elementos con mayor probabilidad de sustentar la hibernación biológica.
Referencias
- Conserved noncoding cis elements associated with hibernation modulate metabolic and behavioral adaptations in mice. Susan Steinwand et al. Science (2025). DOI:https://doi.org/10.1126/science.adp4701
- Genomic convergence in hibernating mammals elucidates the genetics of metabolic regulation in the hypothalamus. Elliott Ferris et al. Science (2025). DOI:https://doi.org/10.1126/science.adp4025
Revertir enfermedades con gran incidencia
La mayor parte de las mutaciones relacionadas con la hibernación “rompen” la función original de estas regiones, sugiriendo que los animales hibernadores eliminaron restricciones que limitan la flexibilidad metabólica. Mientras el “termostato” humano está bloqueado en un consumo constante de energía, los hibernadores abren ese cerrojo y alternan entre fatiga mínima y supervivencia extrema. Esa capacidad de revertir neurodegeneración, evitar atrofia muscular y prolongar la longevidad despierta el interés de la medicina moderna.
Según los autores, los humanos ya poseemos la arquitectura genética necesaria para lograr los mismos resultados, solo basta con descubrir y “activar” los interruptores adecuados. Si logramos imitar la regulación génica de los animales hibernadores, podríamos idear terapias revolucionarias para la diabetes tipo 2, el Alzheimer, los accidentes cerebrovasculares y el envejecimiento acelerado: la clave está oculta en nuestro propio ADN.