El imperio de los Gullón, 130 años y 5 generaciones haciendo galletas en el mismo pueblo de Palencia: «Facturamos 597 M»

En 1892, José Gullón, un confitero zamorano, decidió fundar su propia empresa de galletas en un pequeño pueblo de Palencia, Aguilar de Campoo. No era el lugar más grande ni con más industria, pero tenía algo único: el trigo de Tierra de Campos.

Y este emprendedor supo convertir este cereal en el oro con el que logró que su compañía no solo haya perdurado hasta hoy, sino que más de 130 años después se haya convertido en un imperio que facturó 597 millones en 2024, llamado Galletas Gullón.

Hoy, el legado de José ha permanecido latente. El epicentro de la compañía y donde se realiza el 100% de la producción sigue siendo Aguilar de Campoo, desde donde su nieta, Lourdes Gullón, preside lo que hoy se ha convertido en una multinacional que alegra los desayunos y las meriendas de miles de niños en más de 125 países del mundo.

Esta empresaria, nieta de José Gullón, atiende a EL ESPAÑOL en plena celebración por las 13 décadas de historia de la marca. En su caso, asumió la presidencia en 2019, tomando así el testigo de su madre.

La presidenta de Galletas Gullón, Lourdes Gullón, en una tienda de la empresa.


La presidenta de Galletas Gullón, Lourdes Gullón, en una tienda de la empresa.

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«En nuestra mesa no se hablaba de negocios, pero no faltaban galletas«. Y es que, siendo niño, hay pocas sensaciones más decepcionantes que acercarse a hurtadillas al tarro de galletas y encontrárselo vacío. Eso nunca ocurría en su casa.

«Hemos pasado de ser una galletera local a ser una empresa global gracias al compromiso de estas cinco generaciones, que han sido pioneras e innovadoras en cada una de sus épocas, sin perder en ningún momento el compromiso por nuestra tierra».

Pregunta.– ¿En qué momento de su historia pasa Galletas Gullón de ser una empresa que vende galletas a nivel local a convertirse en un gigante con presencia en el extranjero?

Respuesta.– A finales del siglo XIX, varias familias de Aguilar de Campoo introdujeron la fabricación de galletas en España aprovechando el excelente trigo de Tierra de Campos que tenían a su disposición y la entrada de productos como el azúcar desde el puerto de Santander.

En nuestro caso, mi abuelo, que era confitero en su Zamora natal, fundó la empresa en 1892. Desde entonces, el negocio ha estado en constante evolución, aunque las dos últimas décadas han resultado claves en nuestra estrategia de internacionalización. Hoy, el 44 % de nuestra facturación ya procede de mercados internacionales, estando presentes en más de 125 países.

Del semblante de la presidenta de Gullón, siempre disciplinado y con un temple inquebrantable, escapa de repente un brillo especial cuando menciona a un personaje fundamental en la historia de la empresa, y más aún, en la suya propia: su madre, María Teresa Rodríguez.

Lourdes Gullón, junto a su madre y presidenta de honor de la empresa, María Teresa Rodríguez.


Lourdes Gullón, junto a su madre y presidenta de honor de la empresa, María Teresa Rodríguez.

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«Es una mujer valiente, tenaz y tremendamente comprometida con su familia y su empresa. Asumió la dirección de la compañía en 1983, tras el fallecimiento de José Manuel Gullón, en una época en la que no era habitual ver a mujeres en puestos de alta dirección«.

«Ella nos marcó y nos sigue marcando el camino para ser la gran empresa que somos hoy, apostando firmemente por la innovación y siendo pioneros en el segmento de la galleta saludable desde los años ochenta. Hoy, continuamos aprendiendo de ella, con su ejemplo y con sus consejos como presidenta de honor».

P.– ¿Cuál es la lección más valiosa que le enseñó su madre para la vida y para los negocios?

R.– Para la vida, me ha enseñado la importancia del esfuerzo, la humildad y el trabajo en equipo. Siempre ha dicho que en Galletas Gullón entre todos hacemos todo; y es cierto, no hemos perdido nunca esa esencia de colaboración tan propia de una empresa familiar.

En los negocios, mi madre se ha caracterizado siempre por combinar la determinación y la sensibilidad. De este modo, ha sido capaz de convertir una galletera local en una empresa puntera gracias a la innovación y sin perder en ningún momento el apego por nuestra tierra y por nuestra gente.

En 2019, tras más de tres décadas al frente de Galletas Gullón, me cedió el testigo de la presidencia de la compañía.

P.– En su caso particular, ¿cuáles son sus recuerdos personales más tempranos vinculados a la empresa?

R.– Es complicado pensar en un primer recuerdo, desde siempre he estado vinculada a la compañía, he conocido a los trabajadores y los procesos de producción desde bien pequeña. Además, fabricamos galletas, un producto que está muy ligado a la infancia, por lo que ese sabor tan especial de cuando somos niños en mi caso fue por partida doble.

Lourdes Gullón posa con un cuadro de su madre y presidenta de honor de la empresa, María Teresa Rodríguez.


Lourdes Gullón posa con un cuadro de su madre y presidenta de honor de la empresa, María Teresa Rodríguez.

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P.– ¿Cómo se vivía Galletas Gullón en su casa durante su infancia? ¿Se hablaba de negocios en la mesa?

R.– Desde pequeña pude comprobar que Galletas Gullón no era solo una fábrica de galletas: era un proyecto de vida para muchas familias de nuestro pueblo, Aguilar de Campoo. Esa sensación de pertenencia y responsabilidad me marcó profundamente, de modo que he querido fomentarlo desde que accedí a la presidencia.

Aunque hemos buscado separar las decisiones empresariales de nuestra vida personal, algo muy importante para cualquiera. Eso sí, en nuestra mesa no se hablaba de negocios, pero no faltaban galletas.

«La empresa no es solo algo que forma parte de mi familia, sino también de mi tierra, de Aguilar de Campoo. Todo joven se plantea quedarse en su lugar de origen, pero como pasa en muchas zonas de la España rural, no existen oportunidades atractivas», lamenta la empresaria.

Una antigua fotografía coloreada de la antigua fachada de la fábrica de Galletas Gullón.


Una antigua fotografía coloreada de la antigua fachada de la fábrica de Galletas Gullón.

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Y es que uno de los grandes méritos de la compañía ha sido ‘triunfar’ lejos de las grandes ciudades, desde una pequeña localidad de la España rural. Se trata de un municipio con menos de 7.000 habitantes cuya historia se remonta al reinado de Alfonso X el Sabio, incluso antes.

Aunque en las últimas décadas, la industria galletera es lo que lo ha hecho florecer. En el caso de la empresa que preside Lourdes Gullón, ese florecimiento lleva los productos de su tierra por todo el mundo.

«Nuestra estrategia está profundamente enraizada en el desarrollo del entorno rural. Trabajamos con proveedores de la zona, promovemos el empleo de calidad en la comarca y colaboramos activamente con instituciones locales».

«Aunque contamos con filiales en Portugal, Italia, Francia, Reino Unido y Estados Unidos, toda la producción se realiza en nuestras plantas de Aguilar de Campoo. Nuestro compromiso no es solo económico, sino también social, educativo y medioambiental, con iniciativas que refuerzan el tejido productivo y comunitario del municipio y de la Montaña Palentina».

La fábrica de Galletas Gullón en Aguilar de Campoo, en 1955.


La fábrica de Galletas Gullón en Aguilar de Campoo, en 1955.

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P.– ¿En qué países están presentes las galletas Gullón?

R.– Estamos presentes en más de 125 países en los cinco continentes. Nuestros principales mercados incluyen Europa, Estados Unidos, países del arco mediterráneo, Asia-Pacífico, India y América Latina.

El crecimiento en regiones emergentes es una prioridad estratégica para los próximos años para lograr ese objetivo de superar las ventas nacionales con exportaciones para el año 2030.

P.– ¿Cómo se equilibra la profesionalización de una gran empresa con el ambiente casi familiar que puede haber en una organización con tanta historia?

R.– Ese equilibrio es uno de los grandes logros de Galletas Gullón. La clave está en profesionalizar sin deshumanizar. Contamos con estructuras modernas, sistemas de evaluación del desempeño, formación continua y una cultura de innovación.

Todo eso convive con un fuerte sentido de pertenencia, respeto por nuestra historia y un trato cercano con los empleados. Muchos han hecho aquí su carrera de vida, y eso se nota en el ambiente.

Actualmente, mantenemos más de 2.200 empleos directos y contemplamos alcanzar los 3.000 en 2030, con una previsión de al menos 100 nuevas contrataciones anuales.

Una trabajadora de la fábrica de Galletas Gullón, en Aguilar de Campoo (Palencia).


Una trabajadora de la fábrica de Galletas Gullón, en Aguilar de Campoo (Palencia).

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P.– Y desde el punto de vista del mercado, ¿cuáles son las tendencias?

R.– Seguimos consolidando nuestro liderazgo en el segmento de galletas saludables, un ámbito en el que hemos marcado tendencia durante décadas. También estamos innovando en nuevas referencias orientadas tanto al público infantil como al adulto, con especial atención a los productos compatibles con las intolerancias alimentarias

P.– ¿Cuáles son los próximos proyectos de la compañía?

R.– Hemos previsto una inversión de 20 millones de euros destinada a ampliar nuestras instalaciones de almacenamiento, un paso esencial para absorber el incremento de fabricación y preparar la estructura operativa para la llegada de nuevas líneas de producción.

En el plano internacional, la expansión hacia nuevos territorios sigue siendo prioritaria. Galletas Gullón está intensificando su presencia en regiones emergentes, sin perder de vista el crecimiento en los mercados donde ya tenemos una posición consolidada.

Lourdes Gullón mira al futuro con la seguridad del que tiene una hoja de ruta clara. En su caso, ese planning de la empresa «combina crecimiento sostenible, innovación continua y expansión internacional».

Todo ello, con Aguilar de Campoo como epicentro y con la gran identidad que solo da la sangre que fluye por las venas de la compañía: la de la familia Gullón, como siempre ha sido desde hace más de 130 años.

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