Saltó a las redes e inmediatamente se hizo viral en Colombia. Hace unos días, el usuario @villamizar.1999, con toda seguridad guerrillero de una disidencia de las FARC, difundió en TikTok un vídeo de 38 segundos de duración en el que se mostraban los mandos a distancia de un dron, con una pantalla donde se reproducían las imágenes a distancia que estaba tomando la máquina de matar dirigida por él. Era la escena de una caza al hombre en una plantación de coca, y tenía como objetivo dos soldados locales, a los que lanzó sendas bombas antes de que estos pudieran escapar milagrosamente con vida. «Mi momento favorito es cuando tengo que mostrarles las consecuencias de sus actos«, era el eslogan de la grabación.
El incidente tuvo lugar en Jamundí, en el departamento de Valle del Cauca, en el este del país andino. Fue tan solo la constatación visual de una ardua realidad que afrontan las fuerzas de seguridad colombianas en su lucha contra milicias insurgentes: la intensificación de los ataques con aparatos volantes no pilotados, toda una novedad en el largo conflicto colombiano. En lo que va de año, según fuentes militares, han tenido lugar 73 incidentes de estas características, muchos de ellos contra civiles, tanto en el norte fronterizo con Venezuela como en el este.
Y con la aparición de estos ingenios, vienen aparejadas acusaciones contra estados que estarían entrenando a los guerrilleros colombianos en el manejo de esta nueva arma: fuentes de inteligencia local denunciaron a ‘El Tiempo’, el diario de referencia colombiano, que contratistas y exmilitares rusos adiestran desde Venezuela «a las disidencias de las FARC y a estructuras del ELN en el manejo y modificación de drones explosivos». De inmediato, la embajada de Rusia en Bogotá emitió un comunicado de desmentido.
Alegaciones que, pese al rechazo de Moscú, revisten gran verosimilitud para Ricardo Calderón, jefe de la unidad de investigación de Noticias Caracol. «Nunca se había visto un incremento tan grande en el uso de drones en ataques contra unidades policiales, militares o incluso civiles; es conocido que Venezuela es la retaguardia estratégica para el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las FARC, con campos de entrenamiento allí; y de todos es conocida la presencia de Rusia en Venezuela», analiza, en conversación con EL PERIÓDICO por videoconferencia. La motivación de todo ello, según los expertos, es evidente: reforzar a grupos insurgentes sobre los que el tándem Caracas-Moscú tienen gran ascendencia y justificar ante la opinión pública eventuales concesiones del Gobierno ante ellos en un hipotético proceso de paz.
Rusia ha demostrado en los últimos años que expandir su influencia en América Latina constituye una prioridad, para así contrarrestar el aislamiento diplomático en Occidente. Y todo parece indicar que Colombia, que se dispone a celebrar en 2026 unas trascendentales presidenciales y gobernado por Gustavo Petro, presidente de la izquierda populista que defiende un alejamiento de EEUU y la integración en el bloque alternativo de los BRICS capitaneado por Rusia y China, se halla en lo más alto de sus desvelos. «Colombia se halla en un cruce de caminos; puede ir aquí o allá; va a florecer la injerencia extranjera, es un escenario en el que Rusia y China se mueve bien», valora Sergio Guzmán, director de Colombia Risk Analysis, consultora especializada en riesgos políticos, que recientemente elaboró un exhaustivo informe sobre las relaciones entre Bogotá y Moscú.
Colombia afronta un trascendental año electoral con el aparato de inteligencia y contrainteligencia mermado y las plataformas de propaganda del Kremlin bien posicionadas en Bogotá
Sin embargo, ante este inminente desafío, las capacidades del Estado colombiano de contrarrestar las influencias malignas exteriores han quedado seriamente comprometidas en los tres años de presidencia de Petro. Al inicio de su mandato, fueron relevados «oficiales de inteligencia muy experimentados, formados por agencias (de inteligencia) extranjeras y con buena relación con sus colegas occidentales; el intercambio de información era muy fluido», afirma el reportero Calderón.
Además, continúa este experto, en la frontera con Venezuela, «muy importante para Colombia», estaban desplegados los denominados Batallones de Inteligencia de Frontera, que también acabaron siendo desmantelados. El resultado de todo ello, valora el experto, ha sido una suerte de «ruptura no oficial» con las agencias de inteligencia occidentales, con las que se mantiene una relación «cordial» pero de «desconfianza», máxime cuando estas constataron que información confidencial sobre terrorismo había acabado siendo filtrada a Venezuela.
El elevado número de diplomáticos rusos acreditados ante las autoridades colombianas constituye una prueba adicional del amplio grado de actividad de inteligencia que está desarrollando el régimen de Putin en Bogotá: cerca de una treintena de funcionarios trabajan en la legación rusa, pese al irrisorio nivel del comercio bilateral: el país andino ocupa el puesto 60 en la lista de estados destinatarios de las exportaciones rusas. Incluso fue destinado a Colombia, en calidad de agregado militar, el coronel Dmitri Tarantsov quien, según la prensa local, había sido ya expulsado de EEUU por haber interferido en las presidenciales de 2016 en las que venció Donald Trump.
Temor a una injerencia electoral
Así las cosas, la posibilidad de que se repitan episodios como los acaecidos en la anterior elección presidencial, en la que fueron constatados comportamientos coordinados de cuentas falsas en la red social Twitter (en la actualidad X) a favor del candidato izquierdista Petro, e incluso ciberataques radicados en Rusia contra la Registraduría Nacional, la institución encargada de la convocatoria y organización de las elecciones, es muy elevada. «Las capacidades y motivos de Rusia para influir en nuestras elecciones están allí; no veo ningún motivo para que ello no suceda», valora Guzmán.
Para ello, Rusia contará con un aparato de propaganda bien posicionado. Contenidos de RT en español, televisión vetada en la UE y EEUU, están presentes en medios como Canal Institucional o Señal Colombia, dependientes de Radio Televisión de Colombia. A ello se le añadirán, en opinión de Calderón, plataformas mediáticas descritas por los expertos como «marcas blancas de RT», además del asesoramiento y el activismo en redes de ciertos políticos vinculados a Petro, incluyendo los españoles Xavier Vendrell o Pablo Iglesias. El exlíder de Podemos «es parte del andamiaje montado por el Gobierno para lanzar ataques sistemáticos con noticias falsas contra candidatos que amenacen la continuidad del proyecto político de Petro«, concluye.
Entrevista de Hollman Morris, gerente de la Radio Televisión Colombiana, a la cadena rusa de propaganda RT. / Redacción
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