En el extremo suroccidental de España, dando la mano al Algarve portugués donde paseaba sus desafortunados amores «María la portuguesa» en voz de Carlos Cano; donde el Guadiana, el «rio azul tâo belo e prateado…, o meu rio encantado» de Lutegarda Guimaraes, frontera con el país vecino, busca fundirse con el Atlántico; donde las playas extensas de arenas finas de Isla Cristina, Isla Canela, Vila Real o Ilha Tavira, atraen a miles de bañistas veraneantes o locales, Huelva ofrece otra realidad.
Lejos del turismo de sol y playa o de la ruta vieja de los puertos marineros de vocación aventurera, atlántica y descubridora, hacia el norte, están las explotaciones mineras de Riotinto, «faja pirítica», un lugar sorprendente, de otro planeta, acreedoras del plural por su magnitud y reclamo de una visita en detalle por su interés en el pasado y en el presente.
Da nombre a todo el territorio (más de 140 km2) el Río Tinto, con sus llamativas aguas rojizas que, desde su nacimiento en la Sierra del Padre Caro, al sur de Peña del Hierro, hasta su unión al Odiel en la ría de Huelva, en recorrido de casi 100 km. Pese a que pudiera parecer que sus aguas son así por «contaminadas» a causa de las explotaciones mineras, de una acidez extrema porque lleva metales disueltos de sulfuros ferruginosos de piritas, realmente fueron siempre igual, o casi, debido a su origen en esas montañas minerales. Al menos tiene 6 millones de años su ácida vida, si bien a la contaminación natural se añadió la acción minera.
El caso es que esa condición inutiliza sus aguas para consumo humano, pero en el mar, al contacto con la sal marina de pH básico los metales se precipitan y no es tan vengativo el guerrero sangrante como lo parece. Incluso se ha descubierto que el río tiene bacterias extremófilas o acidófilas capaces de sobrevivir en entornos hostiles y que por eso la NASA realizó estudios en esta zona, simulando la vida que pudo haber habido en Marte, el planeta rojo de exploración astronómica. Esa vinculación se ofrece como visita de «Marte en la Tierra». Espacio planetario objetivo turístico.
El «rio teñido de rojo» dio pistas a todas las culturas que por aquí se asentaron de la riqueza mineral del territorio. La minería en el dominio del Río Tinto tiene una antigüedad de unos 5.000 años; lo utilizaron los tartesios y los fenicios; y los romanos, tan ingenieros e ingeniosos ellos, planearon al detalle cómo arrancar cobre y hierro y hasta oro, a las entrañas de la tierra. Galerías excavadas, pozos de ventilación y norias hidráulicas para la extracción de agua y la ampliación de las vías interiores se ofrecen hoy en recreación al visitante. Los musulmanes también fueron mineros.
Visitar el Parque Minero de Riotinto, que se precia de ser el primer destino turístico industrial de España, tiene para los de Asturias un interés especial. La reproducción de las galerías romanas evoca los miles de túneles de las minas asturianas que fueron puntales de la industrialización desde el siglo XVIII y en el XIX, y que junto a la siderometalurgia conformaron el binomio de la contemporaneidad.
En Riotinto el siglo industrial por excelencia, el XIX, estuvo marcado por la llegada en 1875 de la concesión del Estado a la sociedad inglesa Rio Tinto Company Limited (RTC) que cambió los modos de vida de la población local. Algo parecido a gran escala había sucedido en Asturias con la inversión desde antes de empresas con capital belga, francés o inglés, este último en la significativa The Asturian Mining Company, tan importante en la minería y siderurgia astur.
Museo minero Ernest Lluch. | J. V.
En la inglesa de Riotinto se levantaron casi de la nada una serie de poblados mineros, enterrados y vueltos a renacer una y otra vez. Aún se conservan los edificios para obreros segregados del barrio inglés de Bellavista, reducto de directivos cual si un trozo británico fuera. Quedan expuestas en la «casa 21» las comodidades impensables para los trabajadores reclutados en el pueblo. Los ingleses de Riotinto trasladaron su forma de vida, sus costumbres y sus juegos.
En el Museo Minero, que junto a la explanada y el Hospital Comarcal, se rinde homenaje al buen Ernest Lluch (1937-2000), el catalán español asesinado por ETA, socialista de la transición, ministro de Sanidad que tanto hizo por conservar la historia de aquellos parajes a través de la Fundación Riotinto. El recorrido museístico ofrece un paseo por lo que fue la vivencia separada de dos comunidades en el mismo lugar, distantes en el poder y las tradiciones, casi sin fusión posible.
No arraigaron entre los locales las aficiones deportivas por el bádminton, el polo, el criquet o el tenis y la participación femenina. En cambio, se sienten orgullosos de ser cuna del fútbol español, procedente de aquel «football». La Compañía llegó a regir la vida de Minas de Riotinto en todos sus aspectos, en connivencia con las autoridades. Los movimientos de tierras llegaron a enterrar pueblos y se planificaron nuevas poblaciones dotadas de ayuntamiento, cuartel de la Guardia Civil, estación ferroviaria o campo de fútbol. Un lugar marcado por la RTC, desde las cortas o filones hasta la fundición de piritas en el trabajo y en la sociedad. La Compañía llegó a tener más de 16.000 empleados en sus «buenos tiempos», siendo la más rentable en Europa.
Las similitudes con Asturias, pese al calor y al paisaje, son apreciables en este Museo Minero que da la bienvenida al curioso con una vagoneta cargada de mineral o con un viejo castillete minero. Se acentúan también en el recorrido conservado del tren minero, que en su tiempo llevaba la producción al puerto de Huelva, y que en el tramo de visita pasa junto a viejas máquinas y vagones varados en las vías o permitiendo divisar a los lejos las tolvas abandonadas y las escombreras, todo en el curso del río teñido. Allí, como aquí, la minería alteró las tradiciones y vivencias de los lugareños con las «perversiones inevitables del progreso».
Pero junto a las semejanzas llegan las diferencias. No es carbón ahora ni lo fue antes el mineral arrancado en Riotinto. Por eso el color del paisaje derruido industrial nada tiene que ver. El río rojo recuerda poco a los nuestros tan negros en un tiempo no lejano.
Allí la minería de dentro fue sustituida por minas a cielo abierto cuya dimensión aquí nos parecería imposible. Hay y hubo minería asturiana a cielo abierto, muchas ya abandonadas y restauradas para otros usos, como Mozquita en actividades agrícolas y hortofrutícolas o la eólica Cotobello. Asturias fue sobre todo minería de hondura, aunque no fue ajena la explotación abierta de cobre, hierro, manganeso, caolín y fluorita, «la otra minería».
Compartieron el peligro, la enfermedad y la muerte quienes aquí arrancaron negro carbón dentro y allí, utilizando fuego y cal, en un exterior enfermizo, «los humos de Huelva», por la «calcinación al aire libre» para extraer los minerales que el mercado industrial precisaba. Si aquí nos asaltan las historias de las vidas de quienes se jugaron la suya por la mejora de las condiciones laborales y las muertes de quienes sucumbieron a la dureza del tajo, allí están documentadas las pésimas condiciones de vida de los mineros, la insalubridad y la pobreza provocando rebeliones sangrientas como la de 1888, «Año de los tiros», o en 1920.
Finalizada la etapa inglesa, en 1954, el estado se hizo con la Compañía Española de Minas de Río Tinto. Se abrió otra gran corta, Cerro Colorado, y actuaron empresas ligadas como Unión Explosivos Río Tinto, grupo activo entre 1970 y 1989 que operaba en varios sectores (minería, metalurgia, explosivos…).

Rojos y dorados de la oxidación de los diferentes minerales que dan al agua un PH elevado | J. V.
Muchos recordarán su nombre, el de Explosivos Río Tinto, en Langreo, interviniendo en la asturiana Nitrastur, cuyo origen de industria química remontaba a 1923, Sociedad Ibérica del Nitrógeno, el Nitrógeno, actual conjunto en demolición con elementos de arquitectura industrial, según quienes saben, muy valiosos. Una ruina de las nuestras enlazada con la onubense, aunque no fue la única.
La experiencia al visitar las instalaciones en vivo de la actual empresa que explota Riotinto impacta. El paisaje que presentan con las cortas semeja mordiscos abiertos por gigantes hambrientos en la tierra. Son boquetes kilométricos con fondos de aguas ácidas que dicen utilizar y reciclar permanentemente para minimizar el polvo que las explosiones y posterior arrastre provocan en la tierra herida. Hay carreteras en escaleras interminables por dónde circulan enormes camiones, palas excavadoras, cientos de tuberías hasta el molino que tritura las piedras para extraer el mineral. Saldrá cobre, azufre, hierro, algo de plata y más. Dicen que «el concentrado de cobre» es imprescindible para nuestra vida tecnológica.
La actual empresa, Atalaya Mining se precia de ser «minería sostenible e innovadora». Tomó su nombre de un «boquete» histórico. Las explosiones controladas y «seguras» que siguen reventando las tierras para ampliar explotaciones son realizadas por Maxam, para simplificar, heredera de Explosivos Riotinto, presente Trubia y su industria de armamento.
El paisaje polvoriento, amarillo o rojizo, los restos oxidados, los cráteres gigantescos o las montañas de escombros que a lo largo de su historia enterraron pueblos y levantaron otros no parece reversible. La minería a cielo abierto descomunal de Riotinto es así.
Está previsto volver a la minería subterránea de grandes perforaciones mecanizadas. Y hasta en esto la Universidad de Oviedo tiene que decir. Investigaciones de Geología buscaron reservas ocultas de cobre que en el 2015 suponía «apoyar a la empresa explotadora en la reapertura de la explotación minera de Río Tinto», situándola en la «vanguardia de la investigación y de la explotación de yacimientos metálicos en España y en Europa».
Siempre viajar, si uno lo hace abiertos los ojos y prestas las notas, como aconsejaba Jovellanos, es descubrir relaciones que forman parte de historias anudadas más de lo que pudiera pensarse.
[Para saber más, desde la Universidad de Oviedo: Quirós Linares, Francisco; Iglesias Álvarez, Arcadio (1989). «La lluvia ácida de Riotinto: en el centenario de un conflicto medioambiental». Ería, 17, pp 285-292; Maurín Álvarez, Manuel (2016). «Riotinto como colonia inglesa: el orden territorial y el paisaje minero-industrial». Ería, 99-100, pp. 265-284; VVAA (2015). «A new 3D geological model and interpretation of structural evolution of the world-class Rio Tinto VMS deposit, Iberian Pyrite Belt (Spain)». Ore Geology Reviews, 71, p. 457-476.]
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