Sangre, sudor y quizá alguna lágrima tuvo que invertir el Real Zaragoza en sacar adelante el tercer amistoso del verano y llevarse a casa el trofeo Comarca de Tarazona y el Moncayo tras imponerse a un buen Tarazona que también se encuentra en pleno proceso de elaboración a la espera de mejores tiempos y más efectivos.
Fue un partido accidentado marcado por el rigor de unas desdichas que comenzaron ya antes del segundo minuto, cuando el primero de los numerosos errores serios del debutante Radovanovic provocaba una brecha en la cabeza a Poussin, que, tras evitar el tanto local desviando a córner una indecente cesión del serbio, recibía un doble golpe involuntario de Armero que le mandaba directamente de vuelta a la caseta con una aparatosa herida. Con Calavia en casa jugando contra el Terrassa, el meta del filial Obón, recién llegado al filial, afrontaba una oportunidad tan inesperada como el carrusel de fallos de Rado, que completó una primera mitad para echarse a temblar. La esperanza es que tan solo fuera un mal día, pero el balcánico, tan mal con balón como sin él, tiene que espabilar de lo lindo para ser titular que, en teoría, para eso vino.
Rozó el tanto Armero en el saque de esquina posterior a ese accidentado primer lance de un choque que el Zaragoza encaró con la misma dosis de energía e intensidad que había mostrado en los dos anteriores, pero que se fue esbafando conforme se sucedían las desgracias. La segunda llegaría antes de la primera media hora, cuando Keidi Bare se fue al suelo como consecuencia de un problema de tobillo que también le dejó fuera de combate. Antes, Soberón había protagonizado el primer acercamiento con peligro del Zaragoza a través de un disparo envenenado al que respondió con acierto Josele, que después también respondería bien a otro ensayo lejano, esta vez de Calero.
Cubillas, que había estado a punto de aprovechar el enésimo fallo de Radovanovic, también abandonaba el campo por lesión para incrementar la dosis de agitación de un encuentro que tomó pausa ante la avalancha de accidentes.
Un centro con mucho peligro de Agüero que se paseó por el área pequeña zaragocista derivó en otro susto. Pau Sans se llevaba la mano al codo lesionado a finales del curso pasado para meter el miedo en el cuerpo a Gabi, que respiró aliviado cuando comprobó que la cosa no pasaba a mayores. La falta sobre el canterano la ejecutó Tasende, que contó con la ayuda de Fita para que su golpeo acabara en la red para poner en ventaja a un Zaragoza que se marchaba al descanso con la sensación de que habían pasado demasiadas cosas y algunas no demasiado buenas.
La entrada de Saidu por Radovanovic mejoró al Zaragoza porque, curiosamente, le despojó de los nervios del serbio y le aportó la tranquilidad con la que el ghanés envuelve su fútbol veinteañero. De nuevo fuera de posición, Saidu lo bordó como central para dejar claro a Gabi que puede contar con él cuando lo estime oportuno.
Una doble ocasión malograda por Pau Sans fue el preludio del segundo tanto zaragocista, obra del propio canterano al culminar una gran contra gestionada por Sebas Moyano, que habilitó en la derecha a Soberón para que el cántabro encontrara a Pau, que, en posición más que dudosa, empujó el balón a la red para encarrilar el duelo y propiciar que Gabi probara con un nuevo dibujo, un 4-1-4-1 en el que Aketxe, relevo de Moyano, formaba en la derecha, con Moya, de lo mejor del Zaragoza y el único que jugó todo el partido, por detrás de Guti y Francho. El extremeño, por cierto, rozó el gol en una falta en la que se abrió la barrera
Arriba, Bazdar dejó pronto el sitio a Bakis, que, nada más salir se encontró con un regalo del cielo en forma de balón franco que llegaba a su cabeza tras pegar en el larguero y en la mano de Amigo, sustituto de Josele en el descanso tras una magistral falta ejecutada por Aketxe. Sin embargo, el delantero otomano calculó mal los tiempos y envió el balón alto.
El Tarazona seguía en el partido y tras varios acercamientos a balón parado que llevaron peligro a las inmediaciones de Obón, recortó distancias a siete minutos del 90 con un espléndido cabezazo de Armero, que ganó el pulso a Carrillo para embocar una falta botada por Soto y endosar a los de Gabi el primer tanto en contra de la pretemporada.
El tanto animó a los locales y obligó al Zaragoza, con medio equipo integrado por jugadores del filial, a abrazar al reloj y no correr riesgos. Allí, la gestión de Moya, Francho y Guti en la medular se impuso sobre el entusiasmo de un Tarazona lastrado por el cansancio y la escasez de efectivos que cayó con la cabeza alta ante un rival que sigue en pleno proceso de construcción con la sensación de que lo mejor debe estar por llegar.
SD Tarazona: Josele (Amigo, 46′); Ángel López, Chechu, Trilles, Álex Fita, Castroverde (Vaquero, 46′); Busi, Carrasco (Samuel, 84′); Armero, Cubillas (Soto, 35′) y Agüero (Juan Pablo, 63′).
Real Zaragoza: Poussin (Obón, m. 2), Calero (Borge, m, 76), Radovanovic (Saidu, m. 46), Tachi (Carrillo, m. 76), Tasende (Facchin. m. 70), Moya, Keidi Bare (Guti, 28), Pau Sans (Cuenca, m. 70), Sebas Moyano (Aketxe, m. 54), Bazdar (Bakis, m. 70) y Soberón (Francho, m. 62).