El Ayuntamiento de Alicante, con el respaldo de la Federació, parece que busca poner coto a los desmanes de las Hogueras. Lógico. Y de todos los caminos que podía emprender se ha decantado, para empezar, por intentar frenar la proliferación descontrolada de racós, la mayoría enfocados a un público joven interesado por la fiesta y ajeno a la Fiesta. Para ello, el gobierno liderado por Luis Barcala ha tomado una decisión necesaria, una de tantas para que las Hogueras conserven ese espíritu de BIC, esa esencia de tradición: ligar el número de racós de una comisión a la categoría en la que planta el monumento. Razonable para poner el arte efímero por delante del negocio.
La nueva normativa municipal establecerá que para mantener dos racós será necesario plantar, como mínimo, en Segunda categoría, dedicando por tanto al monumento al menos 22.059 euros en 2026. Pero hay más: aquellas hogueras que deseen conservar dos racós y además montar un mercadillo deberán estar en Primera, con un mínimo de 32.209 euros. Y las que quieran disponer de hasta tres racós y también mercadillo deberán plantar en la máxima categoría, en Especial, con el listón en 84.315 euros.
Reversión directa
Es decir, los ingresos de las comisiones generados por los racós, preeminentemente para jóvenes (en ocasiones, «arrendados» a potentes grupos empresariales del sector hostelero), deberán revertir directamente en el monumento. No parece ninguna excentricidad en una fiesta que, sobre el papel, debe girar en torno a la hoguera, aunque visto lo visto a veces las dudas son razonables.
Entre las comisiones que podrían verse más afectadas por la medida adoptada por el gobierno, que se hizo pública esta semana en la asamblea de cierre de ejercicio de Federació, ya se han escuchado voces contrarias. Era de esperar. Dicen que con esta iniciativa se pondrá en riesgo su viabilidad económica y que perjudicará a las más humildes. Y pueden tener razón. De ser así, tal vez es un buen momento para reactivar un debate que siempre subyace en las Hogueras: la necesidad de fusión de comisiones con escasez de festeros y presupuestos más que exiguos.
Con esta iniciativa, el Ayuntamiento y la Federació persiguen aumentar la calidad de las hogueras y/o reducir el número de discotecas, a veces con mesas y sillas para la «previa» y siempre de acceso limitado en las calles. «Win- win». Victoria segura, por tanto.
Estaciones de paso
Pero este viaje, más que necesario, no puede tener una única parada. Son otras las medidas que ya deben estar sobre la mesa. Entre ellas, la de mejorar la seguridad, también frente a las aglomeraciones, tras confirmarse este año que hace falta darle una vuelta a los protocolos existentes. Que se lo digan, si no, a Barcala que tuvo que quitar una valla con sus propias manos en el perímetro de Luceros para evitar males mayores tras una mascletà. Pese a todo, no se vislumbra interés municipal en convocar la reunión exclusiva sobre seguridad que reclama el órgano gestor de la Fiesta. Difícil de entender.
También habría que darle una repensada, en esa búsqueda de una mejor convivencia durante las Hogueras, a los permisos de la plantà. ¿Es necesario cortar calles (con sus garajes, sus pasos habilitados para personas con discapacidad…) durante una semana si las primeras fechas, en la previa de los días grandes, solo sirven para apilar material en numerosas ocasiones sin avanzar en el montaje de un racó o en la plantà de una hoguera?
La concejala de Fiestas, Cristina Cutanda, justo antes de anunciar el freno a la proliferación de racós y el final de los «mesones», recordó que el censo de foguerers y barraquers en Alicante ronda las 10.000 personas sobre una población de unas 350.000 habitantes, lo que lleva inevitablemente la mirada a València, con 120.000 festeros en una ciudad de 825.000 vecinos. Esas cifras en clave local buscaban poner en perspectiva la necesidad de una convivencia sana con el objetivo de conseguir que un mayor número de personas estén cómodas durante las Hogueras, sean más o menos activas en la Fiesta.
Las Hogueras, como excusa
Y es que el freno al incremento sin orden ni concierto de racós debe ser el principio de una serie de medidas del Ayuntamiento para controlar unos excesos que buscan amparo interesado en las Hogueras, en ocasiones desde sectores, como el hostelero, donde conviven empresarios que revierten en la Fiesta parte de los ingresos que consiguen en esos días marcados en rojo en el calendario con otros que solo ansían hacer más caja, sin mirar por las Hogueras, pese a ser la base de ese éxito, y aún menos por la ciudad.
Y ahí, es donde el Ayuntamiento debe tomar medidas, regular, aunque no haya sido una vía muy explorada por el ejecutivo de Barcala, al menos hasta ahora, cuando la melodía parece que suena diferente. Y es que, si cuando parecía una quimera se pasó de poner freno a regañadientes a los apartamentos a extender la medida de manera exprés a los bloques turísticos, en pro de una mejor convivencia vecinal, también se puede hacer con la Fiesta, por el bien de todos. Porque Alicante no se entiende sin Hogueras, un patrimonio de todos.
Suscríbete para seguir leyendo