Si un sueldo de diputada no permite a una persona con discapacidad costearse la asistencia que necesita tras caerse en la ducha de su casa, ¿cómo podrán pagársela quienes cobran menos? Es la pregunta que se hizo la diputada en el Grupo Socialista de las Corts Valencianes, Laura Soler, cuando vio a cuánto ascendía la factura por toda la ayuda extraordinaria que iba a necesitar en los próximos meses: casi 6.000 euros al mes. La alicantina es consciente de que parte de una situación privilegiada que no es común entre las personas con discapacidad: tiene -o tenía- un grado de autonomía que le permite vivir de forma relativamente independiente a pesar de su parálisis cerebral y un buen salario como parlamentaria. Pero los costes a los que tiene que hacer frente de forma imprevista, que prácticamente no puede enfrentar en solitario, la llevan a denunciar la factura invisible de la discapacidad: grúas, camas reclinables, médicos, fisioterapia, asistencia en casa. Un doble mazazo para las personas de este colectivo, cuyas necesidades no cubre, en una parte importante, la Seguridad Social. Por eso, reclama ayudas de emergencia inmediatas, para que las personas que sufren accidentes o lesiones puedan hacer frente a sus necesidades de inmediato.
Fue el 25 de junio por la mañana cuando Soler estaba preparada para que la mujer que la asiste en su casa la ayudara a meterse en la ducha. La fecha no es irrelevante: era el día siguiente a la quema de las Hogueras de Alicante. “Yo tenía cierta autonomía: si me cogían de la mano, podía caminar, y podía pasar de la silla de ruedas a la silla para la ducha con cierta movilidad”, explica. De hecho, se había abierto un canal de YouTube donde contaba su vida independiente. Pero se resbaló y se cayó, y con la caída se le salió el líquido de la rodilla y le hizo daño en el brazo a su cuidadora, que no pudo levantarla. Llamaron al 112, pero era un día difícil en Alicante, con los restos de Hogueras por recoger. “Nos dijeron que no estaban disponibles para ayudarnos, que no estaría yo tan grave, y a la tercera llamada, consintieron en venir a ayudarme, cuando ya había pasado media hora”, critica la diputada.
Pero no se imaginaba que el proceso de recuperación fuera a ser tan largo, doloroso y complicado para su economía. También es un torpedo en la línea de flotación de su autonomía personal: “De repente me he quedado totalmente dependiente y con muchísimo dolor”, lamenta. El líquido de la rodilla se reabsorbe, pero no sabe cuándo será, porque los procesos suelen ser más lentos y complicados en personas con discapacidad. “Para una persona normal esperar a que se reabsorba es un parón que no influye en su vida normal, pero a mí me paraliza la vida”, lamenta Laura Soler.
Más de 5.000 euros en asistencia en casa
Las necesidades de acompañamiento de la diputada se ha triplicado. Antes, le ayudaba en casa una sola cuidadora, a la que ella misma auxiliaba en los movimientos y las transferencias de una superficie a la otra. Ahora, tienen que ser tres las personas que vivan con ella durante estos meses, porque tiene que estar acompañada las 24 horas del día, lo que calcula que le costará unos 4.000 euros al mes en salarios. De momento, la lesión le impide ir a las Corts Valencianes porque no puede hacer movimientos ni desplazarse pero, cuando pueda hacerlo, tendrá que pagar también el salario de una persona cuidadora que le acompañe en las noches fuera de casa, porque cuando viaja a València tiene que quedarse a dormir. Al gasto en sueldos, pues, se sumarán alrededor de 1.800 euros más. En total, casi seis mil euros solo en asistencia personal en casa. Un coste que tendría dificultades para costearse de manera continua y absolutamente inasumible para cualquiera con un salario medio o que solamente perciba ayudas sociales. Afortunadamente, explica la socialista, una amiga le ha prestado una grúa, que antes no necesitaba, para que la ayude a levantarse de la cama. Su coste va desde 500 hasta más de 1.000 euros.
Pero la discapacidad tiene otros gastos más sibilinos. Una persona con parálisis cerebral, como Soler, debe, por ejemplo, ir a fisioterapia de forma continua, una recurrencia que no está incluida en la cartera pública. Ella suele ir dos veces a la semana a sesiones de cincuenta minutos que cuestan, por cada una, 40 euros. Es decir, 80 euros a la semana, 320 euros al mes. Hay gastos que, afortunadamente solo se tienen que hacer una vez, como la cama articulada -la mayoría entre 500 y 1.000 euros- o la silla de ruedas con motor -de 700 a 1.500 euros- o la de la ducha -entre 30 y 200 euros, dependiendo del modelo–. Pero hay gastos que las personas sin discapacidad ni imaginan. Como el cojín antiescaras para la silla, que Soler se ve obligada a cambiar cada tres meses para evitar que le haga daño, y dice que le cuesta sobre 100 euros.
Entre 150 y 400 euros al mes de subvención
Las personas con discapacidad que no tienen un trabajo o apoyo familiar se ven forzadas a hacer frente a ese tipo de desembolsos con cantidades de la subvención por discapacidad totalmente insuficientes, denuncia la diputada. Ella misma ha estado cobrando, hasta su caída, solo 150 euros al mes. Con los atrasos, dice, ha llegado a cobrar 290 y, cuando se le conceda el grado 3 de discapacidad percibirá alrededor de 400 euros, calcula.
Por eso, reclama ayudas de emergencia que tengan un carácter verdaderamente urgente. Existen, pero a Soler, los servicios sociales de Alicante le han comunicado que existe una lista de espera de un año. “¿Qué situación de emergencia puedes solucionar un año después?”, se pregunta. “El sistema está pensado para quienes tienen apoyo familiar y recursos, pero no siempre es así”, advierte. Ella tiene la suerte de poder hacer frente, con dificultad, a una situación que puede cambiarle la vida. Pero sabe que no todos pueden.
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