El doctor Ángel Durántez Prados (1963) es pionero en España de la medicina preventiva. Titulado en Age Management Medicine (medicina para el envejecimiento saludable) en Estados Unidos, en su larga trayectoria profesional ha asistido a un cambio fundamental: ya no solo queremos aparentar ser jóvenes, también estar bien y funcionales durante más tiempo, porque vivimos mucho más. Sostiene el experto que, nos guste o no admitirlo, todos comenzamos a estar pre-enfermos a partir de los 35 años, que es cuando empiezan a gestarse las dolencias que nos traerá la vejez. La clave: empezar a cuidarse, cuanto antes, mejor.
Durántez ejerce, desde 1988, en el ámbito privado como médico de centros, equipos, federaciones y de numerosos deportistas de todos los niveles y categorías. Autor del libro Joven a los 100, todas las claves para vivir más y mejor (La Esfera de los Libros), desde 2017 dirige su propia clínica en Madrid, defiende la importancia de mantener estilos saludables de vida, hacer ejercicio, nutrirse bien, descansar, dormir o la vigilancia regular de los biomarcadores.
¿Cuándo nace el concepto de medicina antiaging? Primero surge la idea de un antienvejecimiento cosmético, que era: ‘Oye, vamos a ver cómo aparentamos ser más jóvenes’. Coge mucha potencia la medicina estética y la cirugía estética. Hablamos de los 90. Luego, muchas especialidades -cardiología, endocrinología, oncología, neurología, ginecología… – empiezan a plantearse si se puede hacer algo más que curar cuando ya se está enfermo. Surge ese movimiento que se distancia de la palabra anti-envejecimiento para hablar de medicina preventiva. Se abren las primeras clínicas específicas, siempre en Estados Unidos, en torno al 2005.
En las marcas de envejecimiento ya se está empezando a hablar de cómo contribuye la soledad
¿En España, cuándo se empieza a prestar atención al envejecimiento saludable?. En 2013 ocurre una cosa muy interesante. Varios investigadores describen en la revista Cell las claves del envejecimiento de un organismo. Firman aquel trabajo, entre otros, el doctor español Carlos López-Otín. Es un artículo mítico que cambia todo el panorama. En el 2023, volvieron a actualizar estas marcas (de envejecimiento) y ya están hablando de las siguientes, por ejemplo cómo contribuye la soledad. No es una marca molecular propiamente dicha, pero preocupa el aislamiento social y lo que va a venir con todo esto.
¿Es posible prevenir las enfermedades? A partir de los 35 o 40 años, empezamos a estar pre-enfermos. Significa que todas esas enfermedades relacionadas con el proceso de envejecimiento, crónicas no transmisibles, las vamos cogiendo. Unos van hacia la cardiovascular antes, otros hacia la diabetes, otros al deterioro neurocognitivo, al cáncer… dependiendo de nuestra genética. Se hablaba de que esto tenía que ver con la teoría de la senescencia programada (en biología, un proceso natural por el cual las células envejecen y dejan de dividirse, pero no mueren). De alguna manera estamos programados para empezar a desaparecer cuando ya hemos cumplido con nuestro ciclo vital.
¿Cuándo debemos empezar a cuidarnos? A los 44 años, concretamente, hay un aumento de la velocidad del envejecimiento. Puedes empezar cuando quieras. Dices: ‘Bueno, fumo, bebo, me drogo a tope porque soy joven y ya cuando tenga 50, empiezo’. Probablemente, vas a llegar mal. Así que cada cual decida qué quiere hacer con su salud. ¿A partir de qué momento sería el más lógico?. A partir de los 40. En nuestras clínicas, la mayoría de la gente que viene es con 40 largos o 50. Pero, claro, en la década de los 50, lo que vamos a encontrar es más que si hubieras venido a los 40.
La cantidad de hierro que puede tener un determinado alimento de ahora es mucho más baja de la que tenía hace 50 o 60 años
¿Empezar a cuidarse pronto garantiza un buen envejecimiento? Solo con una alimentación sana, equilibrada, es difícil colocar los biomarcadores en sus niveles óptimos. Es muy difícil tener un nivel óptimo de vitamina D tomando el sol. Además, te estás jugando un melanoma. Es muy difícil conseguir unos niveles de índice omega 3 solo con la alimentación. Sí, es posible si vives en Noruega y cenas salmón. Pero eso no ocurre aquí. Incluso haciendo una dieta mediterránea perfecta, al final difícilmente vamos a alcanzar esos valores. Entre otras cosas porque la densidad nutricional de los alimentos ha disminuido enormemente en el último siglo por la forma de cultivo. La cantidad de hierro que puede tener un determinado alimento de ahora es mucho más baja de la que tenía hace 50 o 60 años.
¿Qué hacemos entonces?. Apoyarnos en el complemento nutricional. Con sentido. La suplementación, sí tiene un efecto que puede actuar en, por ejemplo, bajar los niveles de colesterol o subir esos niveles de vitamina D. Y eso es lo que justifica ese pilar de la complementación nutricional en el proceso de ese envejecimiento saludable.
Pero, cuidarse, a veces, sale caro. Tiene que ver más con la mentalidad que con el coste. Somos conscientes de que acceder a este tipo de cuidados no es barato. En casa puedes comer arroz blanco y patata y la cesta de la compra, todos los días, va a ser más barata que si compras pescado. Sabemos también que hay estudios que dicen que las clases más deprimidas se enferman más y viven menos.
Ha aumentado la esperanza de vida 30 años en un siglo y, de esos, hay al menos 15 en los que no se está muy bien
Vivimos cada vez más años. Pero, ¿vivimos bien?. Ha aumentado la esperanza de vida 30 años en un siglo y, de esos, hay al menos 15 en los que no se está muy bien. Además, las mujeres tenéis un 25% más de vida con mala salud que los hombres. En parte porque nosotros nos morimos antes, pero también lo que vivís vosotras de más, lo vivís peor. Y aquí podríamos entrar en debates de las causas, que son muchas.
¿Qué hay de la genética? No pesa más del 10% en el resultado final de tu longevidad. Para la mayoría de la población. Quienes viven 100 años o más sí tienen genética protectora. Pesa, pero no tanto como nos creemos. Es una forma de exculparnos, de no querer hacer las cosas como tenemos que hacerlo. Además, esas personas centenarias, cuidaban mucho la alimentación, pese a lo básica que era. No existían alimentos procesados y ultraprocesados. Era el secreto.