Una vecina de Aldaia lleva meses luchando porque se arregle la situación que vive en su casa. Un día, su hija y ella se dieron cuenta de que la puerta principal tenía marcas de termitas y llamaron a una empresa experta en plagas para solucionarlo. Lo que no esperaban es que las termitas venían de la casa de al lado, okupada desde hacía tiempo, y que contaba con una plaga de este insecto sin controlar.
Casa okupada en el municipio de Aldaia / Mapi Casabán
La hija de esta mujer se puso en contacto con el ayuntamiento y este le comunicó que localizara al propietario de la casa para poder tomar acción. Estuvo buscando por el registro de la propiedad hasta que dio con él en septiembre, que no sabía que su casa estaba okupada. El propietario le dijo que intentaría hacer algo pero llegó la dana y el tema se quedó paralizado. Después de la dana, a los meses se volvió a poner en contacto con el propietario, pero seguía sin noticias.
Una madre con dependencia y una casa llena de termitas
Mientras, la empresa de plagas contaba con que la casa de su madre necesitaba limpiezas mensuales durante dos años, con un valor de 100 euros por sesión. Un día la empresa de plagas intentó entrar en la casa okupada pero los habitantes no les dejaron entrar, alegando que esa era su casa y que estaban empadronados allí.
«Nos estamos gastando nuestros ahorros y llevamos ya dos mil euros», relata la hija de la afectada. Su madre tiene un nivel 3 de dependencia y «tiene que comer en su silla de ruedas» porque las termitas han llegado a la cocina y al comedor. Su hija llamó a la policía, pero le derivaron a Sanidad, que a la vez le derivaron al ayuntamiento que no quiso recoger la reclamación y le dijeron que se pusiera otra vez en contacto con el propietario. Hasta que llegaron a la Mancomunitat del Barrio del Cristo, que gestiona este barrio que pertenece tanto a Aldaia como a Quart de Poblet, que sí ha facilitado que se hiciera la demolición por parte del propietario.

Interior de la casa okupada, llena de escombros / Mapi Casabán
Alega que «por suerte», logró dar con una persona de Sanidad que le explicó cómo debía dar el escrito al ayuntamiento para que le recogieran la reclamación correctamente. «Lo que no entiendo es como habiendo una plaga que puede afectar a más vecinos, ni Sanidad ni el ayuntamiento haga nada». Añade también que en esa casa han llegado a vivir niños pequeños y bebés y que llamó a servicios sociales pero le dijeron «que no podían hacer nada».
También ha llamado a la OCU, a la Unidad Antiokupa de Valencia y a Sanidad, que hablaron con Manises, pero no pudieron meterse porque desde allí solo llevaban alimentación. «Estamos desprotegidos por la ley», declara, «hay una cosa clara: el Estado permite que un okupa entre en una casa deshabitada pero los daños los tiene que pagar el propietario».

La casa en estado de derrumbe / Mapi Casabán
A su vez, se pregunta qué hubiera pasado si su madre no hubiera tenido familiares que gestionaran todo, ya que ella ha tenido que pedir muchos permisos de trabajo par hacer trámites de forma presencial, cosa que «le ha perjudicado», y afirma que «por qué tiene que perder días de trabajo para gestionar trámites burocráticos cuando hay gente en el ayuntamiento cuyos sueldos se pagan con sus impuestos».
Escombros, cucarachas y ratas
«La okupa parecía yo por cómo lo han gestionado todo», confiesa. Han pasado dos meses desde que presentó el escrito en el consorcio y aún no le han contestado, así como ha intentado hablar con el alcalde, Guillermo Luján, en tres ocasiones y tampoco se han puesto en contacto con ella. «Esto no va de partidos políticos, esto va de que tenemos derecho a estar protegidos«. Las plagas se han extendido y ya han salido, además de las termitas, cucarachas y ratas.
Ha destacado un episodio del día del apagón, cuando en España y Portugal se fue la luz y la señal a internet, en el que relata cómo tuvieron que llevar a su madre por la carretera porque la acera estaba cubierta por escombros que los okupas habían dejado y que impedían el paso de su madre, a quien tenían que llevar al hospital y que llevaba un carro con oxígeno. Asimismo, cuenta que les han llegado a «tirar caracoles, aceite, huevos y cáscaras de plátano» y que «hacían sus necesidades en un cubo y los tiraban en un parque delante de las viviendas».

Escombros dentro de la casa okupada / L-EMV
Demolición en marcha
Actualmente la casa está en proceso de demolición, ya que el okupa se fue por su propio pie. La hija de la vecina afectada alega que si esto ha sido posible ha sido gracias a la Mancomunitat del Barrio del Cristo, que «le ayudaron en todo momento. El propietario pidió una orden de demolición al ayuntamiento porque la casa «tenía algún daño estructural» y este dio luz verde.
Esta orden de demolición fue realizada por la Mancomunitat del Barrio del Cristo y ofrecida al propietario para poder realizar todos los trámites. Además, la Mancomunitat también se encargó de «ayudar en lo personal» tanto al propietario como a la vecina afectada hablando con ellos, con el okupa y encargándose del desalojo de este último.
Ahora, la hija de esta vecina de Aldaia, después de haberse enfocado en la desokupación de la casa, está presente en la demolición y, afirma, que cuando esta acabe «pasará a la parte legal».
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