Raúl Pérez, geólogo del CSIC, responde a la posibilidad de que el terremoto de Rusia tenga efectos en España: «El efecto mariposa existe»

El programa La Linterna de la
Cadena COPE abordó en su última edición las consecuencias del
terremoto de magnitud 8.8 registrado frente a las costas rusas, en el
temido Cinturón de Fuego del Pacífico, una de las zonas
sísmicas más activas del planeta. Rubén Corral, presentador del
espacio, conversó con Raúl Pérez, geólogo e investigador del
Instituto Geológico y Minero de España (IGME), quien analizó en
profundidad las implicaciones de este fenómeno y su posible
repercusión a escala global, incluyendo España.

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El Cinturón de Fuego: epicentro del 90% de los terremotos mundiales

El terremoto, ocurrido en una región
donde se concentran el 90% de los sismos del mundo, revivió el
fantasma de catástrofes pasadas como el de Japón en 2011, que con
una magnitud de 9.1
desencadenó un tsunami devastador. Pérez
explicó que el Cinturón de Fuego es una gigantesca sutura
geológica que bordea el océano Pacífico, conectando zonas de alta
actividad tectónica como Japón, Rusia y Estados Unidos. «La
profundidad del hipocentro, a unos 19 km, fue clave para que no
hubiera una tragedia mayor
«, señaló el experto, aunque destacó
que el movimiento liberó una energía equivalente al sexto terremoto
más potente jamás registrado.

El deslizamiento de una falla de 600 km
alteró el fondo marino, generando una onda expansiva que se propagó
por todo el Pacífico. Pero el sismo no fue el único fenómeno
desencadenado: horas después, el volcán más activo de Siberia,
ubicado cerca del epicentro, entró en erupción con violencia. «Es
un recordatorio de cómo la Tierra responde a estos eventos»,
apuntó Pérez, quien colabora con científicos rusos en el monitoreo
de la zona.

Imagen cedida por el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) que muestra el punto origen del terremoto de magnitud 8,7 este martes, en la península rusa de Kamchatka

EFE

Imagen cedida por el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) que muestra el punto origen del terremoto de magnitud 8,7 este martes, en la península rusa de Kamchatka

Ciclos sísmicos más cortos de lo esperado

Uno de los aspectos más inquietantes,
según el geólogo, es la frecuencia con la que se repiten
megaterremotos en esta región. «El anterior, de magnitud 9,
ocurrió en 1952. Que cada 70 años se registre uno así sugiere que
la acumulación de energía es más rápida de lo que predicen los
modelos», advirtió. Este hallazgo obliga a replantear las
teorías sobre cómo se generan estos eventos extremos, ya que, en
palabras de Pérez, «son excepcionales y no deberían darse con
tanta periodicidad
«.

Las réplicas, otro factor de riesgo,
podrían alcanzar magnitudes de hasta 7.5, similares a los terremotos
que devastaron Turquía y Marruecos en los últimos años. «Si
ocurren bajo el mar y a poca profundidad, podrían generar otro
tsunami
«, alertó el investigador, destacando que las
autoridades de Japón, EE.UU. y otros países mantienen activos los
sistemas de alerta temprana.

Lecciones aprendidas tras el tsunami de 2011

Pérez elogió la eficacia de los
protocolos internacionales, perfeccionados tras la tragedia de
Indonesia en 2004. «Se evacuó a 2 millones de personas en Japón
de forma preventiva, y aunque el tsunami fue menor de lo previsto,
nadie cuestionó las medidas», subrayó. La coordinación entre
naciones y la concienciación ciudadana fueron, en su opinión,
claves para evitar víctimas. «Ver al alcalde de Honolulu
pidiendo seriedad ante la alerta refleja el nivel de preparación
alcanzado», añadió.

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