Las metasuperficies, últimas protagonistas de la revolución cuántica, integran en su nanoarquitectura el poder de generar, manipular y medir cúbits fotónicos en un solo chip, inaugurando la era del procesamiento de información cuántica ultracompacto y multifuncional.
Científicos de Harvard han logrado transformar dispositivos ópticos voluminosos y complejos, esenciales para la computación cuántica basada en luz, en una sola lámina ultradelgada: una innovación a nanoescala, desarrollada en dimensiones de la milmillonésima parte de un metro, que sienta las bases de una nueva era para la tecnología cuántica gracias al poder de las metasuperficies. Los resultados de esta investigación se publican en la revista Science,
Una metasuperficie es una superficie recubierta por un solo nivel de nanostructuras —tan pequeñas que caben miles de ellas en el ancho de un cabello humano— diseñadas para manipular la luz con una precisión extrema. En lugar de necesitar espejos, divisores de haz, láseres y ajustes milimétricos, todas esas funciones pueden concentrarse en una delgada placa óptica fácilmente integrable en chips, según los autores de este trabajo.
El desafío: la escalabilidad cuántica
La computación cuántica óptica usa fotones (pequeñas partículas de luz) para procesar y transmitir información, aprovechando fenómenos como el entrelazamiento la (entanglement) que permiten estados correlacionados imposibles de alcanzar en la física clásica. Pero el principal reto ha sido siempre la escalabilidad: cada vez que se añade un fotón al sistema, la complejidad y el número de componentes ópticos necesarios crece de forma exponencial, trayendo consigo problemas de alineación, inestabilidad y costos.
El equipo liderado por Federico Capasso demostró que una metasuperficie especialmente diseñada puede generar estados cuánticos complejos, en los que varios fotones quedan entrelazados y pueden realizar operaciones cuánticas sofisticadas.
Los experimentos no sólo demostraron la generación de entrelazamientos en esa metasuperficie, sino que además permitieron la manipulación y lectura de estos estados usando una estructura que no requiere alineaciones precisas ni componentes voluminosos, algo totalmente novedoso.
Un elemento clave del avance fue el uso de la teoría de grafos—una rama de las matemáticas que estudia conexiones (nodos y aristas)—para modelar y diseñar la funcionalidad de la metasuperficie cuántica. A medida que se añaden más fotones, las rutas posibles de interferencia entre ellos se multiplican. Con grafos, los científicos pudieron visualizar y programar la metasuperficie para controlar exactamente cómo se entrelazan y manipulan los estados de los fotones, evitando las complicaciones tradicionales.
Referencia
Metasurface quantum graphs for generalized Hong-Ou-Mandel interference. Kerolos M. A. Yousef et al. Science, 24 Jul 2025, Vol 389, Issue 6758, pp. 416-422. DOI:0.1126/science.adw8404
Procesadores cuánticos
Esta proeza permitió a los imnvestigadores presentar las metasuperficies no solo como un avance incremental, sino como una auténtica plataforma candidata para convertirse en la próxima generación de procesadores cuánticos. Su capacidad para integrar generación, manipulación y detección de estados cuánticos complejos—todo en una lámina ultradelgada—permite consolidar en un solo chip funciones que antes requerían múltiples componentes ópticos distribuidos en laboratorios enteros.
Esto significa que, además de sumar ventajas de miniaturización, robustez y versatilidad, las metasuperficies así tratadas permiten “procesar información cuántica” a escala de chip, acercándose conceptualmente a lo que representan los procesadores clásicos en la informática tradicional, pero en el paradigmático terreno de la computación óptico-cuántica.
Impacto futuro
Gracias a esta tecnología, en un futuro sería posible pensar en computadoras cuánticas portátiles, redes de comunicación ultra seguras basadas en fotones entrelazados y en sensores capaces de detectar con precisión niveles extremadamente bajos de energía o materia, señalan los investigadores.
Aunque todavía quedan desafíos, como mejorar la eficiencia y escalar a mayores números de fotones/cúbits, este avance marca un antes y un después incontestable. La unión entre física cuántica, ingeniería nanofotónica y matemáticas avanzadas, abre el camino hacia una nueva generación de dispositivos cuánticos, con aplicaciones que apenas empezamos a imaginar.