Cada dos años, en un rincón inesperado del mundo científico, se celebra una cita única: la escuela de verano del Observatorio Vaticano, uno de los centros astronómicos más antiguos del mundo y símbolo del vínculo entre fe y ciencia. Lejos de tiendas de campaña y juegos al aire libre, este «campamento» reúne durante varias semanas a jóvenes astrofísicos seleccionados de entre cientos de candidatos internacionales para profundizar en los grandes misterios del universo.
En la edición de este año, celebrada del 1 al 17 de junio en Albano Laziale, a las afueras de Roma, participaron 25 investigadores de 22 países. Entre ellos, representando a España, estuvo Emma Esparza Borges, astrofísica canaria de 27 años, quien compartió su vivencia en una entrevista para el programa La Tarde de COPE. Emma se mostró entusiasta al describir tanto la dimensión académica como espiritual del encuentro: «Fue una experiencia maravillosa, tanto desde el punto de vista académico como personal».
El Observatorio Vaticano en Castel Gandolfo
Ciencia y fe
El Observatorio Vaticano no es solo un lugar de estudio, sino un espacio donde ciencia y espiritualidad se encuentran. Dirigido por jesuitas formados como astrofísicos, el centro abre sus puertas a una élite de jóvenes investigadores para reflexionar, aprender y compartir hallazgos sobre el universo. Este año, el eje temático giró en torno al telescopio espacial James Webb, abordando diversas áreas de la astrofísica.
Emma, especializada en exoplanetas, destacó que «la escuela tocó prácticamente todos los campos de la astrofísica», lo que le permitió redescubrir su pasión científica y ampliar horizontes más allá de su campo. «Me ha servido mucho para retomar esa ilusión que a veces se pierde entre los plazos del doctorado», confesó.

El Papa visita el Observatorio Astronómico Vaticano en Castel Gandolfo el domingo 20 de julio de 2025.
comunidad científica y vocación
Formada en Física y con un máster en Astrofísica en las Islas Canarias, Emma está ahora en la etapa final de su doctorado. Su pasión son los exoplanetas, aquellos que orbitan estrellas fuera del sistema solar. «Estudiarlos nos permite contextualizar nuestro propio sistema solar. El tipo de planeta más común en nuestra galaxia no existe aquí, y eso es una gran incógnita«, explicó.
Además de los aprendizajes científicos, Emma valoró la convivencia: «Compartíamos descansos con los hermanos jesuitas, que también son científicos. Aprendí mucho de cómo viven su vocación y su profesión con tanta coherencia y paz». También destacó el intercambio con otros jóvenes científicos: «Conectar con personas de otros países y líneas de investigación fue muy enriquecedor. Se crearon sinergias que espero mantener».
Sin conflicto
A lo largo de la entrevista, Emma ha hablado abiertamente de su fe y de cómo convive con su vocación científica. «Nunca he sentido conflicto. La ciencia busca la verdad, y eso es también lo que busca la religión. Jesús nos dijo que él era la verdad«, afirmó. Su reflexión ejemplifica un modo de vivir la ciencia desde una perspectiva integradora, en la que la exploración del cosmos no excluye la trascendencia.
Al ser preguntada sobre qué pasaría si encontráramos vida en otro planeta, respondió con serenidad: «¿Qué haríamos? Pues hablarles de Dios, ¿no? De forma similar a cómo ha sucedido aquí. Jesús vino a este mundo, es nuestra realidad… pero si hubiera otros, habría que descubrir cómo fue su historia».