Es el eterno debate en la oficina: el aire acondicionado. Hay quienes siempre tienen calor en su puesto de trabajo y, por el contrario, quienes necesitan llevar una rebeca para no «morirse» de frío.
Y llegan los temidos resfriados en verano. Hasta un 20% de los cuadros catarrales, laringitis, faringitis o procesos bronquíticos se producen en verano a causa del uso inadecuado del aire acondicionado, alerta la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
Habitualmente estas afecciones son leves y suelen producirse por el efecto irritativo e inflamatorio del aire frío sobre la vía aérea superior, faringe o laringe o incluso a nivel bronquial. Como señala a este diario Estanislao Nistal, doctor en Virología, investigador y profesor de Microbiología en la Facultad de Farmacia de la Universidad CEU San Pablo, «el aire acondicionado no causa resfriados por sí mismo, pero sí contribuye a que podamos resfriarnos».
El aire acondicionado es un excelente aliado para combatir las altas temperaturas del verano mediterráneo, pero también el origen de cuadros o síntomas respiratorios de diversa gravedad. Además, el propio aparato puede albergar y diseminar microorganismos y, por otro, el aire seco que se genera puede resecar nuestras mucosas y contribuir a que estemos más vulnerables ante las infecciones respiratorias.
¡Cuidado con los filtros del aire acondicionado!
Los cambios muy bruscos de temperatura son una de las principales causas de los resfriados en verano. «Ya hemos aprendido que el frío no resfría, pero sí nos hace más vulnerables. Cuando pasamos de una temperatura muy calurosa a otra mucho más fresca, esta variación repentina puede afectar a nuestro epitelio respiratorio y debilitar nuestras defensas», destaca el doctor Nistal.
Estos son los peligros de abusar de los aires acondicionados / Adobe Stock
La mucosa respiratoria juega un papel esencial en la protección contra las infecciones respiratorias, ya que su función es actuar como una barrera física que atrapa las partículas que inhalamos, como el polvo o el polen, pero también los virus y bacterias, antes de que puedan infectarnos.
Los sistemas de refrigeración resecan el ambiente y, por tanto, nuestras mucosas respiratorias, lo que nos vuelve más vulnerables a las infecciones. El uso excesivo del aire acondicionado también puede causar irritación en las vías respiratorias, tos y sequedad en la garganta, los ojos y la piel.
Como alerta el especialista, los filtros de los aires acondicionados «pueden acumular partículas de polvo, polen, bacterias, virus y hongos que pueden diseminarse y afectar a las personas que las respiren». Por tanto, «debemos limpiarlos con regularidad y realizar el mantenimiento indicado de las instalaciones para evitar que acumulen suciedad y gérmenes que puedan perjudicar a nuestra salud».
Las personas que tienen un sistema inmunitario más débil, por la causa que sea, son más vulnerables a los contagios:
- Debemos tener especial cuidado con los niños y ancianos
- las personas con enfermedades respiratorias crónicas
- pacientes oncológicos
- o cualquier persona que tenga comprometidas sus defensas más son susceptibles a tener infecciones
- el daño pulmonar acumulado puede ser otra causa de mayor susceptibilidad a infecciones.
¿A qué temperatura debemos ponerlo?
Según SEPAR, la temperatura más adecuada serían unos 22-24 grados por el día y 23-26 por la noche, con una humedad del aire entre un 35% y 60%.
En la medida de lo posible, «debemos evitar poner el aire acondicionado a una temperatura demasiado baja, intentando que la diferencia con la temperatura exterior no supere los 10 grados«. Tampoco es recomendable situar el flujo de aire directamente hacia nuestro sistema respiratorio.
También es «importante limpiar regularmente los filtros, tanto en casa como en el coche». Además, si permanecemos muchas horas en lugares con aire acondicionado, es recomendable beber bastante agua para evitar la deshidratación.