Las conexiones del negocio musical con actividades alejadas y controvertidas propician un nuevo desencuentro: apenas dos meses después del caso Sónar-KKR, es ahora Spotify la marca situada en el centro de una tormenta, después de que un goteo de artistas denuncie sus vínculos con la industria armamentística y defienda el boicot a la plataforma. Una crisis que se produce en un momento de ciertos temblores para la compañía, como se deduce del informe trimestral, hecho público este martes, que registra pérdidas de 86 millones de euros (frente al beneficio de 274 millones del mismo período de 2024) pese al aumento de usuarios activos, de un 11% respecto al año pasado.
El origen de este señalamiento a Spotify está en el vínculo de Daniel Ek, fundador y CEO de la plataforma, con la ‘start up’ alemana Helsing, especializada en software militar basado en IA y que desarrolla un dron de combate llamado HX-2, presentado el pasado diciembre y que puede alcanzar objetivos a 100 kilómetros de distancia. A través de Prima Materia, fondo de inversión que creó en 2021 (con Shakil Khan, inversor en Spotify), Ek inyectó ya aquel año 100 millones de euros a Helsing, a los que ha sumado ahora otros 600, un movimiento anunciado el pasado 17 de junio.
Hacer “lo correcto”
Aquel día, el empresario sueco habló de la operación en el contexto de una “necesidad urgente”, por parte de Europa, de “reforzar rápidamente sus capacidades de defensa en respuesta a los desafíos geopolíticos en curso”. Ek insistió en ello al ‘Financial Times’: “Estoy seguro de que la gente lo criticará, y me parece bien”, apuntó. “Me centro en lo que creo que es correcto, y estoy convencido al 100% de que esto es lo correcto para Europa”.
Ya en 2021, algunas voces del ámbito musical levantaron la voz y anunciaron que rompían con Spotify, caso de Darren Sangita y Skee Mask. Ahora, la protesta sube unos escalones: después de los llamamientos al boicot de sendos grupos californianos de rock experimental, Deerhoof y Xiu Xiu, se han sumado estos días dos bandas de una proyección popular muy superior, la australiana King Gizzard & The Lizard Wizard y la mexicana Café Tacuba. Un comunicado, este lunes, de King Gizzard anunció que el grupo retiraba toda su discografía de Spotify. “¿Podemos presionar a estos Dr. Maligno tecnócratas a hacerlo mejor? Únete a nosotros en otra plataforma. ¡Que se joda Spotify!”. Así fue en Estados Unidos, donde su catálogo se volatizó, mientras que, en Europa, 24 horas después, habían desaparecido todos sus álbumes posteriores a 2017, en un proceso que requiere algo más de tiempo dada la intervención de distintos sellos y distribuidoras digitales. La retirada de King Gizzard de la plataforma es significativa dado que hablamos de un grupo de enorme productividad editorial, que ha lanzado 27 álbumes desde 2012.
Remuneraciones discutidas
Este pronunciamiento se suma al del grupo mexicano Café Tacuba, cuyo cantante, Rubén Albarrán, ha advertido de que “el dueño de Spotify ha invertido 600 millones de euros en tecnología militar que puede ser usada contra niños en Palestina, Sudán, Ucrania y en cualquier lugar”. Esas armas, añade, “podrían ser utilizadas contra nosotros mismos”. Albarrán aprovecha para cargar contra las siempre discutidas remuneraciones que los músicos perciben de la plataforma: “No es correcto que el dinero que nos roba con regalías miserables lo use para la guerra”. Por su parte, Xiu Xiu publicó el viernes un mensaje en el que rechazaba “ese agujero de basura, portal violento hacia el apocalipsis, llamado Spotify”.
Coincidiendo con la polémica, balance adverso de Spotify al cierre del segundo trimestre de 2025, con esas pérdidas de 86 millones y el anuncio de la ampliación en 857 millones del plan de recompra de acciones. En la parte positiva está el aumento de usuarios activos (11%) y de suscriptores ‘premium’ (11,6). La cifra de negocio alcanzó los 4.193 millones, con un 10% de aumento, pero la empresa atribuye las pérdidas al impacto de los costes financieros y a asociados al personal y al marketing.
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