¿A qué hace referencia el título de tu nuevo álbum, ‘Sains et saufs’ (‘Sana y salva’)? ¿De qué peligros te has protegido?
Mi infancia estuvo llena de cosas complicadas. No tuve una base muy estable. En la adolescencia exploté y todo fue bastante caótico. Me ponía constantemente en peligro… Pero a los 20 años cambié de rumbo: decidí hacer todo lo posible por ser feliz y cuidarme. Ha sido un largo viaje. Hoy me siento bastante orgullosa de mí. Y esta expresión habla justamente de eso: de rodearte bien, de personas que te quieren, que te hacen bien y te impulsan hacia arriba. No importa lo que vivas, siempre hay un lugar dentro de nosotros que no es tocado por nada, que permanece intacto. Todo esto también es una forma de decir que, con todas las cosas horribles que pasan en el mundo, si queremos que el mundo mejore, primero hay que hacer las paces con uno mismo, hay que liberarse de la propia sombra. Si cada uno lo hace, el mundo irá mejor.
Una de tus canciones más recientes, ‘Cerca de ti’ (‘Mon amour’), confirma tu vínculo con el español, lengua que ya habías incorporado en otros temas. ¿Qué te aporta esta lengua como artista?
Siempre me ha encantado cantar en español. Incluso antes de ser conocida, ya hacía música con letras en español en un grupo que se llamaba Don Diego. Cuando era pequeña iba a España y tengo muchos recuerdos de Tortosa o San Carlos. Estaba con los hijos de los amigos de mi madre: no hablábamos el mismo idioma, pero nos entendíamos, compartíamos muchas cosas. Había una energía muy viva en España. Este idioma me resuena en el corazón, tiene algo muy directo. Y a mí me hace cantar desde el corazón. No canto igual en español. En cuanto la gente habla español, me siento como en casa y se enciende algo en mí. Y me pareció que esa canción se prestaba muy bien para una versión en español. Es también una nueva declaración de amor a esta lengua que tanto me gusta. ¡Muchísimo!
El español resuena en el corazón, tiene algo muy directo. Y a mí me hace cantar desde el corazón. No canto igual en español
Lamentablemente, la música francesa parece tener dificultades para imponerse en nuestro país, más allá de círculos muy reducidos. Y da la impresión de que lo mismo ocurre en sentido contrario. La barrera del idioma parece infranqueable a pesar de la cercanía geográfica. Sin embargo, tú has logrado superar esa frontera. ¿Cómo lo lograste?
No sé por qué no hay más artistas franceses que funcionan en España. Quizás, en mi caso, la razón es ese amor incondicional por España y el idioma español del que te hablaba. Siento que una parte de mí es española. Puede que yo sea una mezcla de muchas cosas. Soy muy expresiva, muy emocional…
Te defines como “una esponja”, apasionada por los viajes y deseosa de impregnarte de culturas y estilos musicales diferentes. ¿Cuál ha sido el último viaje que te ha marcado profundamente o que te ha nutrido a nivel personal?
Mi último viaje fue a Bali. Fui a hacer un retiro sobre un método que me gusta mucho y que permite desarrollar la percepción, la conexión con las emociones y con lo invisible. Encontré Bali genial, lleno de energía, fue intenso. Me encantó estar rodeada de personas de todo el mundo, con historias de vida muy distintas. Además, mi marido es mauriciano, así que voy regularmente a Isla Mauricio. Allí descubrí el séga [la música tradicional del país], con muchos artistas. Se ha convertido también en una pasión. Los viajes me alimentan. Cada vez descubro nuevos olores, nuevas sensaciones, nuevas formas de funcionar. Siento que me enriquecen, ¡y eso me encanta!
¿Cuántas veces te han llamado ingenua? Lo digo por canciones como ‘Imagine’, donde hablas del sueño posible de una sociedad con más amor y libertad.
Creo que sí, tengo esa capacidad de maravillarme como los niños. Y la cultivo. Para mí es importante. Pero también soy muy consciente del mundo en el que vivimos; no vivo en el mundo de los unicornios. Soy muy consciente, por eso me exige mucha energía y es una verdadera elección cultivar mi vida, mi alegría y todo lo que me hace bien. He decidido alimentarme aquello que me nutre. Sí, veo todo lo que está mal, pero intento no alimentarme de cosas demasiado angustiosas, porque me bajan la energía. Y necesitamos alegría, necesitamos entrar en esa energía. Si no, no ayudamos al mundo. Si queremos una sociedad con más amor, hay que encarnarlo. Es una responsabilidad personal. Somos responsables de nuestra felicidad. Estoy cansada de ser víctima. Claro que he vivido muchas cosas, pero decidí que no sirve de nada quedarme anclada en eso. He decidido ser feliz. Cuando la gente viene y me dice que mi música les da alegría, me hace feliz. Tal vez así nos sentimos menos solos y nos damos fuerza entre nosotros. No, no soy inconsciente. Para nada. Pero elijo conservar mi energía.
Hoy en día se pone en cuestión la idea de Europa. Se nos quiere hacer creer que lo que aquí llamamos el Viejo Continente ya no es más que un anciano improductivo. ¿Crees que habría que reafirmar Europa frente a las amenazas, como un espíritu, una idea de libertad y una cultura de culturas?
No soy experta en geopolítica en absoluto. Pero creo que cada país tiene sus recursos. Cuanto más nos acompañamos, más nos conectamos, más fuertes somos. También creo que uno puede mirar el vaso medio vacío o medio lleno. Sí, hay cosas que están retrocediendo, pero son una minoría y los medios lo amplifican mucho. Pero hay una juventud que ya ha integrado muchos valores. El nuevo mundo ya está aquí. La sociedad está cambiando, está avanzando. La juventud es muy consciente y, aunque sea difícil para ellos, están haciendo cosas increíbles. Quieren alzar la voz, denunciar, no rendirse. Creo que la gente está retomando su poder. Tardará un poco, pero tengo mucha esperanza. Las nuevas generaciones son increíbles: se liberan, están bien en su cuerpo… La juventud es hermosa. Los gobiernos están perdidos, ya no están en sintonía. Pero hay mucha gente que habla alto y claro. Quizás estamos al final de un sistema y va a haber un cambio. Y creo que vamos a crear algo mejor.
Pablo Alborán es una persona bellísima y un artista sublime. Lo adoro
¿Cómo va tu proyecto Zazimut, su proyecto de educación musical y sostenible? En dos años celebrará su décimo aniversario.
Hemos recibido muchos premios y hemos hecho cosas increíbles. Ahora mismo estoy en fase de diálogo con las instituciones para llevar a cabo muchos otros proyectos. Antes hablábamos de política y me doy cuenta de que este festival me llevó a hacer política: hablamos con personas, con territorios, con empresas que no querían hablar entre ellas, y conseguimos que todos trabajaran juntos, creamos vínculos en todo el mundo: asociaciones en Argentina, asociaciones de mujeres, de jóvenes, de niños… No hemos conseguido hacerlo crecer tanto como queríamos, pero no me rindo: vamos a encontrar la manera.
Te escribo desde Málaga, tierra natal de Pablo Alborán, con quien has colaborado en varias ocasiones. ¿Seguís en contacto? ¿Qué opinas de Pablo como artista y como persona?
Adoro a Pablo y me encantó compartir música con él. Me invitó al escenario… Son recuerdos que me van a quedar grabados para siempre. Sí, nos mandamos algún que otro mensajito, no todos los días, claro. Pero lo adoro. Tiene un gran corazón, es guapo, generoso, amable. Conocí a una persona bellísima y a un artista sublime. Lo quiero muchísimo, de verdad.