Casi 1.000 millones de personas sufrirán escasez hídrica en el año 2100 debido a la reducción del caudal en los principales ríos del planeta, motivada principalmente por el cambio climático, si no se adoptan medidas urgentes.
Esta proyección triplica las estimaciones anteriores y subraya la urgencia de políticas climáticas ambiciosas. La conclusión se recoge en un estudio liderado por investigadores de la Universidad Northeastern y publicada en ‘Climate and Atmospheric Science’.
Puja Das, autora principal del estudio, explica la metodología: «Seleccionamos las 30 cuencas fluviales más grandes del mundo, incluidos el Amazonas, el Congo, el Ganges, el Brahmaputra y el Nilo. Queríamos evaluar cómo los modelos climáticos representan la disponibilidad de agua en estas regiones».
El trabajo comparó dos generaciones de modelos que analizan el futuro del planeta del Proyecto de Intercomparación de Modelos Acoplados (CMIP): los denominados CMIP5 y el más reciente CMIP6.
Sequía en Kenia. / EFE / Stephen Morrison
Este último modelo demostró mayor precisión al incorporar resoluciones espaciales más finas (100 kilómetros frente a 500), ecuaciones físicas integrales (procesos terrestres, oceánicos y criosféricos) y parametrizaciones (ecuaciones matemáticas que representan procesos climáticos complejos) mejoradas de fenómenos como la formación de nubes.
Un mundo más verde
«Los modelos con mayor resolución, mejores parametrizaciones y más componentes físicos añaden valor predictivo», reseña Auroop Ganguly, coautor del estudio. Sin embargo, el avance conlleva un desafío: aunque los modelos CMIP6 son más hábiles, muestran mayor dispersión en sus proyecciones, reflejando incertidumbre estructural.
Estos modelos son herramientas fundamentales para comprender la ciencia del clima, respaldar la adaptación climática e informar sobre la gestión de los recursos hídricos . «Descubrimos que los modelos más precisos proyectan los peores escenarios en términos de disponibilidad de agua», explica Das.
Las implicaciones demográficas son críticas. Bajo el escenario de altas emisiones, el 40% de las cuencas analizadas reducirán su caudal, afectando a 850 millones de personas. Esta cifra contrasta con los 260 millones estimados por estudios anteriores, basados en modelos menos avanzados.

Cataratas del Nilo Azul en Tis Issat cerca de Bahir Dar, Etiopía. / A.Savin
La población en riesgo se concentra en regiones tropicales de África y Asia, donde el crecimiento demográfico se superpone a economías vulnerables con bajo Índice de Desarrollo Humano.
La investigación también evalúa alternativas. En un escenario de bajas emisiones, que prioriza la sostenibilidad, solo 500 millones de personas sufrirían escasez en 2100. «Vimos que si hay un mundo más verde, la disponibilidad de agua será mayor y menos personas se verán afectadas por la disminución de recursos hídricos», enfatiza Das.
Desafíos por abordar
No obstante, incluso con bajas emisiones, ciertas regiones experimentarían disminuciones en el caudal, lo que exige estrategias de adaptación locales. El estudio trasciende lo académico. Para los gestores hídricos, ofrece un ranking de fiabilidad de modelos CMIP6 por cuenca, facilitando decisiones sobre infraestructuras y políticas.
Para los científicos, identifica áreas prioritarias: refinar parametrizaciones de nubes y explorar incertidumbres mediante proyectos como el ‘Cloud Feedback Model Intercomparison Project’ (CFMIP), una iniciativa internacional que busca mejorar la comprensión y la evaluación de los mecanismos de retroalimentación entre las nubes y el clima, así como los cambios regionales en la circulación atmosférica y la precipitación.

Las proyecciones para finales de siglo sugieren que una mayor población correrá el riesgo de sufrir deficiencia de agua. / Climate and Atmospheric Science
Quedan desafíos por abordar: las proyecciones se centran en el caudal superficial, sin considerar las aguas subterráneas o las intervenciones humanas directas. Además, las discrepancias entre conjuntos de datos de referencia en cuencas tropicales exigen cautela.
El mensaje final es claro: aunque los avances técnicos en modelización climática revelan riesgos hídricos mayores que los previstos, la ventana para mitigarlos sigue abierta. Reducir emisiones y priorizar la cooperación internacional podría evitar que 350 millones de personas sufran estrés hídrico extremo a finales de siglo. «La ciencia ofrece herramientas para actuar; ahora corresponde a la sociedad elegir el camino», concluyen los autores.