Tener más estudios no «protege» de forma directa frente al deterioro cognitivo y el envejecimiento cerebral. La revista ‘Nature Medicine’ publica el mayor estudio sobre envejecimiento cognitivo realizado hasta la fecha, en el que se han analizado datos longitudinales de más de 170.000 personas de 33 países occidentales y cuyos resultados cambian la concepción del rol de la educación como factor de reserva cognitiva al envejecer y «refuerzan la necesidad de políticas y programas que fomenten la salud cerebral mediante factores más allá de la actividad cognitiva y que se extiendan durante toda la vida, no solo en la infancia y juventud», apuntan desde el Instituto Guttmann, junto a la Universidad de Barcelona (UB), los dos únicos centros españoles que han participado en el estudio, liderado por la Universidad de Oslo (Noruega).
Según trabajos previos, aunque el número total de personas con demencia en el mundo aumenta debido al crecimiento y el envejecimiento de la población, la incidencia parece estar disminuyendo y los adultos mayores tienen hoy en día una mejor función cognitiva que hace 20 años. Esto se atribuye a los cambios en el estilo de vida de la población, y hasta ahora la hipótesis más extendida sugería que la educación reglada podía proporcionar una protección frente al envejecimiento normal del cerebro. Sin embargo, este equipo investigador ha hallado que, «aunque las personas con más años de educación formal tienden a empezar con un nivel cognitivo más alto en la adultez, no experimentan un deterioro cognitivo más lento con la edad».
«Son los rasgos neurobiológicos iniciales de las personas los que favorecen que alcancen un nivel educativo más elevado, y no a la inversa»
Según los resultados recogidos, un mayor nivel educativo se asoció con una mejor memoria, un mayor volumen intracraneal y un volumen ligeramente mayor de las regiones cerebrales sensibles a la memoria. «Una explicación plausible es que son los rasgos neurobiológicos iniciales de las personas los que favorecen que alcancen un nivel educativo más elevado, y no a la inversa», razona Gabriele Cattaneo, doctor en Biomedicina e investigador de la Barcelona Brain Health Initiative (BBHI). Y todos los grupos, independientemente de su nivel estudios, mostraron un deterioro cognitivo y un envejecimiento de la estructura cerebral prácticamente paralelos a lo largo del tiempo.
Cambios similares
«Esto no quita que partir de una mayor reserva cognitiva proporciona ventaja porque si sales de más arriba, más arriba acabarás. Claramente, la educación y escolarización temprana mejoran la función cognitiva a lo largo de la vida, pero no influyen en el ritmo de deterioro ni en el envejecimiento estructural del cerebro. Si tomamos como referencia el nivel educativo, todos los cerebros cambian de forma muy similar en la mediana edad y la vejez», añade Cattaneo.
«La educación y escolarización temprana mejoran la función cognitiva a lo largo de la vida, pero no influyen en el ritmo de deterioro ni en el envejecimiento estructural del cerebro»
Según señala el Instituto Guttman en un comunicado, el trabajo plantea importantes cuestiones para las políticas públicas en materia de salud cerebral y envejecimiento saludable.
Importancia de la actividad física
«Aunque fomentar la educación sigue siendo fundamental, los resultados indican que no es suficiente para envejecer de manera saludable. Es decir, no basta con acumular años de escolarización para proteger el cerebro del envejecimiento. Se requiere un enfoque más amplio y multifactorial que incluya intervenciones a lo largo de toda la vida, como la actividad física, la estimulación cognitiva continua, las relaciones sociales y la prevención de factores de riesgo vascular», destaca Javier Solana, doctor en Ingeniería Biomédica y Director de Investigación del Instituto Guttmann.
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