«Hemos tenido una victoria histórica para las fuerzas de la revolución bolivariana», dijo Nicolás Maduro. «Ganamos con el voto del hombre de a pie», exclamó desde un balcón de la alcaldía de Caracas después de que conociera el escrutinio de las elecciones municipales de este domingo. Los números oficiales no daban lugar a la algarabía. Apenas el 44% de los venezolanos en condiciones de votar acudieron a las urnas: apenas un poco más de seis millones. Un 56% de los ciudadanos se quedaron en sus casas, dos puntos menos que en los comicios regionales de mayo. Una parte que sufragó no lo hizo por el Gobierno. El desaire político ha sido una vez más elocuente. Maduro convirtió otra vez esas cifras en lo contrario. Prefirió destacar que el Partido Socialista Unificado (PSUV) se quedó con 285 de las 335 alcaldías en juego y ganó 23 de las 24 capitales de los estados. «Quiero festejar el liderazgo de la juventud. Éxito total». Maduro destacó la importancia de la consulta a la que fueron convocados los jóvenes a partir de los 15 años para pronunciarse sobre 37.000 proyectos de distinta índole. Esas fueron las razones para el jolgorio presidencial. «Me voy de rumba (festejo) esta noche».
«La abstención no existe porque es un fantasma, sencillamente es inexistente, al final lo importante es qué candidato obtuvo más votos», había dicho Jorge Rodríguez, uno de los principales dirigentes gubernamentales, antes de que comenzara el escrutinio. El presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Elvis Amoroso, sostuvo por su parte que se había escrito «una nueva página en la historia» y «había ganado la democracia». Los comicios del domingo supusieron un «proceso extraordinario» de fuerte carácter cívico. La mirada periodística no acompañó ese entusiasmo. «Los centros que se llenaron este domingo en Caracas fueron los comerciales y no los de votación», dijo el portal ´Efecto Cocuyo`. «Muchos funcionarios, pocos civiles», señaló ´Tal Cual`.
Maduro tendió no obstante la mano a los adversarios que participaron de las elecciones, aunque con una prevención. «Felicito a los 50 alcaldes de la oposición. Bienvenido a la convivencia nacional, pero también los llamo al respeto. Es el nacimiento de una nueva oposición, tienen la obligación de gobernar bien. Cesen las conspiraciones y los llamados a la intervención norteamericana».
Sin cambios
La contienda no modifica en un ápice la situación posterior a las presidenciales del 28 de julio de 2024. La proclamación del triunfo de Maduro por parte del CNE provocó el fuerte rechazo opositor y la denuncia de que se le había arrebatado la consagración al candidato Edmundo González Urrutia. Maduro asumió el 10 de enero, blindado por la alianza con las Fuerzas Armadas y la policía, indiferente al repudio interno y el desconocimiento de su legitimidad en el exterior, incluso de Brasil y Colombia, que nunca reconocieron los resultados. El antimadurismo comenzó un proceso de dispersión. El sector más radical, encabezado por María Corina Machado, reivindicó una vez más el llamado a no votar. Otro sector, entre los que se encuentra el excandidato presidencial, Henrique Capriles, consideró que no se podía volver a tropezar con la misma piedra de años anteriores, y aceptó participar en las elecciones regionales de mayo y las recientes municipales. Machado siente que los resultados oficiales confirman la eficacia de su estrategia. A su criterio, solo votó el 10% del padrón electoral. «Es que ya ni engañar pueden. Todas las caretas se cayeron».
La división opositora facilita la gobernabilidad de Maduro. El exgobernador del estado Zulia Manuel Rosales, consideró ante esta situación que «no hay otro camino que negociar, buscar un acuerdo democrático y sacar a este país de esta desgracia». Capriles estimó por su parte que las condiciones políticas del año pasado ya no existen. «Decir que el Gobierno está a punto de caer no es verdad, seguir alimentando expectativas de que esto se cae mañana no es verdad, es como decir que la oposición está más unida, tampoco es verdad. Entramos en una etapa de total y absoluta apatía que le conviene al Gobierno». Capriles, quien ha sido inhabilitado por las autoridades judiciales para presentarse a cargos electivos, tuvo un gesto de audacia: «si yo tengo que ir mañana a hablar con Maduro o con quien haya que hablar para buscar la libertad de presos políticos, no tengan ninguna duda que lo voy a hacer. Probablemente salgan algunos atacar, pero a mí quien me importa que agradezcan esas gestiones son quienes sufren, que son los familiares de los presos políticos y los presos políticos que sufren la cárcel injusta porque no han cometido delito».
El factor Chevron
Las elecciones han tenido lugar en un nuevo momento de las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos. El retorno de la multinacional Chevron a Venezuela se conoció en medio de las negociaciones entre Washington y Caracas que derivaron en el retorno de los migrantes encerrados en la cárcel de máxima seguridad en El Salvador a cambio de la liberación de 10 norteamericanos presos en el país sudamericano. «Frente a una política bipolar, hay que actuar como actuamos nosotros, con la diplomacia bolivariana de paz, con serenidad, nervios de acero y trabajar en lo que creemos, porque nosotros no tenemos que depender de nadie», dijo Maduro.
Asdrúbal Oliveros, director de la firma Ecoanalítica, sostuvo que la vuelta de Chevron es una «bocanada de aire fresco» para un Estado en problemas. «El impacto será significativo, especialmente en 2026. El flujo de divisas ayudará a estabilizar el tipo de cambio y a controlar la inflación, que amenazaba con dispararse». El alza del costo de la vida y el precio del dólar vienen marcando el pulso de los últimos meses. El politólogo Nicmer Evans, un histórico disidente del madurismo, señaló que la vuelta de Chevron, cuyo papel en la recuperación económica de los últimos años fue vita, «cambia el tablero político». SI bien antes de la suspensión de sus operaciones, ordenada por Trump, Chevron enfrentaba limitaciones que le impedían generar regalías o pagos directos a PDVSA, sus operaciones impactaban positivamente en el mercado cambiario al inyectar un flujo importante de dólares.