El cuento de hadas de Alboraya en este COTIF finalizó donde era previsible que acabase. La selección argentina no dio demasiadas opciones al equipo de l’Horta Nord y liquidó el partido con contundencia, intensidad y calidad ofensiva. Alboraya aguantó e igualó el partido durante largos tramos, pero enfrente tenía un muro insalvable.
Y eso que el equipo valenciano entró al partido con alguna ambición más que caer con honores. El inicio del partido fue trepidante. Argentina salió con tres hombres arriba, Elian Uriel, Thomas de Martis y Ramiro Tulián, mientras que Alboraya, bien trabajado en la parte táctica, situó un 4-5-1 que se transformaba en 5-4-1 en defensa. Los primeros minutos fueron trepidantes. La albiceleste salía al ataque con la calidad y la contundencia que se le presuponen, y el equipo valenciano no se amilanaba. Cada internada alborayense, cada acción defensiva exitosa, era jaleada con furia por la grada de Els Arcs. Gilbert, la referencia ofensiva de Alboraya, se sacó un tirazo que por un momento pareció que entraba por la escuadra. Pero bien pronto se adelantó la selección argentina, con un golazo. Felipe buscó la banda, centró con precisión y Elian Uriel lo cazó incorporándose desde el otro costado, con un salto estratosférico.
Era este un escenario de partido delicado para Alboraya, que había llegado a semifinales del COTIF cerrando su portería y defendiendo sus ventajas. Con el equipo de l’Horta aún aturdido, Argentina pudo hacer el segundo: Felipe se incorporó de nuevo y tiró un centro raso que remató Espinola y detuvo Marc con un pie salvador. Alboraya quiso entrar de nuevo en el partido, pero la albiceleste dominaba cada minuto con puño de hierro. Se notaba, en cada carrera, que los argentinos llegaban con más rodaje al torneo. El equipo valenciano quiso igualar por la vía del oficio, pero claro: a Noé le vas a hablar de lluvia, y a Argentina de cancherismo. Pese al dominio argentino en la primera mitad, solo disfrutó de otra ocasión clara, un tirazo de Thomas de Martis que Marc detuvo con otro paradón.
Renovó todo el equipo el Alboraya en el descanso, a excepción del defensa Samu: consecuencia de llegar al COTIF con pocos entrenos, pero también muestra de que jugar una semifinal contra Argentina era un premio que Ignacio Aguado, entrenador alborayense, quería repartir entre toda la plantilla. Pero los jugadores de refresco salieron con empuje y fueron igualando la contienda y jugando más y más en el campo argentino. Se notó que la albiceleste se apuraba, con dos amarillas muy tempranas a Clóster y Tello. Al fin y al cabo, solo había un gol de distancia.
Consciente del peligro, Placente refrescó las bandas y el centro del campo argentino, y su escuadra volvió a dominar el cuero. Y en otra jugada genial, finalmente, dobló su ventaja. El centro desde la derecha de Misael Zalazar era bueno, pero Guner, que acababa de entrar, lo convirtió en un golazo: controló con la izquierda, ganando espacio ante Olmos, y definió con la derecha. Poco después, el mismo Guner envió al travesaño una falta directa. Era la señal definitiva de la claudicación de Alboraya. En otro contraataque eléctrico, Jerónimo Gómez envió un pase al espacio sensacional para Facundo Jankoski, que regateó al portero y definió. Con 3-0, Argentina aún no aflojó, pero Vito desbarató las últimas ocasiones.