25 títulos de campeón de España contemplan a Ángel David Rodríguez. Le apodaban ‘Pájaro’ por su peculiar técnica de carrera, que evocaban la imagen de un pájaro en vuelo. Él, que paró el cronómetro en 10.14, está convencido de que «vamos a ver Abel Jordán bajar de los 10 segundos». Puede presumir de haber corrido, codo con codo, con Usain Bolt, Tyson Gay o Asafa Powell, pero recuerda con más cariño los piques con sus compañeros de entrenamiento. Un día corrió contra Cristiano Ronaldo, “fue un reportaje televisivo sobre la técnica de carrera. Había que correr un poco redondito, un poco de postureo, para ver las diferencias de técnica de carrera entre un velocista y un futbolista”. Aunque no le gusta airearlo, “por secreto profesional”, le sacó tres décimas en 25 metros.
-¿Qué anda haciendo el ‘Pájaro’ ahora?
Trabajando mucho con temas de producción audiovisual y disfrutando de la familia. Pertenecí a la Comisión Delegada de Atletas en el ciclo previo a los Juegos Olímpicos de Tokio, pero ahora ya estoy fuera de ello.
-¿Echa de manos competir?
Me sigo escapando a echar alguna carrerita, pero más que competir echo de menos ponerme los clavos e ir a entrenar con los compañeros en la pista y en el gimnasio.
-A toro pasado, ¿qué habría cambiado del final de su carrera?
Egoístamente me hubiera gustado competir más, no dejarme ninguna temporada vacía ni saltarme alguna pista cubierta… Pero lo digo a toro pasado, claro. Yo he disfrutado mucho del atletismo.
Ángel David Rodríguez compitiendo contra Usain Bolt y Dwain Chambers en una carrera de 100 / @soyatletismo
-Ha tenido una carrera especialmente longeva para un atleta y más aún tratándose de un velocista. No me dirá que es normal retirarse con 43…
Yo, en realidad, he disfrutado de dos carreras deportivas en una. Con 22 o 23 años jamás imaginé que podía conseguir todo lo que logré, porque reventé con 26 o 27. Muy tarde. La primera carrera fue en Móstoles, trabajando en el día a día desde joven con Dunia Martín. Y la segunda cuando me integré en el grupo de Madrid con Juan Carlos Álvarez ya pasados los 30. Me ayudó mucho entrenar con los mejores, los piques con los compañeros en las series de velocidad, en el gimnasio con las pesas con los saltadores como con los multisaltos… Era un ambiente muy especial y muy competitivo. Nos hacía mejorar mucho a todos.
-¿Tendrá recuerdos muy especiales en una carrera tan larga?
Recuerdo muchos momentos de competiciones, de viajes, de entrenamientos… Para mi los Juegos Olímpicos de Tokio fueron especiales porque eran los de mi generación. Y recuerdo con especial cariño una final del mundial júnior de 4×100.
En los 90 corrían con alpargatas comparado con los de ahora
-Cuando usted comenzó a correr, ¿el atletismo era muy diferente?
Yo comencé en un atletismo analógico. En 2006 pillé un atletismo que apuraba los últimos coletazos del efecto de Barcelona 92. Había más romanticismo, pero menos estructura y recursos. Era otro atletismo. Ahora el propósito es llegar cuanto antes al Alto Rendimiento, pero antes no había esa exigencia. Yo me podía haber ido becado a alguna universidad de Estados Unidos, pero es que ni siquiera sabía que existía esa posibilidad. Ahora con 17 años enseguida te ofrecen becas en las universidades, oportunidades que antes no teníamos. Incluso si no eres un gran atleta de mucho talento, puedes generar contenido y eso también despierta interés en el atletismo de hoy en día. No es algo específico del atletismo, también pasa en el balonmano, el voley, el basket, el rugby…
-¿Falta cultura polideportiva en España?
No diría eso. La cultura polideportiva no depende de las federaciones. De hecho, creo que en general las federaciones están haciendo bien su trabajo con el crecimiento del número de licencias. La prensa tiene y necesita generar y sostener sus audiencias y el fútbol sigue siendo algo casi cultural en España. Pero cultura polideportiva sí ha habido. Yo, por ejemplo, soy hijo de ‘Estadio 2’ aquel programa de La 2 en el que te sentabas un sábado ante la televisión y veías un partido de pelota vasca, uno de basket, un miting de atletismo o un partido del Cinco Naciones de rugby. Y ahora, por ejemplo, hay muchos más medios especializados en todos los deportes, nichos donde los aficionados se pueden informar más específicamente, algo que no había antes. Y eso además genera audiencias estabilizadas que delatan que sí hay interés por todos los deportes.
-Se lo preguntaré de otra forma, ¿tiene envidia de la cultura polideportiva de algún país cercano?
A ver, siempre he observado con admiración a Italia, porque después de los Juegos Olímpicos de Roma se quedaron con una estructura educativa de deporte que ha generado una cultura y unos entrenadores de máximo nivel que siguen siendo referentes a nivel internacional en el deporte. Italia ha sido históricamente la Biblioteca del deporte. Los 100 metros lisos son la prueba de mayor talento físico del deporte y el fútbol, una de las de mayor valor táctico. Y ellos han sabido trabajar como nadie las dos. Lo que te dice lo preparados que estaban. Gente muy estudiosa.
-Y aquí nunca se llegó a desarrollar eso en la educación ni las escuelas…
España perdió mucho desarrollo polideportivo con la dictadura. En los 70 los buenos eran los niños de pueblo que tenían un talento innato. Y en los 80 seguía sin haber una estructura robusta para desarrollar el talento de esos deportistas. A eso se sumaba que las instalaciones estaban en núcleos poblacionales grandes. No es normal que las estrellas salgan siempre de Madrid o Barcelona, pero ha ocurrido así porque ahí estaban las instalaciones y los entrenadores para trabajar ese talento de los deportistas. Pero ha habido mucho talento desperdiciado en provincias. Si te vas a Holanda, hay una pista de atletismo cada 60 kilómetros. Aquí, olvídate. Pero es algo que se va arreglando poco a poco.
-¿Quién lo está arreglando?
La inversión pública está solucionando este problema. La pública y algún loco privado que invierte en deporte lo que hace que te encuentres un rocódromo increíble en Extremadura, o apuestas como las de los Roig en Valencia o lo de Murcia. Pero hemos vivido hasta hace no mucho de la aparición aislada de grandes talentos, como David Cal, Carolina o Fernando Alonso.
-Me decía usted que el atletismo ha cambiado. ¿Puede explicar eso?
El parón de la pandemia lo cambió todo. Al no salir de casa, hizo que repensáramos el atletismo, que lo estudiamos más a fondo desde todos los puntos de vista, el mecánico, el nutricional, el competitivo… y de allí salió otro atletismo diferente. Se corre diferente, se entrena diferente, hasta se piensa diferente.
-Incluso los materiales son diferentes. Si ustedes hubiesen corrido con las zapatillas de ahora…
¿Las zapatillas? En los 90 corrían en alpargatas comparados con los de ahora. No me gusta mucho comparar, pero si hablamos de talentos, creo que los mayores talentos individuales, la época dorada, fue en Barcelona 92 o incluso un poco antes. Había atletas grandes, explosivos, de zancada amplia y posibilidades ilimitadas.
-Hablando de deportistas, ¿cuáles de los que ha tenido cerca le han parecido especiales?
De los que he tenido cerca, Bruno Hortelano y Venancio José Murcia, al que las lesiones nunca le dejaron sacar todo lo que tenía. Del resto, muchos. A Bolt, por ejemplo, lo conocí una noche en Osaka, de civil, cuando era un chaval escuchimizado del equipo de velocidad jamaicano. Ya hablaban de él, pero no llamaba tanto la atención. Pero en la pista era un tío con aura, alguien que ha hecho mucho bien al atletismo por su forma de entender la vida y el atletismo. También me llamaron la atención el inglés Dwain Chambers o Asafa Powell. Recuerdo un día corriendo una serie al lado del jamaicano y tu veías las imágenes conmigo en la calle contigua y pensabas ‘Estos tíos no hacen el mismo deporte’. Yo parecía el base del equipo y él, el pívot. Era físicamente exuberante, pura explosividad. Tyson Gay siempre me ha generado la sensación de ser un atleta increíblemente profesional. Era un corredor de fuerza, fuerza llevada al extremo, incluso al dolor. Se crispaba y exprimía hasta el último gramo de potencia de su cuerpo para correr. Se dejaba la vida en cada carrera.
El parón por el COVID cambió el atletismo. Ahora se corre diferente, se entrena diferente y hasta se plantea diferente
-Conociéndole, habrá disfrutado conviviendo durante más de 20 años compartiendo con ‘monstruos’ del atletismo la pista de entrenamiento.
Siempre ha sido curioso y me gustaba mucho observar en la zona de entrenamiento a los atletas de otras disciplinas. Ver entrenar al dominicano Félix Sánchez era hipnótico. O ver cómo disparaban el umbral de sufrimiento Arturo Casado o Juan Carlos Higuero entrenando para rebajar sus tiempos. Hacían auténticas barbaridades. Ver a los lanzadores haciendo pesas en el gimnasio era acojonante. Y recuerdo como el mayor mito del fondo español para mi, Fabián Roncero, iba a la Blumé y se ponía a hacer rutinas y series en las que reventaba a todos los que le intentaban seguir. La pena es que no se retransmitían los entrenamientos, porque había cosas sobrehumanas.
-Fuera de las estrellas con las que ha coincidido, ¿qué atletas le han sorprendido?
Recuerdo ver a Abel Jordán hacer 6.67 en los 60 en febrero 2024 con la sensación de que llegaba casi andando. Escribí a Raúl Chapado, el presidente de la Federación Española de Atletismo, y le dije: «Este va a ser el primero español en bajar de los 10 segundos». Otro que me impresionaba era el noruego Karsten Warholm, que afirmaba con toda naturalidad que bajaría de 46 segundos en 400 vallas y lo acabó haciendo en la final de Tokio. Tenía una cabeza increíble y estaba convencido de que no había límites. Al menos, para él. También seguí mucho al azerbayano Ramil Guliyev, que estuvo un tiempo desaparecido y luego se nacionalizó turco. Otro bicharraco corriendo con una cabeza increíble. Bajó de los diez en los 100 e hizo 19,76 en 200. Un avión que llegó a ser Campeón del Mundo.
-Si no hubiera sido velocista, ¿qué otra disciplina habría elegido?
Soy un saltador de longitud frustrado. Probé de cadete, pero acabé en la velocidad. Es la disciplina más técnica, lo que explica que en un salto puedas irte muy largo y en el siguiente hacer nulo. Es muy difícil ser regular en la longitud y dominar la rutina en la competición. Por eso siempre me ha llamado la atención el griego Tentoglou, para mi el atleta que mejor domina su prueba de todos los que he visto. Sin ser un talento natural, es un profesional que domina la longitud como nadie. Su regularidad es increíble. Luego había talentos naturales como el panameño Saladino o Jordan Díaz, que da unos brincos que asusta. Y quiero acordarme de Eusebio Cáceres, un compañero con enorme potencial que no pudo sacar todo lo que tenía dentro por culpa de las lesiones.

‘Pájaro’ Rodríguez ganando los 60 metros de la Copa del Rey de Atletismo en Pista Cubierta en Valencia. / EFE/Manuel Bruque.
-¿Cuál ha sido la receta para ser 25 veces campeón de España?
Yo he sido muy pesao. He tenido suerte porque no he tenido lesiones graves de rodillas o Aquiles. La espalda me ha dado guerra, pero yo guardaba un par de días de luto tras las lesiones y al tercero ya estaba entrenando. Por circunstancias de la vida he estado ahí muchos años. Seguro hay generaciones que habrán pensado ‘Este tío no se va nunca’, pero es que yo lo he pasado muy bien con el atletismo y por eso me costaba dejarlo.
-¿Cómo es la salud actual del atletismo español?
La salud del atletismo es buena. Se sigue creciendo y cada vez más gente lo practica. Cada vez hay más escuelas deportivas con entrenadores bien preparados que pueden aportar su valía y esa es la clave. Personalmente creo que los entrenadores deberían haberse implicado más en la gestión de los clubes y deberían ser más proactivos en las carreras de los deportistas, que están muy marcadas por el peso de mánagers y agentes. Los entrenadores deben ser prestadores de servicios, tener una relación casi comercial con el atleta. Los clubes creo que van evolucionando en la búsqueda de ingresos o l apoyo financiero y las Territoriales funcionan. Y si hablamos de la Federación Española, creo que está trabajando bien la comunicación, ha apostado por unas mínimas exigentes que están dando resultado y en lo financiero sale adelante. Aunque creo que el verdadero objetivo no debe ser el éxito de la selección de atletismo, que es su escaparate, sino promover la práctica del deporte como un hábito saludable de los ciudadanos, el lado alto rendimiento y las medallas hablan.
-¿El deporte de Alto Rendimiento es malo?
Lo malo no es el deporte de Alto Rendimiento, lo malo es no practicar deporte.
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