Desde hace exactamente 50 años, unos puntos rojos lucen cada verano en las carreteras francesas. El maillot a lunares, ‘maillot à pois’ en francés, distingue al rey de la montaña del Tour de Francia: lo que empezó en 1975 casi como un experimento se ha convertido hoy en un símbolo del Tour. No hay más que ver cualquier etapa por televisión para comprobar los miles de personas que lucen gorros o camisetas blancas con lunares rojos.
Existe cierta confusión sobre el origen del maillot, uno de los más codiciados por los escaladores de todo el mundo. En realidad, el Tour premia al mejor escalador de cada edición desde 1933 (cuando lo ganó el español Vicente Trueba), aunque fue en 1905 cuando se ascendió el primer puerto de montaña de la historia del Tour, el Balón de Alsacia.
Entre 1933 y 1975, ningún maillot distinguía al mejor escalador del Tour. Bahamontes, Bartali, Berrendero, Coppi, Bobet, Charly Gaul y Merckx, entre otros, fueron los reyes de la montaña, pero sin maillot a lunares.
El libro ‘Maillot à pois’, de Pierre Carrey / –
La idea nació en 1975, cuando Félix Lévitan, uno de los accionistas del diario ‘L’Équipe’ y codirector del Tour, recordó a uno de sus ídolos de infancia, Henri Lemoine, un ‘pistard’ que solía correr con un maillot blanco a puntos rojos. Lemoine quería que el público le distinguiera bien de otros corredores y por eso eligió esa combinación tan llamativa. Curiosamente, Lemoine se había inspirado en las chaquetillas de los jockeys de las carreras de caballos.
Lévitan creía que Lemoine merecía un reconocimiento mayor que el que había tenido. Por eso pensó en él a la hora de crear el maillot de la montaña. Hubo cierto debate porque los organizadores del Tour querían crear un maillot que reflejase las grandes cumbres alpinas o pirenaicas, pero finalmente se impuso la opinión de Lévitan.
El primer patrocinador fue la marca de chocolates Poulain, que se adaptó a los nuevos colores. Poulain tenía como logotipo un círculo azul sobre fondo naranja, pero desde 1975 pasó a identificarse con el fondo blanco y los puntos rojos.
(Hoy en día es Leclerc, la cadena de supermercados, la que patrocina el maillot a puntos y la que riega las carreteras francesas con productos de merchandising).

50 años del ‘maillot à pois’ / –
Un neerlandés reinando en la montaña
Aunque Países Bajos no tiene montañas, fue un neerlandés llamado Joop Zoetemelk quien tuvo el honor de llevar por primera vez el maillot a puntos rojos. Fue el 27 de junio de 1975 y casi por casualidad: en la cima de la modesta cota de Bomerée, a la salida de la ciudad belga de Charleroi, Eddy Merckx detuvo su esfuerzo a 50 metros de la pancarta para planear un ataque más tarde, circunstancia que permitió a Zoetemelk pasar el primero por esa colina.
El primer ganador del maillot a puntos fue el belga Lucien van Impe. “¡Parezco un payaso!”, exclamó la primera vez que se enfundó en un maillot. El ojo del espectador ya está plenamente acostumbrado, pero en 1975, el impacto entre los aficionados debió de ser bastante notable.
Van Impe no parecía belga: era muy menudo (1,67 metros; 67 kilos) y nadie contaba con él cuando arrancó el Tour de 1976, que acabaría ganando contra todo pronóstico. «Sobre la bici me tomé revancha de mi estatura, de todas las burlas que sufrí de pequeño. Les cerré el pico a todos los altos de mi pueblo: ellos jamás han ganado el Tour», dijo después.
Un ciclista francés, Richard Virenque, ostenta el récord de títulos de rey de la montaña. Nadie tiene en casa tantos maillots a puntos como él: ganó siete, en 1994, 1995, 1996, 1997, 1999, 2003 y 2004. Durante un tiempo, Virenque fue la gran esperanza del ciclismo francés para ganar el Tour, pero tuvo que conformarse con la montaña. Además, se vio directamente salpicado por el ‘escándalo Festina’ en 1998.
Otro francés, Thomas Voeckler, fue el rey de la montaña en 2012: los buenos aficionados recordarán sus gestos sobre la bicicleta. Siempre histriónico, Voeckler llegó a llevar el amarillo del Tour en 2004 y 2011.
Era uno de los preferidos por la afición francesa, por sus gestos de sufrimiento sobre la bicicleta; nada que ver con su plácida infancia en Martinica, donde creció porque su padre era un enamorado de los barcos y del mar.
Uno de los más peculiares ganadores de la montaña del Tour fue Charly Gaul, ganador del Tour en 1958. Apodado ‘el ángel de las montañas’, el luxemburgués era un excelente escalador, pero también funcionaba muy bien en las cronos. Pequeño, compacto y muy reservado, especialista en días de lluvia y frío, su estilo recordaba al que año después tendría Marco Pantani. Gaul acabó retirándose a una cabaña en las Ardenas para vivir como un ermitaño.