Llega el verano, el curso escolar termina y las familias respiran… hasta que miran el calendario. Los adolescentes tienen más de dos meses de vacaciones por delante, y la pregunta surge inevitable: ¿qué hacemos con ellos durante tanto tiempo?
A diferencia de la infancia, donde campamentos y actividades suelen estar bien organizados, la adolescencia exige otra mirada. Ya no quieren hacer lo mismo que cuando eran pequeños, pero tampoco están preparados (ni deben estarlo) para pasar semanas enteras solos, sin estructura ni acompañamiento. Por eso, el verano puede ser una gran oportunidad para crecer, disfrutar, y fortalecer vínculos… si sabemos cómo acompañarlo.
1. Dar espacio, pero con límites
Es normal que quieran dormir más, estar con sus amigos o pasar tiempo a solas. Respetar su necesidad de independencia es clave, pero no equivale a dejarles sin rumbo. Establecer horarios razonables, pactar normas y mantener cierta rutina les aporta seguridad y sentido del tiempo.
2. Involucrarlos en las decisiones
Preguntarles: “¿Qué te gustaría hacer este verano?”, “¿Qué cosas te gustaría aprender o probar?” suele abrir la puerta a ideas interesantes. Desde apuntarse a un curso breve (fotografía, cocina, música, voluntariado), hasta planear un viaje en familia o con amigos. Que sientan que tienen voz fomenta la responsabilidad y la motivación.
3. Fomentar la autonomía
El verano es un gran momento para enseñarles habilidades prácticas: cocinar, hacerse cargo de alguna tarea doméstica, cuidar de un hermano pequeño algunas horas… También pueden empezar a trabajar en algo sencillo o colaborar en actividades comunitarias. Esto les ayuda a ganar autoestima y sentido de utilidad.
4. Control sin vigilancia constante
El uso de pantallas y redes sociales puede dispararse en verano. Más que prohibir o castigar, lo mejor es conversar, observar y proponer alternativas. A veces, detrás del uso excesivo hay aburrimiento, necesidad de evasión o falta de propuestas atractivas. Estar disponibles emocionalmente es más efectivo que estar vigilando físicamente.
5. Disfrutar juntos (sí, aún es posible)
Aunque parezca que ya no quieren nada con nosotros, no renunciemos. Una cena en casa con su música, una escapada espontánea, una serie para ver en común, una conversación sin prisa. No necesitan tanto de nosotros como cuando eran niños, pero sí nos siguen necesitando. Eso sí: sin juicios, sin sermones y con mucho humor.
6. Prepararnos también nosotros
El verano con adolescentes puede ser agotador si no cuidamos nuestras expectativas. No se trata de tenerlo todo controlado, sino de acompañar con flexibilidad, confiar en lo que les hemos transmitido, y entender que parte de su crecimiento pasa también por equivocarse.
Porque el verano no es solo una pausa del colegio, también puede ser una pausa para reencontrarnos. Con ellos. Y con nosotros.
Así que desde Espacio Jorge el pediatra, esperamos que estos consejillos puedan ayudaros para disfrutar en familia.
Para contactar con nuestro equipo, lo podéis hacer por whatsapp en el 667719202.
Feliz veranito con nuestro adolescentes.