En los remotos fragmentos boscosos, sagrados para los lugareños, del macizo de Andringitra, al sureste de Madagascar, se oculta desde hace siglos una misteriosa especie de gecko. Acaba de ser descubierta y ha sido bautizada como Paragehyra tsaranoro. Esta enigmática criatura representa un hallazgo biológico significativo, pero también un urgente recordatorio de la fragilidad de los ecosistemas aislados.
La investigación, publicada en la revista ‘ZooKeys’, revela que este animal sobrevive únicamente en tres minúsculos rincones de bosque, todos ubicados fuera de la red oficial de áreas protegidas de Madagascar y gestionados desde tiempos inmemoriales por comunidades locales.
El descubrimiento es fruto de una exhaustiva expedición herpetológica realizada en 2018. Los investigadores, liderados por Francesco Belluardo de la Universidad de Molise (Italia), identificaron inicialmente la especie mediante análisis genéticos.
Los estudios morfológicos posteriores confirmaron su singularidad: P. tsaranoro posee una combinación de 14 caracteres distintivos, entre ellos 12 filas longitudinales de tubérculos agrandados en el dorso, escamas ventrales no pigmentadas y una configuración única de escamas subdigitales. Conclusión: es una nueva especie de gecko.
Bosques sagrados
«Paragehyra tsaranoro recibe su nombre del valle de Tsaranoro, donde se observó por primera vez», explica Belluardo, subrayando su carácter microendémico. La especie solo habita en los fragmentos boscosos de Tsaranoro (46 hectáreas), Ambatomainty (2 hectáreas) e Iantaranomby (dentro del parque nacional de Andringitra), abarcando su presencia una extensión total de apenas 38.8 kilómetros cuadrados y un área de ocupación de solo 16 kilómetros cuadrados.
Ejemplar de Paragehyra tsaranoro. / Javier Lobón Rovira
El hábitat de este gecko, nocturno y rupícola, son los afloramientos graníticos, a menudo asociados a la vegetación arbórea dentro de bosques secos semicaducifolios. Su supervivencia está intrínsecamente ligada a un fenómeno cultural: muchos de estos bloques rocosos son tumbas ancestrales del pueblo betsileo, lo que ha conferido a estas zonas el estatus de ‘Forêts sacrées’ (Bosques Sagrados).
Esta sacralidad ha actuado como un escudo informal contra la destrucción total. «La protección de este patrimonio cultural también ha ayudado a salvaguardar las especies locales», señalan los investigadores, destacando cómo la conservación biológica y cultural pueden converger. Sin embargo, esta protección tradicional se enfrenta a presiones crecientes.
La región ha perdido gran parte de su cobertura forestal original en las últimas décadas debido a la tala para leña, la expansión agrícola y los incendios descontrolados para pastos, fragmentando y degradando severamente el hábitat remanente.
Tesoros ocultos
Ante esta realidad, el estudio alerta sobre el precario futuro de la especie. Los autores proponen clasificar P. tsaranoro como ‘En Peligro Crítico’ (CR) en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) por su minúscula área de distribución, la existencia de solo tres localizaciones aisladas y amenazadas, y el declive continuo en la extensión y calidad de su hábitat.
Dos de estas localidades (Ambatomainty e Iantaranomby) muestran una degradación avanzada, con escasa cobertura arbórea. Solo Tsaranoro, la más grande y mejor conservada, alberga una población relativamente abundante, gracias en parte a su gestión por la asociación comunitaria Tanteiy desde 2002, que incluye proyectos de reforestación.

Paragehyra tsaranoro. / Javier Lobón Rovira
«A partir de investigaciones previas en la región, parece que este paisaje está repleto de tesoros ocultos de biodiversidad, incluyendo otras especies de reptiles microendémicas que no se encuentran en ningún otro lugar del país. Estas reservas gestionadas por la comunidad actúan como importantes refugios para la fauna local», afirmó Belluardo.
El artículo también reevalúa la situación de una especie hermana, Paragehyra felicinae. Descrita en 2015 y conocida inicialmente solo en la Reserva Comunitaria de Anja, nuevos registros en Sakaviro (a 8 kilómetros al norte) permitieron ampliar su área conocida.
Amenazas de deforestación
No obstante, su área de distribución ajustada es de solo 16 kilómetros cuadrados. Ante amenazas similares de deforestación y perturbación humana en los bordes boscosos, los científicos también proponen catalogarla como ‘En Peligro Crítico’. Ambas especies, P. tsaranoro y P. felicinae, ejemplifican la relevancia de las reservas comunitarias como Anja Miray (desde 2000) y Sakaviro Miray (desde 2012).
Estas iniciativas, aunque pueden presentar cierto nivel de uso extractivo de recursos, ofrecen ecoturismo (como la observación del lémur Lemur catta en Anja) y representan un complemento vital –aunque no sustituto– de las áreas protegidas estatales.
«Los hallazgos resaltan la importancia de investigar pequeños fragmentos de bosque, ya que son esenciales para completar el inventario de la herpetofauna malgache», escriben los investigadores en su estudio.

Vista general del hábitat de Paragehyra tsaranoro en Madagascar. / Javier Lobón Rovira
El descubrimiento de P. tsaranoro en Iantaranomby, dentro del parque nacional Andringitra, también cuestiona la idea de que estos espacios protegidos ya no albergan sorpresas mayores. Este hallazgo, junto a otros recientes como el camaleón Furcifer viridis en Tsaranoro o la serpiente candidata Pseudoxyrhopus sp. Ca2 en Ambatomainty, evidencia que la herpetofauna malgache dista de estar completamente catalogada.
‘Islas’ de vegetación irremplazables
La filogenia presentada sugiere que el ancestro común del género Paragehyra podría haber sido ecológicamente versátil, habitando tanto bosques húmedos orientales como áreas secas del centro-oeste de Madagascar, antes de diversificarse en alopatría (proceso evolutivo por el que se forman nuevas especies a partir de una población ancestral que se separa geográficamente).
La presencia de P. tsaranoro y P. felicinae en la misma área geográfica (Andringitra) apunta a procesos evolutivos complejos aún por desentrañar. Como conclusión, los científicos urgen a fortalecer el apoyo a las comunidades locales en la gestión de sus reservas forestales. Estas ‘islas’ de vegetación, aunque pequeñas y vulnerables, son irremplazables para la persistencia de endemismos extremos como P. Tsaranoro, rematan los autores.