Si tienes 73 años como yo, no es fácil entender a Pedro Acosta, que tiene 21 años y se sabe uno de los pilotos más importantes, brillantes, uno de los escasos componentes de la parrilla de MotoGP capaces de presentarse en la máxima categoría habiendo ganado los dos títulos mundiales precedentes, en Moto3 (2021) y Moto2 (2023).
Eso solo lo habían logrado antes los hermanos Marc y Àlex Márquez, así que el ‘tiburón de Mazarrón’ llevaba un montón de galones pegados a su mono de carreras. Y a su habla, sí, de enorme desparpajo. Cuando le sugerías a su entorno que, tal vez, no debería hablar como hablaba, siempre te decían (te dicen) “es que los jóvenes de ahora hablan así, es que en Murcia, hasta el presidente de la comunidad habla así”. Vale.
La manera utilizada por Acosta para llegar a la élite mundial y del Mundial, su desparpajo fuera y dentro de la pista, su contundencia sobre la moto, su agresividad, sus manos, su determinación le hizo creer, pensar, imaginar que su aterrizaje en MotoGP podía y debía ser parecido a los debuts de Dani Pedrosa (2006), Jorge Lorenzo (2008) y Marc Márquez (2013).
Acosta creyó, el pasado año, el año de su debut en MotoGP, que podía repetir las gestas de Pedrosa (2006), Lorenzo (2008) y Márquez (2013), que consiguieron su primera victoria antes del quinto GP. El ‘tiburón de Mazarrón’ cumple su segundo año y aún no ha ganado.
Tres nombres sagrados del motociclismo mundial. Tres galácticos imponentes en la pista. Por eso fueron muchos, demasiados, los que empezaron a contar los grandes premios de 2024, el año del debut del ‘tiburón’ en MotoGP, hasta adivinar cual sería la cita que le coronaría. Incluso se dijo que batiría el récord de precocidad de Marc Márquez. No digo que él se lo creyese, que se lo creyó, pero el ruido era excesivo y las expectativas sobredimensionadas, pese a que el currículum del murciano era sencillamente impresionante.
Pedrosa ganó su primer GP de la categoría reina, en China, la cuarta carrera del año de su debut. Tela. Lorenzo, lo logró en Portugal, también, sí, en la tercera carrera del año de su estreno. Y Márquez, cómo no, se coronó como el más joven de la historia en Austin (Texas, EEUU), en el segundo gran premio de su vida en MotoGP. De verdad, cualquiera de esos resultados era de una inmensidad, de una dificultad tremenda.
Y así ocurrió. Acosta, en su primer año entre los grandes, logró cinco podios, que es algo enorme (segundo en EEUU e Indonesia y tercero en Portugal, Aragón y Tailandia), pero no ganó ni superó el récord de precocidad de Marc. Y, la verdad, el arranque de este año no ha sido de lo más brillante, pues a su desconcierto, a la necesidad de cambiar el chip, a la obligación de programarse para mejorar no para campeonar, se añadió el caos, el desastre, casi la bancarrota de la factoría Austria KTM, su marca, la escudería que lo colocó como la punta de lanza para conquistar el Mundial ¡ya mismo!
Pedro Acosta se hace un autoretrato con todo el equipo KTM. / ALEJANDRO CERESUELA
Es posible, muy probable, que cuando el ‘tiburón’ aterrizó en MotoGP, en 2024, con el bicampeonato bajo el brazo, pensó que el león no era tan fiero como lo pintaban. Y, sí, sí lo era. El ‘tiburón de Mazarrón’ ha cambiado mucho, aunque no quiera verbalizar esa transformación: ahora sí sabe lo mucho que le va a costar ganar su primer GP de MotoGP y no (solo) porque no posee una Ducati, aunque dicen que ya negocia con Valentino Rossi para tenerla en 2027, sino porque los pilotos y las motos a las que debe vencer son muy, muy, buenos, especialmente el mayor de los Márquez, con el que fue bastante desconsiderado (grave error) en un programa de televisión.
El domingo se produjo un hecho insólito en la historia del Mundial. Si quieren anecdótico, aunque no todos los presentes lo consideraron así. Acosta acabó en el podio (3º) por vez primera este año y, tras la conferencia de prensa oficial, desapareció de la sala de prensa y no esperó a los cinco enviados especiales de los medios españoles para contarles, en castellano, sus impresiones sobre semejante gesta.
La perplejidad fue total. Hubo quien dijo que volvió al taller de KTM corriendo porque estaba el nuevo CEO de la factoría austriaca, Gottfried Neumeister, aunque la realidad es que Albert Valera, representante del murciano, se vio obligado a pedir disculpas a los medios. Disculpas aceptadas ¡vaya que sí!
El ‘tiburón de Mazarrón’, que no tiene cláusula ni posibilidad alguna de abandonar KTM, ya se ha mentalizado de que debe buscar la complicidad de la factoría austriaca, ahora en crisis económica, para progresar en el Mundial de MotoGP.
Supimos de Acosta porque Mela Chércoles, especialista del diario ‘As’, fue corriendo a su encuentro y lo pilló al vuelo, regalándonos a los demás las declaraciones del ‘tiburón’. Declaraciones que empezaban reconociendo que su primer podio del año era “un golpe encima de la mesa para mí emocionalmente”.
Acosta contó que había llevado su tiempo llegar hasta el podio y que si tenía que dedicárselo a alguien, se lo dedicaba a su equipo. ¿Por qué?, “porque han sido ellos los que han tenido que soportar durante todos estos meses el peor malhumor que podía sacar y se merecen este premio por lo mucho que me han aguantado”.
Y llegó, claro, el momento de reconocer lo difícil que es gestionar tu aterrizaje en el imperio de los campeones, él que se creía que su bautismo en MotoGP iba a ser más fácil. “No ha sido un inicio de año fácil, con 20 años no es sencillo gestionar todas las cosas que se te vienen encima y tampoco es nada sencillo cambiar tu objetivo de la noche a la mañana. Ahora que nos hemos relajado y nos están saliendo buenas carreras, vamos más poco a poco, tranquilos y ‘palante’”.
Acosta cree que está cada vez más cerca de los que ganan, de la victoria. Una cosa está clara, el ‘tiburón’ ya se ha dado cuenta de que en el mar donde se mueve hay un ‘canibal’ que muerde como nadie, que corre como pocos y que ha regresado con más hambre de la que tenía cuando se dañó en 2020. Puede, sí, que el problema de Acosta fuese que, cuando llegó al Mundial, no pudo ver al mejor Márquez y, ahora, se ha dado cuenta de que la bestia ha regresado.
Otro de los dolores de cabeza de este joven prodigio de la velocidad, de las dos ruedas, del equilibrio absoluto, es que, tras ver fracasar a su manager en el intento de arrancar al campeón Jorge Martín de Aprilia, sabe que no va a poder moverse de KTM hasta 2027 y, por tanto, mejor llevarse bien con la (casi) quebrada fábrica austriaca y convertirse en su líder, en su mascarón de proá. Y en ello está, convencido de que le puede ir bien. Bueno, mejor, mucho mejor.

Pedro Acosta es abrazado efusivamente por uno de los mecánicos de KTM tras su podio en Brno. / ALEJANDRO CERESUELA
Acosta reconoce que durante todos estos meses su cerebro ha estado en ebullición y no siempre con buenos pensamientos, no. “No creáis que ha sido sencillo gestionar mi cabeza y las dificultades por las que atraviesa KTM tampoco han ayudado, pero ahora ya estamos enfocados en la buena dirección y solo hace falta que KTM de el paso que tiene que dar, pues sabe, perfectamente, en qué dirección lo debe dar. Sabemos lo que necesitamos para intentar ganar y pronto llegará, bueno, o eso creo. Repito, estamos cada vez más cerca”.
Es muy posible, vista después sus soberbias trayectorias, que la precocidad en la victoria de Pedrosa, Lorenzo y Márquez fuese, incluso, hasta excesiva y que lo normal es que vayan llegando los podios, poco a poco, hasta la victoria final. El problema, tal vez, fue que Acosta creyó que él también era capaz de ganar antes del cuarto gran premio. Puede que, ahora, su planteamiento sea más sosegado, más realista y no tenga tanta prisa por ser campeón. Todo el mundo dice que lo será. Todo el mundo lo ve como el heredero. ¿De quién?, de ese Marc Márquez cuyo apellido repitió, sin admiración alguna, al oírlo en un plató de TV.
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