South park mete en la cama a Trump con el diablo y se acuerda de Epstein

South Park ha vuelto y no ha tardado ni un minuto en meter el dedo en la llaga. En su nuevo episodio, Donald Trump aparece desnudo, compartiendo cama con Satanás y soltando frases como “¿la lista de Epstein? ¿Todavía estamos con eso?”. Todo esto en plena tormenta política y mediática en EE. UU., y mientras los creadores de la serie acaban de firmar un acuerdo récord de 1.500 millones de dólares por 50 nuevos episodios. La sátira no solo ha vuelto: ha vuelto más afilada que nunca.

Trump, Epstein y Satanás: los tres pilares del infierno mediático

En el arranque de su temporada 27, South Park no se anda con rodeos. Donald Trump —convertido en una caricatura aún más grotesca que la original— protagoniza algunas de las escenas más surrealistas y provocadoras que se recuerdan en la serie. La más impactante: el expresidente aparece completamente desnudo, en la cama con Satanás, mientras ignora con desdén las implicaciones de su nombre en la lista de Jeffrey Epstein.

“¿La lista de Epstein? ¿Todavía estamos con eso?”, espeta, burlón, con tono de hartazgo. Pero en el universo de South Park, nada se dice por casualidad. La serie, conocida por su capacidad para reírse de lo intocable, rescata el tema justo cuando vuelve a circular en redes, y lo hace colocando al expresidente en una escena infernal que juega con el simbolismo más evidente: el poder, el pecado y la impunidad.

No faltan tampoco alusiones a su anatomía —convertida en blanco de bromas grotescas— ni a su constante uso del sistema judicial como herramienta de ataque. 

Mucho más que una temporada: una pelea por el control de la sátira

En las últimas semanas, se había especulado con fuerza sobre una posible ruptura entre Trey Parker, Matt Stone y el estudio Paramount. Las tensiones, alimentadas por desacuerdos económicos y creativos, llevaron a que la plataforma eliminara todos los episodios de South Park de Paramount+ en varios países. De hecho, hubo quien pensó que la temporada 27 jamás vería la luz, bloqueada por disputas internas.

Contra todo pronóstico, el estreno llegó… y llegó con todo. En el último minuto, ambas partes lograron un acuerdo que garantiza 50 nuevos episodios en cinco años, valorado en 1.500 millones de dólares. Eso sí, el pacto aún está pendiente de la aprobación definitiva por parte de Skydance, nuevo actor clave tras las negociaciones de adquisición de Paramount. Y después del episodio emitido —un ataque directo a Donald Trump, aliado reciente de ciertos intereses del conglomerado— no está claro que el trato no sufra modificaciones.

La ironía es brutal: Parker y Stone han firmado uno de los acuerdos más caros de la historia televisiva con las mismas personas que acaban de despedir a Stephen Colbert por sus críticas al expresidente. Y lo primero que hacen es retratar a Trump como un narcisista ridículo, desnudo y demonizado. Es su forma de dejar claro que, aunque cobren como estrellas de Hollywood, siguen siendo los mismos dos gamberros con espíritu punk que compararon las elecciones estadounidenses con tener que elegir entre una ducha vaginal y un sándwich de mierda.

La serie no solo se burla de Trump, sino del sistema que lo sostiene: cadenas de televisión que cancelan programas de humor mientras cierran acuerdos con magnates tóxicos, figuras religiosas que actúan como influencers, y un pueblo cada vez más desensibilizado ante lo grotesco.

También hay espacio para otras tramas igualmente provocadoras: Jesús liderando una rebelión en el colegio, Cartman indignado por la cancelación de su podcast favorito, y una crítica velada al papel de los medios públicos como espacio de batalla ideológica.

¿Por qué sigue siendo necesaria South Park?

South Park, que nació en 1997 como una serie marginal y mal hablada, se ha convertido en una institución cultural que no deja de reinventarse ni de incomodar. Y lo hace ahora, en plena era de la corrección política, reafirmándose como un bastión de la sátira sin filtro.

En un ecosistema saturado de ficción anestesiada, South Park sigue apostando por lo incómodo, por aquello que no se dice en prime time. Y lo hace desde el absurdo, la caricatura y el exceso. La aparición de Trump desnudo junto a Satanás no solo es una provocación: es un símbolo de cómo el poder, cuando se descontrola, deja de inspirar respeto y solo produce risa… o miedo.

Y mientras las audiencias celebran el regreso, queda claro que Parker y Stone no han perdido el pulso. Si alguien pensaba que South Park había envejecido, este capítulo demuestra que no solo está vivo, sino que está dispuesto a seguir desnudando —literalmente— a quienes se creen intocables.

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