La consejera de Desarrollo Económico del Cabildo de Gran Canaria, Minerva Alonso, entregó este jueves en Telde los diplomas del curso de sombrerería organizado por el Fondo para la Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía Canaria (FEDAC), en el que participaron once alumnos. La formación, impartida por la artesana Lesley Patricia Boncke en el Centro de Artesanía de la Casa Condal, se centró en recuperar técnicas tradicionales vinculadas al trabajo con lana, un material local que cobra nuevo valor gracias a la creatividad y la artesanía. Este curso forma parte del programa anual de la FEDAC, que en 2025 contempla más de 42 cursos artesanales y 1.700 horas de formación gratuita para impulsar el conocimiento y la práctica de oficios tradicionales en la isla.
Es el tercer año que se ofrece esta formación en lana, fieltro y sombrerería en el municipio y, desde la primera edición, ha tenido muy buena aceptación y acogida. La enseñanza es de 60 horas y, durante el transcurso de las semanas, los alumnos aprenden a realizar todo el ciclo de preparación de la lana para, posteriormente, hilarla, teñirla y moldear el sombrero con la ayuda del fieltro. “Realmente estamos fusionando dos oficios, el fieltro y la sombrerería”, explicó Lesley Patricia Boncke, la profesora. Actualmente el archipiélago sufre un problema con los residuos de la lana porque, cuando se esquilan a las ovejas, el vellón de los rebaños nadie lo compra. Además, los ganaderos tampoco pueden tirarlo a la basura porque ese acto conlleva una sanción económica. “El trabajo con la lana de aquí me encanta y, también, me parece muy importante que las personas de la Isla se mentalicen del problema que está surgiendo en la ganadería con este residuo”, resaltó.
El trabajo con la lana de aquí me encanta y, también, me parece muy importante que las personas de la Isla se mentalicen del problema que está surgiendo en la ganadería con este residuo
Boncke no sabía en qué complementos del vestuario invertir su trabajo, sus materiales y su tiempo. Eligió los sombreros porque, muy lejos de ser un accesorio que le gustara, el procedimiento para obtenerlos le llamaba mucho la atención. “Lo que me gusta de hacer sombreros es el modelado y el proceso”, destacó. El fieltro, para este tipo de trabajos, es uno de los materiales más preciados porque permite moldear y dar diferentes formas al producto final.
María Robaina estuvo dos años en lista de espera para comenzar sus clases de sombrerería. Realizó de forma simultánea tres sombreros durante un periodo de dos meses. Aunque todos están hechos con lana, su procedencia es distinta. A veces se usa una industrial y, en otras ocasiones, una que proviene de las granjas canarias. “También hicimos un curso de botánica y fuimos a unos jardines a coger plantas para, posteriormente, inspeccionarlas y seleccionar las que valían para elaborar los tintes”, manifestó Robaina. Con los colores que obtuvieron tras realizar el taller tiñeron los pañuelos que decoran y dan tono a muchos de los sombreros. En los próximos meses va a continuar formándose en artesanía con los diferentes cursos de la FEDAC. “Ya tengo uno fichado para aprender a hacer también zapatillas y bolsos de lana”, concluyó.
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