La controversia en torno a la minería submarina va in crescendo. Mientras sectores políticos e industriales defienden que resulta necesaria para entrar metales valiosos, científicos y ecologistas alertad de sus consecuencias negativas. «La contaminación acústica que generaría la minería en aguas profundas representaría una amenaza invisible, pero grave para los ecosistemas marinos», alerta un exhaustivo análisis científico centrado en el Océano Pacífico.
El ruido industrial derivado de esas operaciones podría comprometer zonas de referencia y alterar comportamientos vitales en numerosas especies, resalta en el Boletín de Contaminación Marina. Este riesgo ecológico surge en un contexto donde 37 países acaban de lanzar la Coalición de Alta Ambición para un Océano Tranquilo durante la Conferencia de los Océanos de la ONU en Niza, Francia.
El paisaje sonoro de las profundidades
La CCZ, una llanura abisal del doble del tamaño de la India ubicada entre Hawái y México, alberga ricos depósitos de cobalto, níquel, cobre, manganeso y tierras raras, minerales estratégicos para la transición energética. Sin embargo, esta región también sustenta una biodiversidad única que depende críticamente del sonido.
El buque de la empresa Metals Company que impulsa un proyecto de minería submarina. / Richard Baron / TMC
El estudio, basado en una revisión de más de 2.800 investigaciones, demuestra que la mayoría de los taxones marinos son sensibles al ruido. Porque invertebrados, peces y mamíferos utilizan el sonido para funciones esenciales, como la comunicación, la navegación, la búsqueda de alimento o la defensa contra depredadores.
«Sabíamos que no habría datos sobre las profundidades marinas, pero me sorprendió lo poco que hay sobre las aguas poco profundas», expresa Travis Washburn, coautor del estudio. Esta incertidumbre se agrava al comprobar que solo el 35% de las clases taxonómicas identificadas en la CCZ han sido estudiadas respecto a su sensibilidad acústica.
Mortalidad asociada al sonido
La investigación identifica riesgos específicos para los peces soníferos, que representan hasta un tercio de las especies de peces en la CCZ. Estos organismos producen o transmiten sonidos para coordinar actividades fundamentales.
«Lo utilizan para todo: comunicarse, encontrar pareja, evitar depredadores, encontrar comida. Si añadimos ruido al sistema, estas funciones simplemente quedan enmascaradas o interrumpidas», apunta Lucille Chapuis, coautora del estudio.

El ruido que provocaría la minería en aguas profundas afectaría a severamente a las especies existentes. / © Taryn Schulz
Los efectos documentados en la literatura científica incluyen daños fisiológicos como traumatismos en el estatocisto (órgano de equilibrio en invertebrados) y cambios en la expresión proteica, además de alteraciones conductuales que afectan la alimentación, el asentamiento de larvas y los patrones migratorios.
En casos extremos, se ha observado mortalidad asociada a exposición sonora intensa. La particular vulnerabilidad radica en que estas comunidades evolucionaron en un ambiente de baja presión antropogénica, carente de perturbaciones acústicas crónicas.
«Todo es confidencial»
Uno de los hallazgos más alarmantes del estudio es la escasez de datos sobre invertebrados, que constituyen la mayor parte de la biodiversidad abisal. «Los invertebrados están muy subrepresentados y el problema es que gran parte de la biodiversidad de la CCZ está compuesta por invertebrados. Sabemos muy poco sobre cómo responden estos animales al sonido, o siquiera si pueden percibirlo», advierte Chapuis.

Esquema del funcionamiento de la minería submarina. / Agencias
Esta deficiencia se extiende al mismo ruido minero, cuyas características exactas permanecen ocultas. «Literalmente, no hay datos publicados sobre cuáles serán los niveles de ruido en las actividades mineras reales; todo es confidencial. Por lo tanto, utilizamos muchos indicadores costeros para obtener una estimación aproximada», afirma Washburn.
Aprobadas 31 licencias de exploración
Las consecuencias trascienden el ámbito científico. Las ondas sonoras podrían afectar especies migratorias, cadenas alimentarias regionales y ecosistemas que tienen conexiones ecológicas con las costas de América Latina, según los expertos.
La investigación explica claramente que la minería en aguas profundas es incompatible con los compromisos de conservación y enfatiza la necesidad de una moratoria.
Esta advertencia adquiere urgencia ante el avance regulatorio. La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA) ha otorgado hasta ahora 31 licencias de exploración –17 de ellas en la CCZ– y está sufriendo presiones para aprobar un código que permitiría la explotación comercial.
Mientras tanto, más de 30 países, entre ellos España, apoyan una moratoria, al considerar que no debe autorizarse una actividad industrial de alto impacto sin evidencia científica sólida que garantice la ausencia de daños irreversibles.