Ser sobreprotectora como madre. Trabajar demasiado. Haber vivido estrecheces económicas en los primeros años de su matrimonio con el también escritor John Gregory Dunne, cuando ambos dejaron sus trabajos estables en Nueva York –Joan Didion en ‘Vogue’, él en ‘Time’- y decidieron mudarse a California y establecerse como escritores freelance. Adoptaron entonces a su única hija, Quintana Roo: “Qué hermosa”, “qué chula”, la piropeaban los camareros en el bistró de Beverly Hills donde comieron aquella mañana de 1966 al salir con la bebé del juzgado. La apuesta resultó providencial en lo profesional y Joan Didion se convirtió en California en la cronista estrella de cómo el sueño americano se convirtió en pesadilla lisérgica a finales de los 60, con la guerra de Vietnam y los asesinatos de Charles Manson como telón de fondo. Pero algo se torció con Quintana. Tótem del Nuevo Periodismo, Joan Didion puso su fina capacidad de análisis a intentar reconducir el desenlace de su hija, que presentía trágico.
El libro póstumo ‘Apuntes para John’ (Random House), recopila las notas que la escritora tomó en sus sesiones de terapia. Comenzaron en noviembre de 1999 cuando, siendo ya una autora consagrada que superaba los 70, decidió sentarse en el diván tras “unos años difíciles” para su familia. El relato acaba seis meses antes de que Quintana Roo se casara, en julio de 2003. En diciembre ingresó en la UCI por una neumonía y un choque séptico. Y ese mismo mes, su esposo John Gregory Dune se desplomó mientras cenaban y murió víctima de un ataque al corazón tras visitar a su hija, que acabaría falleciendo dos años después. “La vida cambia rápido. La vida cambia en un instante. Te sientas a cenar, y la vida que conoces se acaba”, arranca ‘El año del pensamiento mágico’, que la consagró a nivel internacional como memorialista del duelo. Lo completó en 2005, el mismo año en que fue diagnosticada de la enfermedad de Parkinson que acabó con su vida en 2021. No fue capaz de abordar la muerte de Quintana Roo, que falleció con solo 39 años, hasta 2011, en ‘Noches azules’.
‘Apuntes para John’, Joan Didion / EPC
‘Apuntes para John’ completa el tríptico sobre la pérdida de Joan Didion y aporta contexto. Frente a la prosa hipnótica y elíptica de ‘Noches azules’ y ‘El año del pensamiento mágico’, habla de forma abierta del alcoholismo y falta de rumbo vital de Quintana Roo y del temor de su madre de que su desorientación acabara en suicidio. “Usted no tiene que buscar siempre el bache en la carretera. Que usted anticipe el bache no lo hace desaparecer. Seguirá estando ahí”, le recomienda su psiquiatra en una premonitoria sesión del 28 de junio del 2000.
Hasta el muy freudiano Roger MacKinnon absuelve a Joan Didion del mal rumbo que ha tomado la vida de su hija: todos los padres cometen errores y forma parte del proceso de crecer sobreponerse a ellos, le recuerda una y otra vez. Joan Didion, en el diván, se debate entre el rigor y la frialdad que caracterizan a sus escrutinios, aplicados sobre sí misma, y el resentimiento. En el último tramo de su vida, al talentosísimo matrimonio ya le pesaba “la presión del tiempo”. Cada vez que se planteaban la posibilidad de liberarse de sus obligaciones –en vez de estar escribiendo los guiones las películas de las que tanto se lucraban, dedicarse a cuestiones realmente importantes para ellos a un nivel artístico-, “Quintana entraba a patadas”, se desahoga Didion con su psiquiatra.

La escritora Joan Didion. / EP
Y aunque el alarde de ‘Apuntes para John’ sea más taquigráfico que estilístico, ya que cuesta creer que la escritora no fuera a sus sesiones terapéuticas equipada con una grabadora y las reproduzca de memoria, secuestra la atención del lector, que se convierte en un voyeur. Entre el morbo y la melancolía, va pasando páginas que tocan asuntos familiares relacionados con las adicciones, la culpa, los traumas heredados, la depresión y las desgarradoras complejidades de la relación entre madres e hijas, sin estar nada seguro de que la autora quisiera en realidad explicarle todo eso.
El texto, crudo en todos los sentidos, llegó a las librerías estadounidenses el pasado mes de abril por decisión de su sobrino, unos días después de que entrara a formar parte del archivo Didion/Dune en la Biblioteca Pública de Nueva York junto con otros papeles personales, y por lo tanto fuera ya consultable para el público. Y si bien Joan Didion no lo destruyó, tampoco queda claro que quisiera que se publicase en forma de libro, un debate que ha animado la primavera literaria. Si bien es cierto que, en 2025, deberíamos gritar aleluya porque la gente aún prefiera conocer las intimidades de Joan Didion a ver desnudos de algunos influencers, tal y como esgrimía un artículo de ‘The New York Times’, inquieta pensar hasta donde pueden llegar los herederos de la autora impulsados por la didionmanía. Los objetos personales de la escritora ya se empeñaron en 2022 en una subasta.
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