Estaba en Perth en 1998, en aquel inicio contra Hungría que marcó la pauta. Estaba en Fukuoka en 2001, en aquella defensa que secó a Yugoslavia. Estaba en Budapest en 2022, en aquella tanda de penaltis que detuvo corazones pero que también dio razones para quitar todo tipo de miedos acumulados durante años.
Solamente cuando se conoce el sendero se puede salir a recorrerlo. España lleva mucho tiempo caminando hacia este jueves 24 de julio de 2025 (15:35, Teledeporte). En las últimas etapas, supo sacar brillo a su ataque primero. Supo corregir su defensa después. Supo mostrar carácter para remontar cuando todo estaba perdido, primero contra Hungría y, luego, contra Grecia.
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Porque el equipo de David Martín sabe que tiene todas las piezas para construir el puzle, con un sideral Unai Aguirre, una primera línea letal con Álvaro Granados, Bernat Sanahuja y Alberto Munárriz, con un Roger Tahull dominante en la boya y con una multitud de jugadores que pueden reclamar galones en cualquier momento.
Aunque habrá que corregir errores. El atasco monumental de las semifinales no puede repetirse si no se quiere pagar un peaje demasiado caro. La fluidez debe volver, especialmente en un movimiento de superioridad en el que se sufrió, y mucho, en el partido contra Grecia. La eliminación de Granados dejó bloqueada a una España que, pese a todo, nunca dejó de creer. Es necesario que más opciones se sumen al ataque.
Pero Hungría también recorrió el sendero para buscar su particular reválida. Con la rabia del 10-9 español de la primera fase que pudo ser magiar, con el peaje de una parada extra, con un Krisztian Manhercz desbocado en la primera línea y con un ataque temible, con Marton Vamos, Gergely Burian, Daniel Angyal o Gergo Fekete en estado de gracia.
Un ataque que ha buscado partidos de muchísimos goles durante todo el campeonato. De hecho, tan solo España ha sido capaz de resistir a la máquina magiar. Volver a buscar guarismos bajos será fundamental para la selección, a priori con más opciones si se reduce el intercambio continuo de golpes.
Dos buques gigantes chocan en la lucha por el título mundial. Será en el partido del quinto húngaro o del cuarto español. Será en un encuentro de esos que justifican una carrera deportiva. Tras él, Felipe Perrone, el gran capitán, echará el pie a tierra.
Que la última sea memorable. La gloria eterna, en este 2025, se encuentra en Singapur.