ERC «pasa» del intento de Rufián para ser el candidato del «frente plurinacional» que impulsa Podemos para las generales

La dirección de ERC frena en seco el intento de Gabriel Rufián, su portavoz en el Congreso de los Diputados, de ser la cara visible y el eventual candidato del «frente plurinacional» que Podemos impulsa de cara a las próximas elecciones generales.

La dirección de Esquerra «pasa» de la idea de Rufián, tal como confirman fuentes internas. Y el entorno de Oriol Junqueras es rotundo en el corte de raíz a esas aspiraciones sobre las «izquierdas alternativas y periféricas».

De hecho, el malestar interno en las filas republicanas es más que notable.

El proyecto lleva más de un mes fraguándose, tal como puede confirmar este diario. Pero salió a la luz el pasado viernes 11 de julio, cuando Arnaldo Otegi recibía en la sede de Bildu, en Vitoria, a Irene Montero y a Ione Belarra.

El encuentro, convenientemente difundido por ambas partes, tenía el objetivo de avanzar en la configuración de la colaboración de estas fuerzas, con la posibilidad de una candidatura común de las izquierdas «plurinacionales» de cara a las generales.

En vísperas del 28º aniversario del asesinato por ETA del concejal del PP Miguel Ángel Blanco, Otegi se abrazó con Belarra y Montero para enviar un mensaje de unidad ante los desafíos del ciclo electoral que se abre. Los morados tienden puentes con Bildu, han sondeado a ERC, y mantienen líneas abiertas con el BNG.

En ERC, el primero en mover ficha fue Gabriel Rufián. Según fuentes conocedoras del proceso, el portavoz de ERC en el Congreso vio en el impulso al «frente plurinacional» una oportunidad política y personal. Ser la cara visible de ese plan, o el candidato resultante de una suma de las «izquierdas periféricas».


El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, interviene desde su escaño el pasado martes.

Europa Press

Pero ese intento, según explican varias fuentes, se gestionó sin meditar los efectos internos.

El desenlace se conocía ya este martes, cuando la portavoz republicana en el Parlament, Ester Capella, lo desautorizara públicamente desechando una «propuesta que no está encima de la mesa».

Pero lo cierto es que Junqueras, presidente de ERC, está muy contrariado y molesto. Por dos motivos.

Para empezar, porque Esquerra nunca se sumaría a ninguna aventura de integración estatal. Y por otro lado, porque Junqueras interpreta el movimiento de Rufián como una muestra flagrante de ambición personal. Para el líder republicano, Rufián ha sido su apéndice en Madrid y un escudero, y no debió tomar esa iniciativa.

Hay razones estratégicas, históricas y electorales que explican el portazo de Esquerra. La formación separatista se reivindica como un partido «histórico y autónomo», y no desea implicaciones «a priori» en un proyecto de corte estatal.

De una parte, no es lo suyo, y de otra, no se lo puede permitir electoralmente, dada la competencia con Junts, a cuyos dirigentes «no les faltaría tiempo para salir a señalar a Esquerra como ‘españolista’… de otra España, pero de España al fin y al cabo».

Su raigambre independentista, según las fuentes consultadas, le impide implicarse a priori en un experimento de corte estatal –como, por otra parte, le podría ocurrir también a Bildu–.

Podemos como ejemplo

Y en tercer lugar, la experiencia y otros precedentes disuaden a la dirección de participar en esta clase de sumas. «En política, lo primero que uno debe aprender es que dos más dos nunca es cuatro«, resume una fuente poniendo de ejemplo el llamado «pacto de los Botellines».

Aquella alianza entre Podemos e Izquierda Unida entre las elecciones generales de 2015 y las de 2016, para concurrir juntos, se saldó con menos escaños y votos de los que cabía esperar, tras comparecer por separado.

Mientras tanto, desde la formación morada, fuentes de su dirección sí reconocen que llevan semanas «sondeando» a partidos de las «izquierdas plurinacionales» para explorar modelos de colaboración.

La posibilidad de presentar una candidatura conjunta era sólo una de las puestas sobre la mesa, aunque los dirigentes morados tampoco la veían sencilla ni probable.

No obstante, la opción ofrecía ventajas tácticas. Una lista de Podemos, ERC, Bildu y tal vez BNG podría desplegarse en todas las circunscripciones –sin perder así los famosos «restos» en las provincias menos pobladas donde ahora compiten–, aunando votos y evitando la división de la izquierda alternativa.

Existe también la tentación de nombrar a un solo cabeza de cartel, capaz de expresar y liderar un proyecto genuinamente plurinacional, alternativo tanto al PSOE como al actual Sumar de Yolanda Díaz.

En Cataluña y País Vasco, ERC y Bildu son las fuerzas legitimadas de la izquierda fuera del ámbito del PSOE, mientras que Podemos aspira a recuperar su sitio. Y esa suma sería, en teoría, capaz de apartar las aspiraciones de Sumar, condicionando «de verdad» a un eventual Gobierno del PSOE y forzar una reforma «profunda y republicana» del Estado.

Pero ese sueño choca de bruces con la realidad interna de Esquerra.

«Pescadilla que se muerde la cola»

El clima en Esquerra se ha enrarecido. Hay voces internas que aseguran que el portavoz en Madrid arrastra una cierta «manía persecutoria» y que se siente «poco querido» y escasamente «valorado» en Barcelona.

Otras apuntan a la ambición política personal, observando cómo Rufián es consciente de que «su tope ya lo ha alcanzado». Es decir, que nadie cree que tenga futuro político relevante de vuelta en Cataluña, donde su fama no es la de un «independentista de pura cepa».

Y hay quien lo resume así: «Su éxito en la capital es una pescadilla que se muerde la cola. Se cree lo que se dice de él en la prensa de Madrid, pero eso lo aparta cada vez más de la organización».

Junqueras lo vive como un grave error. Su entorno recuerda que fue él quien salvó a ERC de la irrelevancia tras el tripartito. Pero, tras su victoria en las primarias, después de apartarse hace un año, regresó a un partido que permanece dividido, y muchos lo ven como una figura del pasado.

El discurso de Rufián en Madrid, más social que nacional, se parece, además, demasiado al de Junqueras, quien siempre ha defendido que él es «como ERC, primero de izquierdas, después republicano y, sólo finalmente, independentista».

«Si los medios catalanes quieren poco a Gabriel es por estas cosas«, remata otra fuente de ERC. Y que ambos compartan esa visión, y este movimiento errático del portavoz en Madrid, levanta voces que los muestran como los que ambicionan un Estado catalán más como «herramienta» para conseguir objetivos ideológicos que por un concepto «identitario».

Obstáculos

A pesar de las potencialidades que muchos ven en una candidatura transversal, ni Podemos, ni Bildu ni ERC despejan las dudas.

A Rufián se le reconoce como una figura con gancho para consensuar un liderazgo entre las formaciones, pero nadie está seguro de que tenga tirón real entre distintos electorados.

Por otro lado, ¿qué programa defendería en una amalgama tan heterogénea? La estructura necesaria para encarnar una empresa electoral se puede abordar. Pero después, ¿cómo liderar ese grupo parlamentario, a quién respondería ese candidato y cómo se gestionarían las diferencias internas?

Al cierre de este reportaje, fuentes conocedoras de las negociaciones confirman a EL ESPAÑOL un último detalle relevante. Pablo Iglesias llamó esta misma semana a Junqueras para manifestar su «sorpresa por la propuesta» y por cómo surgió, con declaraciones en los medios en vez de una negociación real.

«Ni Podemos, ni Bildu ni ERC están de verdad dispuestos a ir juntos… y el propio Rufián sabe que es quizá sea buen candidato, pero no es un estratega«, resume uno de los implicados.

El proyecto, tal y como reconocen todas las partes, adolece de trampas y obstáculos difícilmente resolubles. Y la fractura generada en ERC por el movimiento de Rufián hace, por ahora, inviable el nacimiento del «frente plurinacional». Y quién sabe si, también, que él mismo repita al frente de las listas de Esquerra.

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