«Fútbol es fútbol». La alambicada simpleza de esta frase eterna del ex entrenador serbio Vujadin Boskov se puede aplicar al 99% de los encuentros que alguna vez se hayan celebrado y los que vayan a celebrarse. No sucedio así, sin embargo, el 17 de octubre de 1954, cuando el Estadio Insular de Las Palmas de Gran Canaria dejó de ser un campo de fútbol para convertirse en un escenario casi bíblico .
Una nube de langostas oscureció el cielo, cubrió el césped y obligó a jugadores y árbitro a adivinar dónde estaba el balón. Aun así, y no sorprende hablando de los equipos en cuestión, la UD Las Palmas y el Athletic de Bilbao siguieron jugando hasta el 3‑3 final de un encuentro que pasó a la historia como “el partido de las langostas”.
Entre goles a ciegas, narices rotas y despejes a insectos, igual que dibujábamos la volea perfecta antes de sumergirnos en el agua de aquel verano, el partido pasó de anécdota meteorológica a uno de los mitos fundacionales del deporte en Canarias.
El contexto
Aquel otoño el Archipiélago sufría una de sus dos grandes invasiones de langosta del siglo XX (en ese 1954 y después en 1958). El viento del sureste arrastró desde Mauritania enjambres de langostas como pocas veces se habían visto y el ambiente en la isla era sofocante.
Con 20.000 espectadores abarrotando el Insular, Las Palmas afrontaba la sexta jornada de liga sin posibilidad de hacer cambios: en 1954 todavía no estaban permitidas las sustituciones.
La directiva amarilla llegó a plantear el aplazamiento por la falta de visibilidad, pero ni el equipo rojiblanco ni “La Nacional” (la Federación) aceptaron. El choque se disputó y, después de un pequeño parón, terminó en empate.
Los locales se adelantaron con un doblete de Macario (25’ y 27’) y un cabezazo de Ricardito (50’), quien volvió al césped con la nariz fracturada y un vendaje aparatoso tras un choque con un rival. El Athletic respondió con tantos de Federico Bilbao (37’), Artetxe (62’) y Maguregui (75’) para el 3‑3 final.
Foto de Martínez publicada por Diario de Las Palmas en la que se observa cómo una langosta se posa en el larguero de una de las porterías del antiguo Estado Insular el 17 de octubre de 1954. / LP/DLP
La jugada que alimentó la leyenda
El defensa amarillo Marcial relató años después que, con su equipo en ventaja, intentó despejar un balón… que resultó ser una bola de langostas. El verdadero esférico lo recogió Arteche para marcar.
Lo recordaba así en el volumen IV de la Historia de la UD Las Palmas de Antonio de Armas de la Nuez: «Íbamos ganando el partido y en un avance de la delantera bilbaína, cuando me disponía a despejar el balón resultó ser una bola de langostas con forma de esférico, recogiendo el verdadero balón Arteche para introducirlo en la red. Yo me quedé aturdido y perplejo sin saber lo que hacer mientras el extremo bilbaíno corría a celebrar el gol«.
Su testimonio fue incluso citado por la AEMET al repasar aquella plaga. “El césped parecía una alfombra de Corpus”, recordó.

Marcial Sánchez de Egea, ex jugador de la UD Las Palmas / UD Las Palmas
Anochecer prematuro
No había retransmisiones televisivas: el primer partido emitido por televisión en España llegó justo la jornada siguiente. La única documentación visual procede de fotografías de prensa y del NO‑DO que cubrió la plaga en general.
La oscuridad que causó la nube de insectos, según los cronistas, llegó a simular un anochecer prematuro a media tarde.
La prensa tituló entonces el «partido de las langostas” y, desde entonces, el encuentro se rememora junto a otros hitos del Insular (la lesión de Beltrán ante el Barça, la expulsión de Di Stéfano) como uno de los relatos fundacionales del fútbol canario.
El episodio de 1954 no fue único: en 1958 otra invasión —esta vez combatida con fumigaciones aéreas— volvió a cubrir cultivos y titulares. En ambos casos, la combinación de lluvias en el Sahel y vientos del sureste fue determinante.
Datos del encuentro
- Fecha: 17/10/1954 (Jornada 6).
- Resultado: UD Las Palmas 3 – 3 Athletic Club.
- Goles UDLP: Macario (25’, 27’), Ricardito (50’).
- Goles Athletic: Federico Bilbao (37’), Artetxe (62’), Maguregui (75’).
- Árbitro: Balcells Regué.
Hoy, cuando se habla de estas plagas o de la posibilidad de algunas venideras, el “partido de las langostas” vuelve a la conversación como metáfora de lo imprevisible.
Fue fútbol, sí, pero también meteorología, historia agraria y memoria colectiva en un mismo césped. Y, sobre todo, la prueba de que a veces un empate vale más que un punto. Vale un mito que 70 años después sigue vivo en Canarias.