A Inglaterra le bastaron sesenta segundos para escapar de una eliminación que ya parecía escrita. Italia rozó la gesta, estuvo a un suspiro de tumbar a la vigente campeona y plantarse en su primera final europea. Pero el destino quiso que el cuento de hadas acabara en tragedia de esas que duelen especialmente.
En el 91’, Agyemang rescató el empate tras un error de Giuliani, y en el último suspiro de la prórroga, Chloe Kelly anotó el gol de la victoria tras un penalti muy protestado. Inglaterra, que había ido todo el partido a remolque, estará en la final de la Eurocopa. Sarina Wiegman dirigirá su tercera final continental consecutiva.
Durante más de noventa minutos, Italia resistió como una heroína trágica. Bonansea, con una volea impecable tras una gran jugada colectiva por la derecha, adelantó a las italianas en el minuto 33. A partir de ahí, las de Andrea Soncin se replegaron, achicaron balones y supieron sufrir y resistir, como la ‘catenaccio’. Inglaterra, que monopolizó la posesión y acumuló ocasiones, se topó una y otra vez con un muro azul y una Giuliani inspirada… hasta que falló.
El empate de Agyemang en el añadido cayó como un jarro de agua fría para una Italia exhausta. La prórroga fue un monólogo inglés: balones al área, ocasiones constantes y un larguero de Agyemang que pudo decidirlo antes. Y cuando todo parecía abocado a los penaltis, llegó la acción polémica: forcejeo dentro del área, penalti dudoso y gol de Chloe Kelly tras aprovechar el rechace de su propio disparo.
Italia cayó con honor. Fue un duelo de David contra Goliat que se decidió por centímetros y nervios. Inglaterra sufrió más de lo previsto, pero ya espera rival para una nueva final