El canciller alemán, Friedrich Merz, y el presidente francés, Emmanuel Macron, se emplazaron a buscar un acuerdo en torno al nuevo caza europeo de sexta generación, un proyecto compartido entre Francia, Alemania y España, en la cuerda floja por las pretensiones galas de asumir hasta un 80 % de su fabricación. “Es un proyecto común en el que llevamos largo tiempo trabajando”, afirmó Merz, en su mensaje de saludo al líder francés, en alusión al Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS, por sus siglas en inglés). “Es un programa muy importante para los dos”, le respondió Macron, firmemente comprometido como su anfitrión alemán con el rearme europeo.
Del FCAS depende la construcción del caza que debe ser la respuesta europea a sus equivalentes de Estados Unidos o los que está desarrollando China. Está planteado como el sucesor de los Eurofighter y los Rafale franceses, pero las aspiraciones del fabricante francés Dassault por asumir una mayor participación de la inicialmente prevista ha puesto en entredicho su construcción.
Disputa por las condiciones
Berlín no está dispuesto a aceptar cambios en las condiciones previamente contempladas, recordó horas antes del encuentro entre ambos líderes el portavoz de Merz, Stefan Kornelius. Reiteró con ello unas declaraciones recientes del propio canciller, quien preguntado por la cuestión mostró su rechazo ante un posible ‘cambio de términos’ por parte francesa.
Es el enésimo disenso que planea sobre un proyecto que, según Kornelius, de facto está ‘paralizado’. La cuestión ocupa desde hace unas semanas a medios franceses y alemanes. Acaparó expectativas en una cita dicha de rutina entre Macron y Merz, probablemente los dos líderes europeos con una secuencia más fluida de encuentros, sean consultas intergubernamentales, reuniones de trabajo o apartes bilaterales en foros internacionales. La reunión de este miércoles es preparatoria para la cumbre bilateral de finales de agosto en Toulon, Francia. Había sido etiquetada como de ‘informal’, por lo que no era imprescindible acompañarla de una rueda de prensa. Bastó con una declaración antes de iniciar la reunión, sin turno de preguntas.
Encuentro «informal»
Esta opción se contempló en medios alemanes como una estrategia para evitar preguntas incómodas en un momento en que el eje, pese a los múltiples intentos de reactivarlo, acumula más disensos que coincidencias. El encuentro, calificado de «informal», tenía lugar en la hermosa Villa Borsig, en las afueras de Berlín, y consistía en una cena definida como de trabajo. La Villa Borsig es la residencia oficial reservada por Exteriores para las visitas de alto rango o que requieren grandes operativos de seguridad.
Uno de los disensos ya clásicos para el eje es el que mantienen París y Berlín sobre el acuerdo de libre comercio entre la UE y Mercosur. Merz, como su antecesor, el socialdemócrata Olaf Scholz, aspira a cerrarlo cuanto antes, algo que Macron lleva obstaculizando porque, a su parecer, contraría los intereses del campo francés. Para Alemania, era ya éste un asunto de sumo interés, a lo que se añadió ahora la necesidad imperiosa de abrir, consolidar o facilitar la operatividad comercial con otros mercados, ante la amenaza de que Donald Trump materialice sus aranceles. Merz insiste en la vía del diálogo o, mientras sea posible, no radicalizar una guerra comercial con su socio estadounidense. Macron es partidario de una respuesta contundente europea, en caso de que el presidente de EEUU salga por la tangente y se desmarque de las vías equilibradas que busca Bruselas.
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