Una nueva mirada a un fósil de 500 millones de años ha revelado similitudes notables entre los cerebros de artrópodos extintos y los de los arácnidos actuales. El descubrimiento permite hipotetizar sobre un posible origen oceánico de las arañas y sus parientes.
¿Será necesario reescribir los capítulos iniciales del libro de la evolución de los arácnidos? Así lo sugiere un equipo internacional de científicos liderado por Nicholas Strausfeld, de la Universidad de Arizona, en Estados Unidos, en un estudio publicado en la revista Current Biology.
El antiguo pariente de las arañas
Los investigadores han identificado en un fósil de 500 millones de años una serie de rasgos cerebrales que relacionan directamente y de forma inesperada a ciertos artrópodos marinos extintos con las arañas y sus parientes actuales. El ejemplar, exquisitamente conservado, pertenece a Mollisonia symmetrica, un artrópodo de cuerpo segmentado que vivió hace entre 540 y 485 millones de años.
De acuerdo a una nota de prensa, hasta el momento se consideraba que los ancestros de los arácnidos habían emergido y se habían diversificado exclusivamente en hábitats terrestres a partir de hace unos 400 millones de años, tras la proliferación en suelo firme de milpiés e insectos primitivos.
Utilizando fotografía de alta resolución bajo iluminación polarizada y un análisis estadístico de 115 rasgos neuronales, el equipo de especialistas pudo demostrar que el patrón de ganglios radiales en el prosoma de Mollisonia coincide con el orden inverso característico de los cerebros de las arañas modernas, distinto al que puede apreciarse en crustáceos e insectos actuales.
Orígen marítimo y adaptación terrestre
Al mismo tiempo, observaron una región cerebral no segmentada que conecta directamente con apéndices similares a pinzas, que serían reminiscencia de los quelíceros, que cumplen la función de “colmillos” en las arañas, los cuales sugieren un mismo plan de arquitectura neural.
Referencia
Cambrian origin of the arachnid brain. Nicholas J. Strausfeld et al. Current Biology (2025). DOI:https://doi.org/10.1016/j.cub.2025.06.063
Los investigadores creen que este diseño biológico podría haber sido la clave evolutiva que proporcionó velocidad y precisión en la caza, así como la habilidad de hilar telas para capturar presas. Para descartar posibles similitudes surgidas de forma independiente, los expertos aplicaron un riguroso análisis filogenético, el cual posicionó a Mollisonia como grupo hermano de los arácnidos vivos, reforzando la hipótesis de un origen compartido.
Este parentesco implicaría que la línea que dio lugar a escorpiones, arañas y otras especies de ese grupo comenzó su historia en el mar. En definitiva, el hallazgo invita a reconsiderar la narrativa clásica sobre la colonización del medio terrestre por parte de los arácnidos. “Podríamos imaginar que un arácnido tipo Mollisonia se adaptó gradualmente a la vida en tierra, convirtiendo en su dieta a los primeros insectos y milpiés», concluyó Strausfeld en el comunicado.