Dos corredores verdes de 35 kilómetros de extensión en Valencia, casi en paralelo pero uno por el Turia y otro por el barranco del Poyo, conformarán un gran bosque metropolitano de unas 1.500 hectáreas de extensión que actuará como una «esponja» frente a futuras inundaciones. La actuación, que la Generalitar Valenciana presentó este martes como una estrategia de regeneración integral de terrenos afectados por la dana, prevé una inversión de 150 millones en expropiaciones del suelo. El proyecto contará con una partida de dos millones en los presupuestos de 2026 para su redacción, tal como avanzaba tras el pleno del Consell el president Carlos Mazón. El nuevo parque supramunicipal, rebautizado como «de la esperanza» por Mazón, multiplicará por más de diez la actual superficie del Jardín del Turia con lo que será de los más grandes de Europa.
El objetivo no es otro que adaptar parcelas agrícolas y otros espacios rústicos, engullidos por la devastadora lengua de agua y barro, para que actúen como zona de amortiguamiento en caso de futuras avenidas. La actuación comprendería dos tramos: l’Albufera con el interior del área metropolitana y el Pla de Quart por el sur mientras que al norte se enlazaría el parque de cabecera del Turia con el enclave forestal de la Vallesa.
Cuestión de Estado
«El área metropolitana de Valencia, con sus dos millones de habitantes, no solo es una de las más grandes de España sino una de las más importantes de Europa y, dentro de ella, l’Horta Sud es una pieza clave, cuya reconstrucción es, o debería ser, una cuestión de Estado», manifestaba el jefe del Gobierno valenciano. No solo por el más de medio millón de personas que allí viven, sino también por su gran potencial productivo y de servicios además de «valores intangibles», remarcaba. Aprovechó, además, para criticar la falta de apoyo del Gobierno: «Hemos hecho el esfuerzo prácticamente en solitario y esto es una cuestión de Estado y no de rivalidad«, recalcaba de nuevo. Para el desarrollo de esta apuesta se cuenta con el apoyo de los municipios y la Diputación de Valencia, al tiempo que reclamaba «lealdal institucional a la Administración General».
El escenario elegido para la presentación de esta estrategia de renaturalización, el centro de recuperación e interpretación de fauna la Granja del Saler, no es baladí pues l’Albufera mostró su capacidad de resiliencia en la dana. Ese efecto laminador de avenidas es el que se busca replicar ahora con esta iniciativa, con la que se ha ido de la mano de la Universitat Politècnica de Valencia y del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM).
Frenar la degradación
La intervención busca por una parte frenar una mayor degradación paisajística, pero también avanzar hacia la adaptación de un territorio abocado a eventos meteorológicos cada vez más violentos. El planteamiento es que pueda servir de complemento a las obras de canalización pendientes en el barranco del Poyo y de la Saleta, como se viene exigiendo desde el equipo de gobierno de Mazón.
Vicente Martínez Mus, conseller de Medio Ambiente, Infraestructuras y Territorio, abrió el acto destacando la simbología del enclave y destacando que se trata de «un gran proyecto para la conurbación metropolitana sufragado tanto con fondos públicos como privados, con carácter supramunicipal y liderado por la Generalitat«.
Se trata de un nuevo enclave para que el medio millón de personas «se beneficien de un entorno ambiental integrado», según Martínez Mus. «Sobre todo garantiza la defensa de 1.500 hectáreas», incidía. Mazón no dejó escapar la ocasión para criticar la falta de respaldo económico del Gobierno. «Todo sin ayudas a fondo perdido por parte del ejecutivo central», recalcaba. «Se va a cubrir una carencia del área de influencia de la ciudad de Valencia, que a diferencia de otras urbes com Múnich, no cuenta con una red de parques metropolitanos que conjuguen los valores naturales y paisajísticos con las necesidades de reposo, ocio, deporte y difrute al aire libre de los ciudadanos», enfatizaba.