La selección nacional de Chile y el combinado ADH de Brasil necesitaban una victoria para seguir teniendo opciones de llegar a las semifinales del torneo. No lo lograron y tendrán que esperar a la tercera jornada para saber si tienen opciones.
Desde el inicio, la escuadra chilena apostó por llevar la batuta del partido. El once entrenado por Sebastián Miranda combinaba sin grandes problemas hasta que llegaban a la zona de peligro, donde se topaban con la defensa liderada por Jhonathan, un corpulento central que destaca por su poderío físico.
En el minuto 10, un disparo lejano de Olguín -el 5 chileno- se fue envenenando hasta llegar a la portería de Luiz, pero acabó fuera. Los ayer locales lo intentaban a través del control del juego, pero sus jugadas se desvanecían ante el muro brasileño.
El combinado carioca, por su parte, lo intentaba con una jugada protagonizada por Enzo en el 18’. Tras gambetear y deshacerse de dos rivales, su centro al área no encontró rematador. El partido transcurría sin sobresaltos. En la escuadra visitante, un jugador destacaba sobre el resto: Ferreira. El 17 brasileño aportaba criterio a los intentos de los suyos.
En el 34’ un buen centro de Moya fue rematado por Paris, pero su cabezazo no encontró la red. Los sudamericanos comenzaban a protagonizar los mejores intentos de gol, pero el electrónico continuaba inmaculado. Ambos equipos no escatimaban esfuerzos, pero las ocasiones no fructificaban. En un combate de boxeo, los chilenos quizás habrían ganado a los puntos al llegar al descanso. Pero, el fútbol es otra cosa.
A la vuelta de vestuarios, el ritmo del partido siguió los mismos derroteros. El preparador chileno realizó cuatro cambios buscando piernas frescas. Los suyos lo seguían intentando, pero las ocasiones se difuminaban al llegar al área rival. Un disparo de Sandoval volvía a encontrar el arquero brasileño en el 53.
El partido se endurecía por momentos. Los dos equipos eran conscientes de que era un envite clave para su futuro en el torneo. Los goles no llegaban, la tensión se mascaba, lo que se traducía en algunas tanganas y varias tarjetas, lo que se tradujo en la expulsión de Ferreira, el 17 brasileño, por doble amarilla. Con un jugador menos, Rubens Carlos Ribeiro montaba dos líneas defensivas y se atrincheraba en espera de un contragolpe. La selección chilena, por su parte, reincidía en su idea de amasar el balón y encontrar una rendija en la fortificación brasileña. El asedio era constante.
Los visitantes se aferraban a los balones parados como única arma ofensiva. Los chilenos triangulaban y seguían masticando el balón. El colegiado añadió 6 minutos al tiempo reglamentario con tablas en el marcador. El partido finalizó con un disparo final del chileno Pérez que no embocó a gol.